Pese a la tendencia internacional al agravamiento de la situación laboral en diferentes países, Argentina pareciera mantenerse al margen de dicho impacto, conforme las estadísticas oficiales. Ayer el Indec dio a conocer un controvertido informe en el que señala que la tasa de desocupación del cuarto trimestre fue del 7,3 por ciento, medio punto por debajo de la estimación correspondiente al tercero. Un año antes, en el último trimestre de 2007, se había registrado un desempleo del 7,5 por ciento. La estimación, que engloba a 31 aglomerados urbanos de todo el país, muestra a las ciudades de Salta y Mar del Plata como las de mayor nivel de desempleo, seguidas de cerca por Viedma-Carmen de Patagones, Bahía Blanca y San Miguel de Tucumán.

Las cifras oficiales discrepan con las observaciones privadas respecto de la evolución del empleo. La CTA señaló diez días atrás que, de acuerdo con estudios y relevamientos propios, durante los dos últimos meses de 2008 se perdieron casi 50 mil puestos de trabajo. Dicha aceleración, motivada en la política de grandes empresas de ajustar preventivamente antes que las alcance la crisis, habría continuado de manera acentuada en el comienzo de 2009, con suspensiones de actividades en planta y el inicio de numerosos procedimientos de crisis para modificar la situación laboral de sus empleados. Para la consultora SEL (Sociedad de Estudios Laborales), la estadística oficial adolece de inconsistencias, “la información sobre el estado del mercado de trabajo es confusa” y no se compadece con “la tendencia mundial, la información de otras fuentes y aun del propio organismo”.

Por región, sigue siendo el Noroeste el que sufre la peor situación laboral. La tasa de desocupación de la zona en su conjunto asciende al 8,2 por ciento, pero mientras que en Salta se eleva al 11,9 por ciento, en Jujuy-Palpalá observa un más auspicioso 4,3 por ciento. Gran Tucumán-Tafí Viejo, con el 9,7, y Gran Catamarca, con el 8,4 por ciento de desempleo, se ubican en escalones altos. La Rioja completa el informe regional con una tasa del 6,4 por ciento.

El aglomerado urbano principal, Gran Buenos Aires –ciudad de Buenos Aires más partidos del conurbano–, registró en las estadísticas del Indec un nivel de desempleo del 7,7 por ciento, por encima de la media del país. Pero en ese valor se diferencia claramente el resultado de la encuesta en Capital Federal, que arroja un 5,5 por ciento, y en la periferia urbana, con el 8,5 por ciento. Es decir que en los 24 partidos que rodean a la Capital se verifica una desocupación que, en porcentaje, supera la tasa promedio del Noroeste argentino.

Estos resultados son compatibles con lo que, pocos días atrás, informó la consultora Ibarómetro respecto de una encuesta en el conurbano y en la Capital Federal. El 37 por ciento de los consultados respondió que su mayor temor es perder el empleo.

La crisis financiera mundial se convirtió, a lo largo de 2008, en una clara manifestación de crisis de la economía real. El ajuste a nivel mundial de las mayores multinacionales arrastró hacia la misma política a sus filiales locales, que contagiaron el impacto a proveedores y clientes. En varias zonas del interior del país, este impacto externo se sumó a las consecuencias de la sequía y se tradujo en retracción de la actividad económica en regiones agroindustriales. En particular, en el sur de Santa Fe y sudeste de Córdoba esta preocupación se reflejó en manifestaciones conjuntas de trabajadores de empresas de maquinaria agrícola y rurales, afectados por el desempleo y por el empeoramiento en sus condiciones de trabajo. Pese a que las estadísticas oficiales no exhiben el desempleo como una preocupación, fuentes gremiales ligadas con estos sectores aseguran que el Gobierno prometió implementar un seguro de desempleo amplio, que alcanzaría no sólo a quienes pierdan el empleo sino también a suspendidos y afectados por reducciones de jornada.