La economía en recesión, las dudas respecto de que se encuentren caminos para una pronta salida y la sensación de que lo peor todavía está por verse volvieron a florecer ayer en los mercados financieros mundiales, el día siguiente a la consagración de Barack Obama. Las Bolsas europeas y americanas cerraron con fuertes bajas, los principales cereales se desplomaron en Chicago y el petróleo cayó otro escalón, en previsión a una menor demanda futura como consecuencia de una previsible baja en el nivel de actividad económica. Ni los activos financieros ni los commodities encuentran su piso, aunque la perspectiva no sea distinta de un día para otro. Ese es el síntoma más claro de que la crisis todavía está en pleno desarrollo. Los resultados del día de ayer revelan que esta vez la crisis no podrá reducirse a una simple cuestión de expectativas.

El índice Dow Jones cayó en Wall Street 5,05 por ciento y el Nasdaq (empresas tecnológicas), 5,55 por ciento. Según los analistas, el mercado resultó fuertemente impactado por los adelantos de un informe económico sobre empleo que se conocerá mañana, con datos alarmantes. La Bolsa de San Pablo acompañó la tendencia marcada por Wall Street y perdió 6,13 por ciento en la jornada, a la par que la de México, con caída del 5,05 por ciento.

En el caso de Europa, la baja generalizada fue atribuida a la toma de ganancias de los inversores. La Bolsa de Francfort perdió un 2,11% al cierre, mientras Londres cayó 2,34 y París, el 1,98. La Bolsa de Madrid subió apenas un 0,18%. El termómetro bursátil pareció que ni siquiera tomó en cuenta el paquete de aliento a la actividad económica lanzado en Alemania. A un costo de 23 mil millones de euros, el programa anunciado por el Ministerio de Finanzas prevé recortes impositivos, préstamos de respaldo a empresas y proyectos de infraestructura. Los anticipos de los datos finales del trimestre julio/septiembre señalan que el producto bruto interno habría vuelto a decrecer, colocando a la principal potencia europea en estado de recesión técnica (dos trimestres consecutivos con resultados negativos). La desaceleración, se prevé, podría extenderse durante todo el año próximo, frente a lo cual las medidas anunciadas están planteadas centralmente como un impulso a la recuperación que se espera se produzca en 2010.

La necesidad de una urgente atención del Estado a familias endeudas y empresas en dificultades en Estados Unidos se choca con un déficit fiscal creciente. La lectura sobre los primeros pasos de Obama para hacer frente a la crisis, por ahora, abre más interrogantes que expectativas entre los hombres de negocios.

En los mercados de materias primas, los precios del petróleo cayeron casi cinco dólares. Trigo, maíz y soja retrocedieron en Chicago, revirtiendo el alza del mismo día de las elecciones. “A corto plazo, la victoria de Obama, combinada con una mayoría fuerte en el Senado, probablemente sea alcista para el dólar, ya que permitirá a Washington responder de manera más proactiva en términos de manejo de la crisis financiera”, dijo Jeff Gable, analista del Barclays Bank. Pero también advirtió que, a largo plazo, “puede ser negativo para el dólar, porque probablemente conduzca a una política fiscal más expansiva y a una Casa Blanca de mentalidad más proteccionista”. Acertado o no, de alguna manera era el pensamiento que mejor reflejaba el sentimiento del mundo de los negocios y la especulación frente al cambio de signo político en Washington.