DEPORTES › ES EL TITULAR DE LA FAV Y EL RESPONSABLE DEL MUNDIAL EN ARGENTINA
Mario Goijman, el dueño del vóley
Dentro de un mes se jugará –después de dos décadas– un Mundial de Vóleibol en la Argentina. No fue fácil sortear las dificultades y zancadillas de todo tipo, sobre todo tras la crisis de diciembre y la devaluación. El testimonio del polémico hombre fuerte del vóleibol argentino pasa revista a todos esos temas.
Por Adrián De Benedictis
Uno de los más fuertes impulsores para que Argentina volviera a ser sede de un Mundial de vóley fue el ingeniero Mario Goijman. El presidente de la Federación Argentina (FAV) y del Comité Organizador Local (Comvol) allanó no sin esfuerzo todos los caminos que determinaron la confirmación para que Argentina pueda ahora estar, finalmente, en el centro de la escena durante 16 días. Goijman asumió su cargo en la FAV en noviembre de 1996. El hoy dirigente fue jugador de vóley durante 14 años, presidente del club Náutico Hacoaj y también titular de la Federación Metropolitana. Durante muchos años, también, como empresario exitoso, estuvo al frente de su empresa familiar, la Droguería Monroe, que luego fue vendida a un grupo estadounidense.
–Después de lo que sucedió a fines de 2001 en el país, con la devaluación incluida, ¿cómo logró conservar la sede para el Mundial?
–Con mucha lucha, tratando de ser terriblemente creativo, y obsesivo en seguir adelante. Pero sobre todo, en el plano internacional, tragando muchos sapos. Aceptando, en aras del trabajo ya realizado, ciertas cosas que quizás en otras circunstancias no habría aceptado. Desde el ’99 fuimos dando exámenes a cada rato. Y más de una vez nos tentaron para que renunciáramos a la candidatura.
–¿En algún momento temió perder la sede?
–No... Porque lo tomamos como una obsesión, una causa con la que estábamos comprometidos a fondo. Aún hoy, como la situación sigue complicada, nos piden más avales, más control, y hay más verificaciones... Hubo amenazas contra la estabilidad del Mundial, y hoy todavía las hay.
–Con los ex secretarios de Deportes Hugo Porta y Marcelo Garraffo tuvo varios entredichos, ¿Scioli cumplió sus promesas?
–Más que con Garraffo, tuve discusiones con Porta, porque era un tipo que decía: “No tengo, no se hace”. Tengo que reconocer que Scioli está cumpliendo más allá de nuestras expectativas iniciales. Como él también maneja el Turismo, sabe que acá habrá 180 países que van a tomar la señal de televisión, y van a mostrar a una Argentina haciendo cosas, cuando las últimas imágenes fueron de muerte, asesinatos y robos.
–Usted dijo en su momento que al Gobierno no le interesaba el Mundial, ¿ahora se siente respaldado?
–Es indudable que hay otras prioridades, pero dentro de eso tenemos un cuadro de honor. Tenemos los funcionarios que valorizaron esto, y están al lado nuestro trabajando. Algunos gobernadores provinciales han valorado el potencial que podía tener llevar un Mundial de esta jerarquía a sus provincias. En otros gobiernos provinciales encontramos absoluta indiferencia. Desgraciadamente, en el ejercicio de la función pública hay muchos que buscan cómo pasar el tiempo y nada más.
–Si el Mundial es un éxito, ¿piensa que el Gobierno se lo adjudicará?
–Es muy posible. El éxito tiene muchos padres y el fracaso es huérfano. Hay un órgano del Estado que no movió un dedo para ayudarnos, y ahora desde ahí me piden entradas para el Mundial.
–¿Quién impidió la construcción del nuevo estadio en Villa Soldati?
–La máquina de impedir. Siempre menciono la frase que me impactó de un alto funcionario de la Ciudad de Buenos Aires. El me dijo: “Mirá Mario, a mí me parece bárbaro que hagas el estadio pero, se haga el estadio o no, yo cobro mi sueldo igual. En cambio, si se hace y alguien dentro de ocho años investiga y me abren un sumario por algo que no cumplí en la construcción, voy a tener problemas. En otra época, por ahí te cobraba una coima para autorizártelo, hoy no cobro coima; entonces, para qué me vas a complicar la vida. Prefiero decirte que no”. Cuando uno escucha eso, se pregunta en qué manos está nuestra conducción.
–¿En qué año fue?
–En el 2000. Eso me provocó una profunda frustración. Al cabo de 20 años de explotación, ese estadio quedaba para propiedad de la Ciudad. Sigo sin entenderlo. Algún día alguien me explicará qué pasó.
