El FMI presentó ayer su Panorama Económico Mundial, con estimaciones para lo que queda del año y para 2011, un informe que desde 2003 siempre estimó menos crecimiento para la Argentina que el que finalmente tuvo. En este caso, el rasgo pesimista estuvo en el pronóstico de un aumento del desempleo en 2011, que llegaría a 8,6 por ciento. En la misma tónica, el crecimiento del PIB previsto es de 7,5 por ciento en 2010 y de 4 por ciento el próximo año, estimaciones que están por debajo de las expectativas de las consultoras privadas locales. Desde la salida de la convertibilidad, los datos del FMI se revelaron, además de negativos, sistemáticamente erróneos, subestimando el avance de la economía argentina. Por otro lado, el organismo volvió a publicar las singulares aclaraciones hacia las estadísticas oficiales, resaltando la falta de credibilidad del Indec.

En su informe sobre las Perspectivas Económicas Mundiales, el FMI ha estimado desde 2003 tasas de crecimiento por debajo de las finalmente corroboradas en el país. En 2003 dijo que el PIB crecería 3,0 por ciento y lo hizo 8,8; en 2004 publicó 5,5 y fue 9,0; en 2005 proyectó 6,0 y fue 9,2; en 2006 auguró 7,3 y fue 8,5; en 2008 consignó 6,5 y fue 6,8. De la misma forma, hace un año estimaba que en 2010 la economía argentina iba a crecer sólo 1,5 por ciento. El FMI ahora elevó ese pronóstico a 7,5, aunque en el Gobierno prevén que el crecimiento llegaría al 9 por ciento. Para el año que viene, el FMI proyecta un 4 por ciento, un dato que está en línea con la estimación que figura para el período en la Ley de Presupuesto, aunque por debajo de la previsión de analistas privados.

El organismo resalta que América latina viene creciendo por encima de lo esperado (ver aparte). En ese contexto, “los países exportadores de commodities se continuarán beneficiando de la fortaleza de sus términos del intercambio, incrementando el vínculo comercial con China y con otros países de la región”, indica el informe. En ese grupo está incluida la Argentina, que junto con Paraguay mostrarían un “alto crecimiento sustentado en buena medida por el aumento de los lazos comerciales con Brasil y el rebote en la agricultura luego de la sequía del año pasado”, agrega. Por su parte, el economista jefe para la región del Banco Mundial, Augusto de la Torre, colocó a la Argentina entre “los países más robustos en crecimiento”, un grupo en el que el funcionario incluye a aquellas economías que avanzan a tasas entre el 7 y 8 por ciento.

Tanto en 2010 como en 2011 la inflación en la economía local para el FMI será de 10,6 por ciento. En el primer caso la cifra coincide con la del Presupuesto, aunque para el año que viene la proyección supera a la oficial. Como viene sucediendo en los últimos reportes, el Fondo llamó la atención sobre la Argentina, aclarando que “los analistas privados estiman que la inflación ha sido considerablemente superior –a la oficial–. Las autoridades han creado un comité de académicos para trabajar en el asunto”. Aun utilizando las cifras del Indec, tanto en 2010 como en 2011 la inflación local es la segunda más alta de la región detrás de Venezuela y está entre las más elevadas entre todos los países relevados.

La tasa de crecimiento de la economía argentina para el FMI caerá hasta el 4 por ciento en 2011, generando un aumento del desempleo, que desde el 8,0 por ciento de 2010 subiría a 8,6 por ciento el año que viene. Aquí también el Fondo aclara que “analistas privados estiman que el crecimiento del PIB real ha sido más bajo que las cifras oficiales desde el último trimestre de 2008”. En relación con el sector externo, el FMI espera que el superávit en cuenta corriente llegue a 1,7 por ciento del PIB este año y caiga a 1,2 por ciento en 2011.

El informe del Fondo sale a la luz en el marco de la Asamblea Anual del organismo, que comienza mañana en Washington. Hacia allí viajarán hoy por la noche el ministro de Economía, Amado Boudou, y la presidenta del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont. Los directivos del FMI suelen presionar para que la Argentina acepte la revisión anual de la economía que supone el artículo IV del estatuto del organismo. En muchos casos esta auditoría en realidad resulta ser un despliegue de recetas ya conocidas de parte del FMI y funcionales al establishment local, incluyendo el ajuste fiscal, la apertura comercial o la liberalización de los flujos de capitales. Por esta razón las autoridades argentinas se niegan a aceptar la revisión.