Miércoles, 30 de septiembre de 2009 | Hoy
ECONOMíA › PROPONEN QUE INCLUYA LOS INGRESOS NO MONETARIOS. Y COMO NECESIDADES A CUBRIR, NO SóLO LA CANASTA
Claudio Comari, director de la EPH del Indec, planteó fallas estructurales en el índice de pobreza. Pero niega que pueda haber superado el 30 por ciento. Como referencia, recordó que “pasó el 30 en octubre de 2001, con el ajuste de Cavallo”.
Frente a las críticas a la medición de pobreza que publicó recientemente el Indec, desde el organismo aseguraron que la metodología de este índice se modificará. Indican que tomar únicamente el ingreso monetario y contrastarlo con la canasta básica no da cuenta del fenómeno en su totalidad. En cambio, se incorporaría el impacto de beneficios estatales como el programa Remediar, el plan de Seguridad Alimentaria y otras variables como la vivienda, el acceso a servicios, la salud y la educación. Lo anticipó a Página/12 Claudio Comari, director de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). El funcionario calificó de “absurdas” las mediciones privadas que ubican la pobreza entre un 30 y 37 por ciento. “La primera vez que la pobreza cruzó el 30 por ciento fue en octubre de 2001, con el ajuste de Cavallo que incluyó un recorte de salarios”, descargó.
Según la última medición del Indec, la pobreza cayó en el primer semestre en forma interanual de 17,8 a 13,9 por ciento. También lo hizo la indigencia y se ubicó en 4 por ciento. La baja resultó llamativa para la mayor parte de los analistas, en un contexto recesivo y de una crisis internacional de magnitud fenomenal. Sin embargo, Comari avaló los datos: “El empleo desmejoró recién en el segundo trimestre del año y la incidencia sobre la pobreza se reflejó en una desaceleración de la baja que se venía produciendo; como con la indigencia, que casi se planchó”.
Sin embargo, las críticas y el malestar que produce el dato a la baja no pasa desapercibido para el Indec. Más allá de que hace ya un tiempo considerable que desde el organismo manifiestan la idea de modificar la metodología del índice, Comari ofreció algunas precisiones sobre el tema. La idea es ampliar el abanico de variables que se toman en cuenta. “Se pretende reflejar el bienestar –o su carencia– a través del ingreso, el consumo y la situación patrimonial”, explicó. El ingreso monetario es la medición que actualmente se lleva a cabo, comparándolo con la canasta básica. Se trata del salario, las pensiones y jubilaciones y asignaciones de diversa índole (como planes sociales), siempre que sea en dinero.
En cambio, la incorporación de parámetros de consumo y patrimoniales promete, para el organismo, dar un panorama más preciso. Según lo que adelantó Comari a este diario, programas públicos de diversa índole entrarán en consideración. Entre ellos estará el programa Remediar, que facilita el acceso a los medicamentos de la población de escasos recursos. También formará parte el Plan Nacional de Seguridad Alimentaria. En este último caso, la medición se perfeccionaría, ya que en algunas provincias el beneficio es monetizado, lo que sí se tiene en cuenta para el actual cálculo. Sin embargo, en otros casos la entrega se realiza “en especie” y, en función del presente método, no influye en la pobreza, por lo que un ingreso que es idéntico es tratado estadísticamente en forma diferente.
Comari sostuvo que la medición de pobreza no se debe reducir a la capacidad de compra en el mercado y ejemplificó que “una persona que viva en un basural, por más que tenga un ingreso que duplique la línea de pobreza, vive en condiciones que no son dignas materialmente”. Así, el índice también incluirá las condiciones medioambientales, como acceso a servicios públicos y cuestiones patrimoniales, como la necesidad de alquilar la vivienda.
La nueva metodología pretende que la acción o no del Estado en planes en intervención “directa” tenga mayor incidencia. “Si los programas andan bien, que la pobreza baje y si andan mal, que suba”, afirmó Comari. Es que la actual medición fue instrumentada en los ’90, al compás del desmantelamiento del Estado. De esta forma, todos los destrozos en materia social que el neoliberalismo propició no se reflejaban en el índice, y a precios planchados e ingresos estables, la pobreza estaba controlada. “Requiere mayor complejidad técnica, pero ya han habido avances en casi toda la región para mejorar la medición”, indicó el director de la EPH.
Más allá de estos avances, la medición de pobreza no goza de representatividad por una fuerte subestimación en la variación de precios (al menos previo a la crisis), algo sobre lo que todo el espectro académico coincide y que no se ha resuelto aún. Con este nuevo método, no se sabe a priori cuál será el efecto sobre la magnitud del índice.
El Indec también trabajará sobre indicadores de “trabajo decente”, como por ejemplo, la concordancia entre las actividades para las cuales se formó el trabajador y aquellas que realiza en la práctica laboral.
Informe: Javier Lewkowicz.
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