ESPECTáCULOS
Los años en que el Teatro Colón le prestó escenario al peronismo
Un documental que se emitirá hoy en Canal (á) revisa la influencia de Evita en el máximo coliseo, revelando historias apasionantes.
Por Oscar Ranzani
El teatro Colón, símbolo máximo de la lírica y la danza en Argentina, fue calificado en numerosas oportunidades como un centro de cultura elitista. Sin embargo, durante los gobiernos de Juan Domingo Perón ese sitio vivió un período inverso: un período populista. Fue así como en esa época se llevaron a cabo diversos actos vinculados a la vida política del país en el Colón que, a su vez, fue sede de numerosos actos proselitistas. Perón dio allí varias conferencias y, en una oportunidad, también los obreros protagonizaron la Semana de la Minería y otras manifestaciones. El documental que exhibirá canal (á) hoy a las 14.30 (repite a las 20.30 y el domingo a las 14.30) en el marco del ciclo “Bravissimo” recorre estas historias y pone el acento en la figura de Evita quien, según algunas opiniones, se preocupó de que la masa obrera tuviera acceso al Colón. El especial tiene otros testimonios de historiadores o artistas que cuestionan a la abanderada de los humildes porque –sostienen– favorecía a algunos artistas mientras condenaba al ostracismo a otros.
“Hubo cierta democratización del teatro. Había funciones para gremios”, recuerda el historiador Hugo Sanguinetti, quien posteriormente confiesa los pro y los contra de Evita. “Se abrió a mucha gente que no había venido nunca. Esto fue, en serio, un aporte importante del peronismo. Yo no soy peronista ni mucho menos, pero reconozco que los cantantes argentinos fueron muy privilegiados y muy honrados. Hubo una serie de artistas que salieron adelante como Delia Rigal, Rafael Lagares, Sofía Bandín, que fueron muy apoyados y pudieron hacer carrera en el exterior”, narra Sanguinetti. El historiador también recalca los puntos en contra de Evita: “Se persiguió a otros porque eran antiperonistas, como Julio Viamonte, que tuvo que cantar con un seudónimo: cuando se enteraron de quién era lo sacaron a empujones. O sea que la política estuvo muy metida en el teatro. En algunos aspectos para bien y, en otros, para mal”.
El especial se detiene en dos hechos distintos pero de gran impacto. Uno de ellos fue un antipático decreto del 25 de mayo de 1946, que dispuso que todas las bailarinas que prestaban servicios en el cuerpo de baile desde hacía veinte años o más debían acogerse a la jubilación. Otro acontecimiento histórico que se menciona en “Bravissimo” es el complot que hubo para asesinar a Perón y a Evita en el Colón, descubierto el 23 de setiembre de 1948: fueron detenidos los 11 conspiradores que planeaban asesinarlos durante la función de gala del 12 de octubre.
Hay dos situaciones que muestran los opuestos de Evita en la elección de artistas: una tuvo como protagonista a María Callas, quien se sintió discriminada en su llegada a la Argentina en 1949. Pero, por otro lado, hubo artistas que gozaban de su aceptación, como la bailarina Lida Martiloni. La crítica e investigadora musical Margarita Pollini subraya que “en las cartas que Callas le mandó a su marido desde Buenos Aires, le dice ‘este teatro está completamente controlado por Evita. Acá la gente me quiere destruir, me quieren ver fracasar. Yo les voy a demostrar que soy más grande’”. El documental refleja también que el enojo de la Callas con Argentina era también económico ya que, en ese entonces, las leyes le impedían sacar lo que había ganado en nuestro país y, entonces, invirtió en pieles.
Distinto fue el trato con la excéntrica Lida Martiloni. Kado Kostzer recuerda que “Lida había sido la primera bailarina en el Colón y había tenido su reinado en la época peronista, porque en aquellos años era la bailarina preferida de Eva Perón. Según cuenta la gente de la época, era una bailarina muy personal, muy difícil, muy controvertida, porque ensayaba tal cual se lo decía el coreógrafo. Y después en el día de la función aparecía en el escenario con una capa, se la abría y tenía unvestido que le había hecho la hermana, que no tenía nada que ver con el que tenía que usar. Encima, bailaba lo que se le antojaba”.