DIALOGOS › ¿POR QUé MIRTA SATZ?

La mirada azul

 Por Sergio Kisielewsky

Pintora, escritora, artista plástica. El 18 de julio de 1994 estaba trabajando en la AMIA cuando su vida cambió para siempre. Sobrevivió al atentado y, a fuerza de coraje y emprendimientos, rehízo varias veces su vida; baila tango como pocas y fue parte de una generación de mujeres poetas que trabajó la palabra y las imágenes como una utopía de la dicha, y lo dejó por escrito y en imágenes pictóricas (“No hay tristeza que mate el deseo”). Tiene una hija bailarina con formación clásica, y cada 18 de julio se encuentra con los sobrevivientes del atentado y ven el paso del tiempo en sus rostros y en la falta de justicia. Ni un solo detenido, ni una pista seria, ni un indicio creíble sobre la conexión local; y del apoyo externo, nada: una tierra yerma de impunidad y malicia que abarca muchos poderes políticos y judiciales ante el peor atentado antisemita luego de la Segunda Guerra Mundial. El Poder Judicial en este sentido se lleva los palmarés de la irresponsabilidad ante una causa donde 85 personas murieron, hubo 300 heridos, una ciudad en vilo que tembló a muchas cuadras a la redonda y familiares que aún esperan que se les diga quiénes accionaron el metal para sepultar a los suyos. Mirta Satz, mientras tanto, prepara un homenaje a Gardel, donde participarán chicos y adultos de los barrios de Boedo y Parque Patricios. Cada uno dibujará el Gardel que más le gusta.

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  • MIRTA SATZ, SOBREVIVIENTE DEL ATENTADO A LA AMIA DEL 18 DE JULIO DE 1994
    “Lo que explotó ahí fue la vida”
    Por Sergio Kisielewsky

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