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La Cámara de Diputados convirtió en ley el largamente postergado proyecto que transforma el Impuesto a la Transferencia de Combustibles (ITC), que se aplica a los combustibles líquidos y al gas natural, en una alícuota, esto es, en un porcentaje del precio en vez de una suma fija, como regía hasta ahora. La nueva norma permitirá que al Estado participe de los mayores ingresos producidos por potenciales aumentos de precios. Algo que no sucedió con los incrementos habidos desde la salida de la convertibilidad.
La modificación establece que la nafta con o sin plomo de hasta 92 RON sean gravadas con una tasa del 70 por ciento, en tanto las naftas de más de 92 RON, así como la virgen, la gasolina natural y el solvente, tributarían el 62 por ciento. En tanto, el gas oil, el diesel oil y el kerosene serán gravados con un porcentaje del 19 por ciento, siempre sobre el precio de venta. Complementariamente, la nueva ley establece que ningún tipo de nafta podrá pagar menos de 0,5375 pesos por litro, en tanto gas oil, diesel oil y kerosene no pagarán menos de 15 centavos por litro. Las tarifas diferenciales motivaron las críticas algunos tributaristas que argumentaron potenciales problemas de complejidad fiscal y adulteración.
Además, la norma faculta al Ejecutivo para establecer alícuotas diferenciadas para los combustibles que se consumen en zonas de frontera. El argumento es “corregir asimetrías originadas en las variaciones del tipo de cambio”. También otorga al Ejecutivo la atribución de aumentar hasta en un 25 por ciento y a disminuir hasta en un 10 por ciento las alícuotas sobre las que se calculará el ITC según el tipo de combustible.