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El gobierno brasileño repudió el “grave incidente” en una nota divulgada en Brasilia y lo calificó de “un paso más en la escalada de prejuicio y discriminación que ocurre en los estadios de fútbol del mundo, con manifestaciones de hinchadas y de atletas contra jugadores afrodescendientes, incluso brasileños”.
Según el ministro de Deportes brasileño, Angelo Queiroz, “la actitud racista del jugador argentino va en contra de todos los valores de igualdad, respeto y unión que defiende el deporte”.
El técnico del San Pablo, Emerson Leao, admitió que el arresto de Desábato fue un hecho insólito, pero apoyó la medida: “Esta ha sido la primera vez (que un insulto en la cancha termina en detención), y por eso es polémico. Pero, después de que ha sido tomada la decisión, tenemos que ir hasta el final”. El abogado del San Pablo, José Carlos Ferreira Alves, comentó que “el racismo debe ser inhibido de todas formas, el club no podía callarse”.
Rinaldo Martorelli, presidente del sindicato de atletas de San Pablo, visitó la dependencia policial para auxiliar a Desábato, aunque condenó su actitud. “Es lógico que el racismo debe ser combatido, pero estoy aquí para garantizarle el amplio derecho a la defensa.”
El presidente de la Orden de Abogados de Brasil (OAB) en San Pablo, Luiz Flavio Borges D’Urso, dijo que el caso puede convertirse en “un ejemplo” contra las manifestaciones racistas en el fútbol. “Debemos promover que las víctimas sean conscientes de sus derechos constitucionales y reforzar la idea de que la intolerancia debe ser tratada en el marco de la ley”, afirmó el abogado.