ECONOMíA › CRITICAS A LA CONVERTIBILIDAD Y A POLITICAS DE ORGANISMOS FINANCIEROS

Si hay recuperación no se la debemos a nadie

Roberto Lavagna endulzó los oídos industriales al pegarles fuertemente a las políticas de retraso cambiario y juzgó como “ignorantes” a quienes la aplicaron e incluso se reiteraron en el error. El sistema financiero internacional, dijo, financió la fuga de capitales en el 2001 y negó préstamos en 2002, pese a lo cual Argentina se recuperó.

Roberto Lavagna compartió con los empresarios que participaban de la Conferencia Industrial su optimismo sobre la evolución de la economía. “Creo firmemente que estamos al inicio de una onda expansiva”, señaló. Este “hecho objetivo” demuestra que “las relaciones externas no son la clave de la reactivación”. Que el Fondo Monetario no apoye a la Argentina luego de que haya pagado más de 4000 millones de dólares en lo que va del año, mientras que en el 2001 hayan entrado 9500 millones “para financiar la fuga de capitales” es una muestra más de que “algo anda mal en el sistema financiero internacional”, agregó. Además, destacó que el verdadero crecimiento de la economía “sólo puede lograrse con el crecimiento de la masa salarial”. Fue la única de las ocho oportunidades en que el ministro fue interrumpido por aplausos en que el aliento fue dubitativo.
El discurso de Roberto Lavagna estuvo lleno de expresiones que agradaron a los industriales. En especial cuando haciendo un balance de los males de la economía argentina se refirió a los “17 años de sobrevaluación cambiaria en el último cuarto de siglo”. En el auditorio se encontraban muchos de los empresarios beneficiados por la pesificación y los aplausos fueron generosos.
Pero Lavagna también hizo una crítica de los sectores dirigentes que de uno u otro modo apoyaron esta situación. Sostuvo que el resultado del modelo imperante desde mediados de la década del 70, caracterizado por la sobrevaluación cambiaria, solo pudo mantenerse merced al endeudamiento externo y el déficit fiscal. “Este tipo de modelo, no importa que se llame tablita cambiaria o convertibilidad, no puede mantenerse sino con un respirador artificial”, graficó. “No importa cómo se llame, puede ser blindaje o megacanje”, pero “el resultado es (siempre) mayor endeudamiento, más estancamiento y desarticulación social”, agregó. “Nos hemos comportado como unos ignorantes”, sostuvo. “Se puede ser engañado una vez, pero dos veces linda con la tontería”, concluyó. La catarsis fue dura, pero sirvió para lograr la comunión de los participantes.
A partir de esta realidad, el camino que se propuso el Gobierno fue “una renegociación con los organismos que no incluye el pedido de fondos frescos”. Para el ministro la actual negociación con el FMI no debe ser “para zafar”, sino “para cumplir y que a la vez sea compatible con los objetivos de crecimiento que nos hemos propuesto”. “Si uno empieza con excusas –señaló–, termina ejecutando un modelo en el que no cree. O lo que es peor, un no modelo”, graficó. Desde la primera fila, el diputado frepasista Darío Alessandro asentía.
Lavagna no sólo afirmó que la economía argentina está creciendo, sino que también proyectó la cifra para el año próximo: “La tasa de crecimiento promedio será del 4 por ciento”, sostuvo. “Fíjense que no digo 10 por ciento, porque ese cuento ya lo escuchamos y terminó mal”, completó.
Tampoco faltaron las admoniciones. Lavagna explicó a los empresarios que la decisión del Gobierno “es decir no a los pedidos de carácter sectorial” para procurar hacer rebajas impositivas de alcance general y en ese sentido señaló que el IVA “es el candidato principal” para seguir ese tipo de política. Además sostuvo que “no está en estos momentos en los planes abrir el corralón”, al descartar así versiones en ese sentido.
A la hora de las preguntas, alguien desde una mesa de empresarios consultó “cuándo se puede bajar la desocupación a un dígito”, quizás demasiado montado en el clima eufórico del encuentro. Lavagna tuvo que asumir el rol de poner las cosas en su lugar. Primero, explicó que el empleo “es la última variable en reaccionar” a una recuperación, y agregó un comentario que mereció más de una controversia: la demora en reaccionar se debe, en parte, a la falta de flexibilidad en las normas laborales. Sin embargo, aseguró que no faltan datos positivos en esta materia, como por ejemplo que hay una fuerte caída en las proporciones de despidos. Por ello, se esperanzó en que la medición de desempleo de octubre (se conoce a mediados de este mes) arroje alguna mejora respecto de las anteriores. El ministro también apuntó que la recuperación de estos últimos meses tuvo que ver, hasta ahora, exclusivamente con un efecto de sustitución de importaciones, pero que todavía no hay registro de impulsos a la economía que vengan traccionados por mejoras salariales. “Es lo que falta”, planteó, destacando que “algo” había hecho el Gobierno con la mejora de 100 pesos en los haberes de bolsillo para el sector privado, que ahora se busca continuar con una mejora adicional, en la que “estamos trabajando, porque creemos que hay condiciones para hacerlo”.

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Roberto Lavagna frente a un auditorio industrial deseoso de pasarle factura a los ‘90.
 
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