Lunes, 21 de septiembre de 2015 | Hoy
DIALOGOS › ¿POR QUé LAURA DUGUINE?
Por Verónica Engler
Durante la última dictadura cívico-militar, en la ciudad de Buenos Aires funcionó el Centro Clandestino de Detención, Tortura y Exterminio denominado Club Atlético en el sótano de un edificio de tres plantas ubicado en la avenida Paseo Colón, entre Cochabamba y San Juan, que era la sede del Servicio de Aprovisionamiento y Talleres de la División Administrativa de la Policía Federal. Se calcula que en el Club Atlético permanecieron secuestradas y fueron torturadas más de 1500 personas. Muchas de ellas continúan desaparecidas. Se estima que por allí pasaron catorce embarazadas y que podrían haber dado a luz. Tres de esos bebés apropiados ya recuperaron su identidad. Aún se busca a los otros once.
Laura Duguine, arqueóloga de la Universidad de Buenos Aires y Máster en Restauración y Gestión Integral del Patrimonio Construido de la Universidad del País Vasco (España), está al frente de este Espacio para la Memoria y la Promoción de los Derechos Humanos –de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación–, en el que trabaja con un equipo interdisciplinario conformado por conservadoras, historiadores, educadores, e ingenieros, entre otros.
Su equipo declaró en el año 2010 en el juicio al circuito represivo conocido como ABO (Club Atlético, Banco y Olimpo), en el que se juzgó a diecisiete represores. En esa ocasión pudieron aportar las pruebas encontradas en las excavaciones realizadas desde 2002 a la fecha.
Hasta el momento sólo se ha excavado menos del diez por ciento de lo que fue el sótano en donde funcionó el centro de tortura y exterminio. Sin embargo, ya se han hallado, además de numerosas huellas arquitectónicas, más de mil objetos que funcionan como pruebas de lo que allí aconteció, como apoyo del testimonio de los sobrevivientes. “Fue necesaria una inversión muy grande para acondicionar ese lugar como centro clandestino, eso es un dato en sí mismo que nosotros desde la materialidad lo documentamos y lo registramos, demuestra que no fue algo improvisado, sino que formó parte del terrorismo de Estado”, evalúa Duguine.
A dos cuadras del sitio arqueológico, sobre la avenida San Juan, se ubican las oficinas y el Laboratorio de Arqueología. Allí hay una gran cantidad de anaqueles metálicos sobre los cuales se encuentra la colección de objetos hallados, cada uno envuelto con material adecuado para su conservación y guardado con sumo cuidado en cajas individuales. Hay retazos de tela de ropa, medibachas, botones... y en una caja blanca que parece albergar el ajuar de una novia se ubica restaurada una bombacha de goma de bebé. Cada pieza guarda una historia que debe ser contada.
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