El Ministerio de Industria cerró una investigación por dumping en el mercado de telas para jeans y dispuso un valor mínimo de importación para los productos provenientes de China. Según datos de la Cámara de Productores de Denim, Corderoy y Afines, la participación en el mercado local de las telas provenientes del país asiático creció desde menos del uno por ciento en 2005 hasta el 20 por ciento en 2009, desplazando a productores locales a través de la “competencia desleal”, con precios muy por debajo del costo de producción. En el sector resaltan que la política comercial oficial desde que explotó la crisis internacional, a través de licencias no automáticas de importación, antidumpings y valores criterio, contribuyó a preservar puestos de trabajo frente a la intensa competencia china. En ese país el disciplinamiento de la fuerza de trabajo y los bajos salarios aseguran una competitividad muy alta.

Según denunciaron desde Cadeco ante Industria, el denim proveniente de China ingresaba antes de 2008 a un valor de un dólar el metro de tela, cuando en general el precio suele oscilar entre 2,5 y 5 dólares. Esto permitió que las importaciones pasaran de 100 mil metros en 2006 a casi cuatro millones al año siguiente, luego de caer un convenio de la OMC que regulaba el comercio del artículo. Para 2008, se llegó a casi siete millones de metros, en un mercado total donde se consumen unos 50 millones de metros anuales. Por eso, la cartera industrial aplicó provisoriamente un antidumping para frenar las compras desde China. Finalmente, la medida se oficializó estableciendo un valor mínimo de importación FOB (incluidos los costos de transporte) de 3,13 dólares el metro de tela. Es un nivel similar al que cotiza el metro importado desde Brasil.

A causa del antidumping que ya regía, la importación desde China cayó a 200 mil metros en lo que va del año, y se espera que ahora baje aún más. Ante esta situación, los productores locales aseguran tener suficiente capacidad para abastecer la demanda. Carlos Basaldúa, titular de Cadeco, indicó a Página/12 que las empresas que adquieren la tela de Asia son en general “fantasmas” u “oportunistas” y el producto terminaba en mercados como La Salada o la calle Avellaneda. Estos importadores no presentaron una defensa de su actividad en el marco de la investigación oficial.