Miércoles, 14 de octubre de 2009 | Hoy
ECONOMíA › OPINIóN
Por Francisco dos Reis *
La pobreza, como a todos, me persigue casi como tema excluyente. He visto algunos informes internacionales y es cierto que la situación nos degrada y avergüenza. Veo a la gente que carga carritos, como animales, y recuerdo la difundida afirmación: ¡no quieren trabajar!; ¿quién puede generalizar semejante observación ante semejante esfuerzo en condiciones infrahumanas? Participar en el Frenapo fue la experiencia más vívida que tuve como militante social y dirigente empresario. Lo que va unido para mí, porque tengo un compromiso con la sociedad a la que pertenezco, no estoy pensando en mi empresa como el único objetivo de mi vida sino en el país que dejamos a nuestros nietos. En aquella propuesta trabajamos junto a la CTA (Central de Trabajadores Argentinos), el IMFC (Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos), en aquel momento Federación Agraria, el Serpaj (Servicio de Paz y Justicia), las comisiones de derechos humanos, personalidades como el Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, la hermana Martha Pelloni y una enorme cantidad de organizaciones.
En el momento culminante, cuando habíamos encontrado una respuesta social que indicaba la presencia del sentido de solidaridad en nuestro país, fuimos a ver a la Iglesia para proponerles sumarse. Estaban presentes una cantidad de obispos, Pérez Esquivel les planteó vehementemente por qué no se comprometían más con los pobres. Quedamos todos sorprendidos por su respuesta, luego de un recorrido de siete días por un país mucho más sensible y responsable que ese conjunto de dignatarios. Hoy vuelvo a sorprenderme escuchando lo que dicen sobre la pobreza, que sin duda existe. Sabemos que falta mucho por hacer en la política de inclusión social desde todas las instituciones, pero resulta degradante la integración del actual coro de voces que hablan de la pobreza como si hubiera empezado hoy. Porque son los mismos que dieron la espalda, fueron ajenos en los momentos más cruciales, es indigno utilizar un tema de tamaña significación social como una estrategia política. Parecen las damas del siglo XIX que hacían té canasta para atenuar la miseria que su clase social generaba. Hay responsables de la pobreza en la Argentina: los que tienen todo, los que giran dividendos, los especuladores y ladrones de guante blanco, los que violan los más elementales derechos de la condición humana, los que discuten cien pesos para mejorar el salario básico. Todos ellos tienen responsabilidad. El Gobierno, la mayor, pero las organizaciones del conjunto de la sociedad somos corresponsables. Esperamos que en el Consejo Económico y Social se centralice el debate sobre la pobreza, la inclusión y la responsabilidad de todos los actores de esta prioridad nacional.
* Directivo de Apyme.
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