La preocupación del Gobierno por las restricciones al ingreso de productos argentinos a Brasil va en aumento. Ayer, el canciller, Jorge Taiana, hizo conocer su molestia a través de un comunicado oficial, en el que se señala que “varios camiones con productos perecederos argentinos están siendo demorados en las diferentes fronteras con el país vecino sin previo aviso”. A raíz de la situación generada, el gobierno argentino citó al embajador de Brasil en Buenos Aires, Mauro Vieira, a quien le será transmitida “nuestra preocupación por estas decisiones que interrumpen el flujo comercial entre ambos países”, según anticipó la Cancillería.

Alfredo Chiaradía, secretario de Relaciones Económicas Internacionales, será el encargado de recibir al embajador Vieira esta tarde para hacerle conocer la posición del gobierno argentino. Los inconvenientes con las barreras paraarancelarias ya llevan varias semanas. La semana pasada, la presidenta Cristina Fernández había aludido al tema, durante una recorrida por la fábrica de camiones Iveco. “Hablaremos con nuestro principal socio del Mercosur para que levante las prohibiciones de ingreso de camiones argentinos”, dijo la Presidenta entonces.

Pero en esa oportunidad se refirió exclusivamente al paso de vehículos por la frontera. “Una asociación estratégica debe tener ventaja para los dos socios y estoy segura de que cuando venga el presidente Lula vamos a tratar este tema y llegaremos a un acuerdo. Nosotros vamos a hacer el esfuerzo para acordar con las cámaras, las fábricas y el Estado para renovar las flotas de camiones”, indicó, aludiendo a una de las restricciones planteadas por las autoridades fronterizas brasileñas.

Las barreras paraarancelarias impuestas por Brasil habían sido interpretadas por los negociadores argentinos como una respuesta a las trabas que aplica el Gobierno de este lado de la frontera a productos fabricados en Brasil. Desde el Palacio de Itamaraty, sede de la Cancillería brasileña, identifican como el mayor inconveniente a la sustitución de sus exportaciones por otras similares de origen chino. Entre otros, celulares y notebooks, armadas en el puerto franco de Manaos (norte de Brasil). Como, además, la moneda brasileña, el real, viene con franca tendencia a valorizarse respecto del dólar, las exportaciones del país vecino tienen una desventaja adicional respecto de la competencia internacional.

Las medidas que aplicó Brasil a las exportaciones argentinas consistieron en retirar a una serie de rubros de la denominada lista de aprobaciones automáticas, aquellas que no requieren licencia previa para ingresar en el mercado del país vecino. Harinas de trigo, aceites y vehículos quedaron integrados en dichas disposiciones. Como la medida fue adoptada sin aviso previo, a una buena cantidad de productos los sorprendió ya en camino hacia su destino. La demora en lograr la autorización de nacionalización de la mercadería –ingreso a plaza brasileña– podría llegar a medirse en semanas.

El conflicto, sin solución por los carriles que encarnan los negociadores comerciales, pasó a instancias diplomáticas. Chiaradía recibirá esta tarde al embajador Mauro Vieira, a quien le presentará la preocupación argentina formalmente. Es un aviso, simplemente, ya que no se espera ni se exigirá respuesta inmediata. Pero entre socios estratégicos, equivale a una señal de alarma.