Lunes, 20 de octubre de 2008 | Hoy
ECONOMíA › EN UN SEMINARIO REALIZADO EN WASHINGTON PREVIERON UNA FUERTE DESACELERACIóN
El banco Itaú estimó que en 2009 el Producto aumentará sólo 2,8 por ciento, el crecimiento de las exportaciones caerá casi cuatro puntos y la inversión directa se reducirá un 38 por ciento con relación a este año.
Por Sebastián Premici
“El mundo va hacia la recesión.” Con esta frase, los funcionarios, banqueros e inversionistas que asistieron a la reunión anual del FMI sellaron el escenario económico para los próximos años, donde ningún país quedaría a salvo. Brasil, ya está mostrando signos de una fuerte desaceleración económica, que tendrá un probable impacto en sus socios de la región, especialmente sobre Argentina. El gobierno de Lula da Silva redujo su previsión de crecimiento del PBI para 2009, de 4,5 a 3,8 por ciento. Sin embargo, el banco brasileño Itaú estimó –durante un seminario realizado en Washington, del que participó PáginaI12– que el producto aumentará sólo 2,8 por ciento, que el crecimiento de las exportaciones caerá casi cuatro puntos y que la inversión directa se reducirá un 38 por ciento en relación a la de este año. “Nunca vi tantos bancos quebrarse de un día para el otro. Es evidente que había problemas que estaban escondidos, que luego se vieron con la caída de Lehman Brothers. En Brasil no hay problemas de solvencia, aunque sí de liquidez”, reconoció el ministro de Economía, Guido Mantega, durante el seminario realizado en la capital estadounidense.
“¿Cómo le pega la crisis a Brasil?”, se preguntó John Williamson, socio del Peterson Institute for International Economics, durante su exposición realizada en un lujoso hotel de Washington. Su respuesta pareció contundente a los oídos de los presentes: “Van a bajar los precios de los commodities y la demanda de los diferentes productos que se colocan en el exterior. Esto es grave si se tiene en cuenta que el 50 por ciento de las exportaciones de Brasil son bienes primarios”, se respondió Williamson. Según las estimaciones privadas que fueron esbozadas durante el seminario, el crecimiento de las exportaciones caerá de un 5,5 por ciento del PBI en 2008 a un casi 2 por ciento para el último cuatrimestre de 2009.
“(Alan) Greenspan dijo que no hay que preocuparse por la inflación, ya que es un tema que se resolvería por sí solo en el mediano plazo. Sin embargo, en Brasil es diferente ya que es uno de nuestros mayores problemas que se derivarán de esta crisis financiera”, aseguró Luiz Fernando Figueiredo, quien fuera funcionario del Banco Central de Brasil entre 1999 y 2003.
Desde el banco Itaú estimaron que la inflación de 2008 será del 6,5 por ciento mientras que en 2009 descenderá al 5,0 por ciento. La baja estaría explicada por la caída de los precios internacionales de los commodities. “La inflación que se está generando por el aumento estrepitoso del dólar se contrabalanceará por la baja de los precios de los commodities”, agregó Mantega.
Por su parte, Williamson recomendó que habría que “limitar las consecuencias de la devaluación y reemplazar la falta del crédito internacional con un aumento de la demanda doméstica de los préstamos”. También se escucharon en boca de varios banqueros que la solución estaría en las recetas clásicas -y fallidas- del FMI, es decir una reducción del gasto público.
De continuar este mismo escenario de crisis, los lobbistas del sector privado esperan exportaciones por 194.000 millones de dólares para 2009, cuando este año estarían cerca de los 204.000 millones. Mientras que las importaciones también bajarían de 177.900 millones de dólares a 158.000 millones para 2009. Y la inversión directa sería –en el escenario más pesimista– cercana a los 6000 millones de dólares, cuando el estimado para este año es de 16.000 millones.
Durante los primeros diez días de octubre, la fuga de capitales en Brasil –ya sea por remesas o retiro de aplicaciones en las Bolsas– fue superior a los 3000 millones de dólares. En lo que va de este mes, la Bolsa de San Pablo tuvo una baja del 25 por ciento y un acumulado en todo lo que va del año del 42 por ciento. Mientras que el real sufrió una devaluación superior al 20 por ciento. “Esta crisis es como una guerra mundial, donde todos los países desplegarán sus mejores armas”, señaló el ministro de Economía brasileño tras su paso por la asamblea anual del FMI.
Luego de la Segunda Guerra Mundial se creó la entidad que hoy está en el centro de todas las críticas. La pregunta que está latente es qué acontecerá luego de que pase el temblor (o guerra mundial como la definió Mantega). “Esta es una crisis mucho más grande que la de 1990 pero tampoco será igual que el crac del ’30. No cometeremos los mismos errores –aunque sí nuevos–. Este es uno de los momentos más importantes para el G-20, donde ningún país puede quedar afuera”, aseveró el ministro brasileño.
Brasil utilizó la reunión anual del FMI para presionar todo lo posible por una reestructuración en la toma de decisiones a nivel global en el seno del G-20 y G-7. “God is brazillian” (Dios es brasileño) –remarcó el viejo lobbysta William Rhodes, director del Citibank y del poderoso Instituto Internacional de Finanzas–. “Dios es brasileño pero se había tomado unas vacaciones. Ahora volvió a serlo. En todo el mundo se habla de Brasil, no por nada es el primer productor de etanol del mundo, acaba de descubrir grandes reservas de petróleo y accedió a la calificación AAA para recibir créditos del exterior. Brasil tiene que jugar un lugar líder dentro del G-20”, apuntaló Rhodes durante el mismo seminario realizado en Washington.
Mientras transcurre la crisis, el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva empezará a vender dólares de sus reservas (calculadas en los 200.000 millones) a los bancos, con el objetivo de que puedan financiar a los exportadores que carecen de crédito. Una medida similar adoptó el jueves pasado el Banco Central argentino, al incrementar en 1000 millones de dólares la capacidad para financiar las exportaciones.
Por otro lado, el ministro Mantega aseguró en Washington –y en reiteradas oportunidades– que en Brasil no existen “activos tóxicos”, es decir hipotecas subprime, y que el principal problema del país carioca es la liquidez y no la solvencia de sus activos. Para los oídos de los empresarios norteamericanos pareció una respuesta contundente que sirvió para alejar la desconfianza. Sin embargo, el ministro también dejó entrever en varias oportunidades que en caso de ser necesario, se podría pensar en un plan para rescatar bancos en la región.
Más allá de estas hipótesis, el país carioca ya redujo sus expectativas de crecimiento para el año próximo, que incluirá una fuerte baja en sus importaciones (no más del 13 por ciento del PBI), algo que repercutirá en Argentina, cuyas autoridades también dejaron entrever, tras su paso por la capital norteamericana, que será necesario revisar las proyecciones de crecimiento para 2009. Dios podrá ser brasileño, al decir de William Rodhes, pero por ahora reina el agnosticismo.
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