EL PAíS › EL ANALISIS DE ARTEMIO LOPEZ
Seis de cada diez chicos son pobres
Por Martín Granovsky
El sociólogo Artemio López, de la Consultora Equis, está impresionado en especial con algunos datos que acompañan los porcentajes desocupación, de pobreza y de indigencia: cuán afectados están los menores de 14, cuánto subieron los indigentes y a qué nivel llegó la caída de ingresos complementarios y changas.
–¿Lo sorprendieron las cifras?
–No, aunque sean terribles. Algunos decían que el índice de pobreza era de solo el 30 por ciento, pero para mí era una estimación equivocada. Y todos los índices que tienen que ver con los problemas de empleo son también impresionantes: cuatro millones, de los cuales 2.800.000 sufren el desempleo abierto.
–¿Qué es técnicamente desempleo abierto?
–Un tipo que en la semana anterior a la medición, la tercera o la cuarta semana de mayo, no trabajó ni siquiera una hora y tampoco buscó activamente empleo.
–¿Qué es una búsqueda activa?
–Buscar trabajo todos los días de esa semana. El desocupado no hizo ni eso. Pero además de la desocupación abierta, hay dos formas de desocupación encubierta. Una es la inactividad. Y la tasa de actividad cayó.
–¿Cuánto?
–Hay 270 mil personas más que, producto del desaliento o de no disponer del ingreso que se requiere para una búsqueda, por ejemplo plata para el colectivo, se retira del mercado de trabajo. Entonces pasa a figurar en la categoría de inactivo. Y luego están los que encubren su falta de trabajo bajo la categoría de subocupado demandante.
–Los que hacen changas.
–Sí. Changas una o dos horas por semana. Pero la verdad es que encubren ausencia de trabajo. Dicen: “Yo hago esto porque no tengo laburo”. Bien: esta categoría es la que más creció en el último año. Teniendo en cuenta que el rubro se mide desde 1994, la cifra de 6,3 por ciento de la población económicamente activa es la más alta de los últimos ocho años.
–¿Qué porcentaje de la población en condiciones de trabajar tiene problemas de empleo?
–Casi el 30 por ciento de 13.384.928 personas.
–¿Qué historia tiene la indigencia?
–Creció notablemente. Hace cinco años, de cada 100 personas 20 eran indigentes. Hoy son 40. El aumento de la canasta básica de alimentos no aumentó igual que el índice de precios al consumidor (o sea el 30.5 por ciento) sino un 50 por ciento. Si se divide a los hogares en cinco franjas según sus ingresos, el hogar del quintil de peores ingresos destina el 45 por ciento a la comida. El de mejores ingresos, 20.
–¿Cuándo un grupo familiar se considera indigente?
–Por ejemplo, si tiene cinco miembros (dos mayores, un adolescente y dos chicos) y el total del ingreso familiar no pasa de 365,38 pesos por mes.
–¿En cuánto se agravó la situación de los menores de 14 años?
–El 64 por ciento son pobres. Es decir, más que el promedio. Y la indigencia roza el 30 por ciento.
–¿Cuándo un grupo familiar es pobre?
–Cuando, por ejemplo, con cuatro integrantes no supera los 729,24 pesos por mes. Hay que tener en cuenta que los indigentes son parte de los pobres.
–Como la base de la pirámide. ¿Cuántos pobres más hay en la Argentina?
–Cuatro millones y medio más desde la última medición. Pasaron de 14 millones y medio a 19 millones.
–¿Y por regiones?
–Uno puede proyectar la situación en el Gran Buenos Aires, que indica la existencia de un 52,1 por ciento de pobres. Al hacerlo, tendremos que el porcentaje de pobres sobre el total de población es del 67,1 por ciento en el Noreste, del 62,13 en el Noroeste, del 54,2 en la región pampeana, del 52,4 en Cuyo. La media nacional es del 54,4.
–¿La Argentina ya terminó de latinoamericanizarse?
–En eso estamos. Lo que pasa es que aquí partimos de estándares más altos. Igualmente, la línea de pobreza promedio en América latina es del 55 o 60 por ciento, y en Brasil del 60 por ciento. A este ritmo, a fin de año la pobreza en la Argentina alcanzará un 57 por ciento. No digo más que eso, porque siempre los ritmos iniciales son más violentos. Después de cada sacudón, los que van quedando arriba aguantan el aumento inflacionario y se despegan del resto. Cuando hablo de una suba pienso en un dato: por encima de los que hoy se salvan de la pobreza hay un diez por ciento que la supera por no más de un 25 por ciento de sus ingresos. Esos no tienen colchón. El colchón para aguantar la caída está en manos de los que se ubican en niveles superiores a ese diez por ciento.
–¿Se puede medir hoy la desigualdad de la Argentina?
–De la encuesta permanente de hogares y de evaluar la participación de cada sector surge que la diferencia entre los de más arriba y los de más abajo era de ocho veces a mediados de los ‘70, 16 veces a mediados de los ‘90 y 28 veces al inicio del 2000. Casi se multiplicó por cuatro en los últimos 27 años. Y todavía no se considera lo que pasó aquí en los últimos meses.
–¿Cuánta gente en condiciones de trabajar no tuvo siquiera su primer empleo?
–La desocupación jóvenes ente 15 y 24 años duplica la media nacional. Desde la segunda mitad de los años ‘90, más del 35 por ciento de ellos ni siquiera sabe lo que es trabajar. Cuando algunos hablan de delito sin ningún contexto, deberían tener ese número en cuenta.
–¿Qué distinción se puede hacer entre desocupación masculina y femenina?
–Hay datos nuevos. Para hombres la tasa llega al 23 por ciento y para mujeres al 22 por ciento de desocupados. Y en general, la desocupación que más creció fue la de jefes de hogar: de 12, 7 a 17,8 por ciento. Creció casi un 60 por ciento más que la desocupación promedio.
–Pero puede haber jefas y no sólo jefes.
–Sí, eso pasa en el 25 por ciento de los hogares del Gran Buenos Aires. Que haya aumentado tanto la desocupación de jefes o jefas muestra hasta qué punto cayeron los ingresos complementarios del hogar.