EL MUNDO › LA GUERRILLA DE LAS FARC Y EL GOBIERNO COLOMBIANO CONTINúAN LAS CONVERSACIONES EN TORNO DEL TEMA MáS POLéMICO

Las víctimas en el centro de la negociación

En La Habana, el rostro de las pérdidas que deja el paso de la guerra se asoma en la foto de un niño ejecutado por militares y cuelga del cuello de Luz Marina, su madre. Esta y otros sobrevivientes participan de las jornadas de Diálogos de Paz.

 Por Katalina Vásquez Guzmán

Página/12 En Cuba

Desde La Habana

Por desiertos y selvas, capitales y pueblitos, llanuras y fronteras –sin distinción y hace más de cincuenta años– ha corrido la sangre por la guerra en Colombia. Los cuerpos del horror han emergido hasta de los ríos del caluroso Magdalena como entes sin vida que navegan sin identidad ni rumbo; las gentes aún de pie y respirando se vieron por última vez entre las llamas del Palacio de Justicia en Bogotá, y las miradas resaltan ahora desesperadas en las comunas de capitales como Buenaventura o Medellín, que viven todavía la guerra narco-paramilitar. En La Habana, el rostro de las pérdidas que deja el paso de la guerra se asoma en la foto de un niño ejecutado por militares y cuelga del cuello de Luz Marina, la madre sobreviviente, valiente y hoy amenazada de muerte, que llegó a Cuba como parte del primer grupo de víctimas que participa de los Diálogos de Paz. Sobre ello –los más de cinco millones de desplazados, los treinta mil desaparecidos, los millones de despojados del campo y todos cuantos han sufrido lo peor de medio siglo de conflicto–, es que se negocia esta semana en la capital de Cuba.

Guerrilla y gobierno continúan hoy el ciclo 27º de esta negociación en, quizás, el más tenso y doloroso tema: las víctimas. De cinco puntos, ya se llegaron a acuerdos sobre tres: tierras, participación política y narcotráfico. El cuarto toca la piel y el corazón, y cuestiona quiénes son los responsables de la barbarie, además de los que están en La Habana y, más allá, incluye las preguntas por quiénes han apoyado desde afuera de Colombia y quiénes se han beneficiado con este largo conflicto en la puerta de América latina que hoy se presenta al mundo como la economía emergente más poderosa de la región.

Cómo hacer justicia con los huérfanos y viudas, cómo hallar a los desaparecidos, cómo devolver la tierra por décadas arrebatadas a los campesinos y hoy entregada a las multinacionales, o cómo esclarecer la verdad de tantos años, tantos horrores y tantos responsables, son las discusiones que centran esta semana la atención de un país que, como nunca antes, evoca la paz. Uno de los retos para la mesa de conversación, además del respeto y la inclusión por todo el universo de víctimas, no sólo las de la guerrilla, es la puesta en marcha de la Comisión Histórica del conflicto y sus víctimas, y la subcomisión de cese al fuego que pretende negociar que se callen las armas para seguir hablando de paz.

Con doce representantes de las víctimas estuvieron reunidos tanto rebeldes como funcionarios durante el fin de semana, en el primero de cinco históricos encuentros entre víctimas y los victimarios, incluido el Estado, que desde sus fuerzas militares y policiales así como entre sus parlamentarios, ex presidentes y funcionarios de todo nivel, está involucrado en las más graves violaciones de derechos humanos y nexos con ejércitos paramilitares. De entre los grupos ilegales, en la mesa de negociaciones está presente sólo la guerrilla de las FARC. Los paras negociaron ya con Alvaro Uribe y lograron un máximo de ocho años de prisión que se cumplen justo en 2014. El Estado, por su parte, es el que más goza de impunidad. Los reflectores, sin embargo, están puestos en las FARC: secuestros, extorsiones, masacres están en la mente de los colombianos. Para esa guerrilla “las víctimas han sido esencialmente sujetos políticos, militantes activos o simpatizantes, actuando en la política abierta o desde la clandestinidad, que han buscado organizarse para cambiar el estado de cosas existente, recurriendo incluso al alzamiento armado, todos ellos y todas ellas portadores de programas políticos (...). El terror de Estado, las maquinarias de la destrucción y las técnicas de la muerte, con evidentes rasgos fascistas, en muchos casos inspirados en las enseñanzas de las doctrinas contrainsurgentes de la ‘seguridad nacional’ y de combate al ‘enemigo interno’, se han puesto en movimiento para preservar el statu quo y el régimen de privilegios del que han gozado las clases dominantes a lo largo de la vida republicana”, según el comunicado leído por el canciller de las FARC Rodrigo Granda.

Las víctimas de todos los actores, las fatales, suman ya 220 mil, y, en total, contando desplazamiento, desaparición forzada, violencia sexual y todas las formas de la crueldad del conflicto, más de seis millones de personas han sido victimizadas. Así lo reseña la Unidad de Víctimas que hace unos días señaló a las FARC de ser el mayor victimario. Otros informes también financiados por el gobierno mismo, como Basta Ya, producido por el Centro de Memoria Histórica, no arriesgan a estratificar quién ha producido más o menos víctimas, pero sí quién tiene mayor responsabilidad: el Estado.

La cifra de las víctimas, lamentablemente, aún no se cierra: mientras el gobierno y la guerrilla más antigua del mundo negocian la paz en La Habana, cada día siguen muriendo los civiles inocentes en medio de la confrontación, los mismos rebeldes de las FARC y del Ejército de Liberación Nacional, que aspira a comenzar también a dialogar continúan su lucha armada con dinamitación de petroleras, acueductos y ataques a convoyes militares o puestos de policías. Así fue que murió en Toribío Cauca, por ejemplo, Alfonso Rodríguez, el hijo de doña Nelly. La mujer y sus canas se asoman al salón del protocolo de El Laguito empuñando flores blancas, mirando las cámaras de frente, y es la primera en leer el comunicado en la conferencia de prensa que ofrecieron las víctimas afirmando que “recibimos como un gesto de reconocimiento a favor de la paz, la reconciliación y la garantía de los derechos de las víctimas la invitación a participar de esta jornada histórica”.

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El primer grupo de víctimas colombianas que participa de los Diálogos de Paz en La Habana.
Imagen: EFE
 
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