Jueves, 8 de febrero de 2007 | Hoy
DEPORTES › AHORA SOLO FALTAN DETALLES PARA QUE REGRESE
El futbolista revisó su postura y retornará al club de la Ribera hasta el mes de junio. Jugará el Clausura y la Libertadores.
Un día después de que el presidente de Boca, Mauricio Macri, afirmara que Juan Román Riquelme “difícilmente llegue” al club, el desembarco se produjo. Es que el actual jugador del Villarreal decidió bajar su pretensión de retornar a la Argentina hasta por lo menos fin de año y se contentará con regresar hasta junio, cuando el mercado de pases vuelva a abrirse y el club español esté en condiciones de negociarlo por una cifra sustancial. Todo indica entonces que, pendiente la última palabra del presidente del Villarreal, Fernando Roig (que parece tener un enfrentamiento personal con el jugador argentino), se concretará el retorno del astro a Boca luego de casi cinco años de ausencia.
De esta manera, si la negociación termina felizmente para las partes, lo que se descuenta, Riquelme estará a las órdenes de Miguel Angel Russo para disputar tanto el torneo Clausura, en el que Boca debuta el sábado ante Banfield, como la misma copa Libertadores que ayudara a conquistar en el ciclo de Carlos Bianchi. El último partido de Riquelme con la camiseta de Boca tuvo lugar el 16 de mayo de 2002, cuando el equipo que dirigía el uruguayo Oscar Washington Tabárez perdió 1-0 en Asunción ante Olimpia de Paraguay y quedó eliminado del torneo continental.
Hasta ayer, las dificultades estribaban en la falta de acuerdo sobre la duración del préstamo: Villarreal quiere ceder al jugador por estos meses y Riquelme quería venirse hasta fin de año. “Llamó Villarreal para decir que Riquelme podía venir hasta el 30 de junio y que costaba tanto. Boca dijo que sí, a pesar de que eran 6 millones de pesos por cinco meses. A ver si me sacaba el apodo de cartonero. Pero de golpe, aparentemente, Riquelme dijo que venía por un año o nada y el presidente dijo nada. Nosotros ahí no podemos hacer nada. Es un conflicto entre ellos que nos escapa a nosotros”, había explicado Macri.
“Se han enojado ambas partes. Igualmente, hasta el jueves (cuando cierre el libro de pases) todo está latente. Depende de un cambio de posición del presidente y de él”, había señalado el dirigente, y la que cambió fue la postura del futbolista, seguramente convencido de que en una larga disputa con el dirigente español tenía todas las de perder.
La llegada de Riquelme coincide con la decisión de Boca de salirse definitivamente del mercado de pases, dando por cerrada la ilusión del entrenador Russo de repatriar al volante Leandro Gracián. “Este era el último hombre. Boca no tiene malos jugadores como para seguir buscando –había observado Macri–. Hicimos un gran esfuerzo por Gracián, aun cuando había un riesgo enorme de que en Boca no jugase bien. Por ejemplo, Insúa terminó jugando bien, pero no es un enganche tradicional, eso es Riquelme.”
El entrenador viene pidiendo un enganche desde comienzos de año, pero en el club eran remisos a satisfacer enteramente sus deseos. Estaba claro que el equipo no estaba generando el juego que, por ejemplo, había desplegado en épocas no tan lejanas como las de Alfio Basile, cuando contaba con Federico Insúa, y el papel de Guillermo Barros Schelotto como enganche nunca terminó de ser convincente. Frente al caudal de contrataciones que, por ejemplo, realizó River para encarar el Clausura, esta de Riquelme es un golpe de efecto ideal para Boca, a la vez que podría ser el principio de la solución: el futbolista no está jugando desde el año pasado y sus últimas actuaciones no habían sido las ideales, pero la inyección anímica que puede significar su vuelta está más allá de toda duda.
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