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A contracorriente de casi todo
Por Diego Bonadeo
El mismo día en que Reinaldo Merlo, para los tecnócratas del fútbol que suponen que los directores técnicos son más importantes que los jugadores, artífice fundamental del título que Racing consiguió después de más de treinta años, anunciaba su renuncia por supuestas divergencias con el todoterreno responsable de Blanquiceleste Fernando Marín, Marcelo Bielsa, para los tecnócratas del fútbol que suponen que los directores técnicos son más importantes que los jugadores, artífice fundamental del fracaso de la Selección Argentina en el Mundial, quedaba, si no ratificado, por lo menos propuesto para continuar a cargo de la Selección, después de la para nada inesperada declinación de José Pekerman a hacerse cargo del cargo.
Todo a contracorriente de los apotegmas eficientistas que solamente hegemonizan los resultados. Tanto la renuncia del “exitoso” Merlo como la eventual continuidad del “fracasado” Bielsa.
Para este análisis no es determinante o, por lo menos, no es definitivo, que Merlo se vaya porque no le cumplieron con los refuerzos, ni que Bielsa se quede –en el caso de que así sea– porque Pekerman no aceptó. Tampoco caben los habituales lugares comunes alrededor de “ciclos cumplidos” que, como lugares comunes que son, no quieren decir absolutamente nada. Esto en el caso de Merlo. Porque en el de Bielsa, la obviedad a utilizar seguramente será la de la “ratificación de la confianza”.
Pero lo que sí resulta patéticamente sobrecogedor –con perdón–, es la conclusión a la que llega el vicepresidente de Chacarita Armando Capriotti para cuestionar la gestión de Bielsa. Por una parte alude al importante sueldo en dólares que preveía el contrato del técnico de la Selección nacional, considerando que los resultados obtenidos en la Copa del Mundo no se compadecen con dichas cifras: resultadismo puro.
Pero, además, pareciera que el cuestionamiento central del ad-latere de Luis Barrionuevo en el club de San Martín a Bielsa pasa por un supuesto ninguneo del cuerpo técnico para con los dirigentes de la AFA durante el Mundial, lo cual, por otra parte y sumado a la oxigenante distancia que tanto Bielsa como el preparador físico Luis Bonini y el resto de los responsables del plantel tomaron respecto de comunicadores, movileros, opinólogos, escribas y decidores, resultó, no en cuanto a fútbol pero sí en cuanto a relaciones humanas y en cuanto a mensaje a la sociedad futbolera –y también a quienes no forman parte de ella, pero “consumieron” fútbol durante el Mundial– mucho más saludable que los habituales metamensajes en “códigos” a que nos tienen acostumbrados los pícaros de café.