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EL
Eloísa López
UMI, 2005

La cantante, actriz, artista plástica y escritora Eloísa López se sirve de la electrónica para darles forma a sus canciones, en las que sobrevuela cierto color ocre. Aunque traiga a la memoria a la Björk más susurrante, en especial por el uso de capas de su voz para formar coros que suenan como un instrumento más, la mendocina logra imponerse a las comparaciones por su personalidad. Pide el cielo, el track que cierra el álbum, es una vidala pasada por Massive Attack. ¿Marciano? No, bien de aquí y ahora. R. C.


PUTCHEROS DO BRASIL
Victoria Abril
Sony/BMG 2005

Oídos prejuiciosos, abstenerse de etiquetas como la de “actriz que canta”. Victoria Abril salió a mostrar sus versiones de bossa nova, y le salió bien. Eligió rodearse de músicos como Javier Colina o Niño Josele y del productor Javier Limón, los mismos que rondaron el suceso de Lágrimas negras. Lo que suenan son clásicos de Jobim, Chico Buarque o Caetano a la Victoria Abril, lo cual puede querer decir en una versión francesa o con coros susurrados, pero siempre, igual que en sus películas, definitivamente sensual. K. M.



FLORES NEGRAS
Gerardo Gandini
Epsa, 2005

El segundo volumen de los Postangos en vivo grabados por Gandini en Rosario no reconoce, necesariamente, una línea de continuidad respecto del primero. El camino que emprende el músico, más que mezclar referencias de tradiciones “cultas” y populares, se introduce en una red de códigos propios que conduce siempre a otro lugar. Así, en la interpretación de temas como El choclo, Malena y Milonga triste, entre otros, están implícitas las influencias de Gandini, perturbando la supuesta inmutabilidad del tango.F. D.



CEREVELO
The Keruza
TK Records, 2005

Desde la tradición del rock y el rhythm’n’blues argentinos, este cuarteto de Almagro despliega una interesante propuesta: buenos arreglos, buenas letras y, fundamentalmente, actitud. Coproducido por Lito Vitale, este CereVelo persigue distintas variantes dentro de lo que podría sintetizarse como “nacional y popular”, sin adherir a la etiqueta “fierita”. En ese contexto, no desentona una versión de Patagonia, de José Larralde, y tampoco sorprende un aire de insatisfacción que excede lo meramente político. F. D.