–¿Las empresas le siguen escapando al vóley?
–Las empresas le escapan a todo. El vóley fue más huérfano de apoyo de sponsors, porque los que están dirigiendo sus finanzas son los ex jugadores de rugby. Los tenistas también. Y los ex jugadores de vóley, en cambio, están mirando los clasificados buscando empleo.
–¿Lo conformó Argentina en la Liga Mundial?
–Hubo partidos muy buenos, y actuaciones decepcionantes. Indudablemente, la Liga no nos llenó de satisfacción.
–Usted criticó duramente a Jorge Elgueta. ¿Ahora está de acuerdo con su vuelta al equipo?
–A Elgueta la criticamos mucho cuando dejó a la Selección en el ‘99. Nos dijo que se iba a Italia a firmar un contrato y volvía, pero no vino más. También dijo que en ese momento no le interesaba jugar en la Selección. Es un jugador que le aporta mucho espíritu de lucha al equipo, algo que Argentina necesita. Estoy conforme con su retorno.
–¿Este plantel no vivirá las internas que se vivieron en el Mundial ‘98?
–No, no. El problema del ‘98 fue un problema de conducción y roces, entre un grupo humano que maduraba con el mismo técnico que los vio crecer, y llegó a puntos de rozamiento muy fuertes. Hoy no pasa eso.
–Después del Mundial hay algunos jugadores que no continuarán en la Selección. ¿Hay recambio para el futuro?
–Hay dos jugadores que están terminando su carrera en este Mundial: Hugo Conte y Javier Weber. En este momento, Argentina es uno de los equipo más jóvenes que hay, y excepto estos dos jugadores, la mayoría tienen entre 21 y 25 años. El más grande es Marcos Milinkovic con 30 años. Es una camada joven por la que hemos apostado mucho, y creo que en los Juegos Olímpicos del 2004, Argentina va a ser el gran candidato, me animo a decirlo.
–¿La obsesión por el Mundial no hizo olvidar un poco el trabajo de base?
–No, no. En el 2001, Argentina clasificó por primera vez en su historia a los seis equipos para los campeonatos mundiales, entre menores y juveniles varones y mujeres. Además, el equipo de Las Panteras es un plantel joven que se ganó la participación en el Mundial –comienza el próximo viernes en Alemania– por derecho propio. Nosotros estamos desarrollando un programa que lo llamamos “El Mundial, una oportunidad”, destinado a capitalizar los efectos del Mundial. No nos serviría de nada si el Mundial pasa y es un registro en los archivos.
–El técnico Carlos Getzelevich dijo públicamente que dejará el equipo después del Mundial. ¿Ya pensó en el reemplazante?
–Para nada. Después del Mundial nos sentaremos a hablar. No pienso en el sucesor. Por suerte, hay muchos técnicos argentinos con gran trayectoria, lo más importante es encontrar un buen conductor, en todos los aspectos. En lo deportivo y en lo humano.
–Su mandato finaliza este año, ¿también pensó en alejarse?
–Yo creo que no sirve que los dirigentes se eternicen. Los dirigentes tienen que rotar, sobre todo después de cumplir las metas propuestas. La verdad, lo analicé mucho, y si la dirigencia del vóleibol se encuentra unida detrás de alguien que haga el relevo, no pienso seguir. Pero si con mi partida volviesen las desuniones sería un fracaso de la gestión. Eso no me lo permito.
–¿Y ve a dirigentes jóvenes con proyección para tomar su lugar?
–Cada vez hay menos dirigentes dispuestos a dar su tiempo gratis por causas generales.
–¿Y esa falta de dirigentes es lo que está sufriendo el Comité Olímpico Argentino (COA)?
–Lo del COA es lamentable. Que siga la misma dirigencia desde el año ‘76 a la fecha, sin crear ni hacer absolutamente nada en favor deldeporte, es uno de los malos ejemplos. Un organismo así bloque la renovación, se genera a sí mismo como club social. El espejo que debería ser el Comité está todo empañado.
–Hay gente que lo llama “el Macri del vóley”. ¿Por qué cree que lo dicen?
–Puede ser que lo digan porque digo las cosas que pienso, soy frontal. No me callo nada y no le debo nada a nadie. Lo que comparto con Macri es la idea de que los dirigentes tienen que hacerse responsables de las cosas en las que embarcan a sus instituciones. Esa visión de Macri la comparto. Pero en cambio, para mí, las sociedades anónimas no pueden reemplazar a los clubes. Yo me formé en el deporte amateur, y con las sociedades anónimas perdemos toda la sustancia. Además, yo soy de River.