ECONOMíA › HECTOR VALLE RENUNCIO A SEGUIR COMO ASESOR JEFE DE MENDIGUREN, UN MINISTRO SIN PODER
Cuando Producción es un Valle de lágrimas
Decepcionado porque las decisiones se siguen tomando en Economía y en el Banco Central, y no pasan por el nuevo Ministerio de la Producción, dimitió Héctor Valle. Alerta sobre el peligro de una licuación inflacionaria.
Por Maximiliano Montenegro
Aunque pasó desapercibido, porque se manejó con muy bajo perfil, Héctor Valle renunció como jefe de asesores del Ministerio de la Producción, que conduce Ignacio de Mendiguren. Después de haberlo vivido desde adentro, Valle, un economista de larga trayectoria y uno de los primeros ideólogos de la pesificación de la economía, explica en este reportaje exclusivo con Página/12 por qué cree que el gobierno de Duhalde perdió el rumbo y “se fueron frustrando lo que eran buenas intenciones al inicio”.
–¿Por qué renunció?
–No se dieron las condiciones de la idea que yo tenía podía ser el trabajo del ministerio, sobre todo en su relación con otras áreas de Gobierno. En la Argentina hay una tradición muy fuerte de que las decisiones centrales se toman en el Ministerio de Economía. Y eso no se ha modificado en los últimos tiempos. Ese tema de por dónde pasan las deciones en Argentina invalida bastante la posibilidad de un cambio drástico del modelo a favor de la producción, el empleo, etc.
–¿A qué se refiere concretamente?
–A que todas las decisiones clave pasan por el Banco Central, por el Ministerio de Economía, por (la Secretaría de) Hacienda. En consecuencia se consolida un modelo de la economía que sigue siendo fuertemente inequitativo.
–¿Qué tipo de decisiones?
–Por ejemplo, decisiones que implican que determinados sectores se beneficien fuertemente con la devaluación o con la pesificación no son compensadas con otras medidas, tales como establecer retenciones a las exportaciones o gravar las altas rentas. O no se establecen ciertas condiciones desde el Estado: por ejemplo, plantearles a estos sectores que si van a tener todos estos beneficios extraordinarios, el Gobierno precisa un compromiso en materia de exportaciones, de liquidación de divisas en el mercado local, en materia de empleo. Todo esto que a mi juicio es esencial para crear un modelo distinto al que se viene desarrollando en Argentina, está lejos de aparecer en el horizonte.
–¿Y ahora cómo sigue la película?
–Hay un peligro muy fuerte, que yo planteé en los ámbitos de gobierno donde me desenvolví. El problema es que se licue el impacto de la devaluación debido al aumento de precios. Esto por dos razones. Por un lado, porque hay sectores con una enorme capacidad de presión debido a posición oligopólica de mercado: es el caso de los sectores productores de bienes de uso difundido, que son insumos de casi toda la economía: petróleo, siderurgia, aluminio, petroquímica, etc. Por lo tanto, ahí si uno no tiene una política muy activa en materia de precios corre el riesgo de perder todos los partidos. Por ejemplo, esta semana se jugó el partido de los combustibles, que desde mi punto de vista, dado cómo lo encaró el Gobierno, ya está casi perdido. Por otro lado, están los sectores que pueden exportar casi la totalidad de la producción y por lo que están en condiciones de trasladar todo el impacto de la devaluación sobre los precios, mucho más allá del aumento teórico de sus costos, para conseguir rentas extraordinarias. Es el caso típico de los productos agroexportables que integran la canasta básica de alimentos: harina, aceites, etc. En esta última situación el instrumento es claramente las retenciones.
–Es decir que el Estado se apropie de parte de los ingresos extra que perciben estos sectores por haberse devaluado el peso y vender en el exterior en dólares.
–Así es. Porque con eso hay dos efectos muy importantes. Uno, que se mejora la situación fiscal. Dos, se controla las presiones antiinflacionarias. Como esto no se hizo de entrada, yo tengo en duda que en algún momento se pueda implementar. Lo cierto es que con una buenapolítica de retenciones se podría financiar la mitad del seguro de desempleo y formación, tal como lo pedía el Frente contra el Desempleo y la Pobreza, lo cual a su vez reactivaría la demanda. Y sería quizá la única de carácter redistributivo. Porque, si algo está ausente en este programa son las políticas orientadas a mejorar la distribución. Yo he escuchado a ciertas personalidades del Gobierno decir que ahora, gracias a la devaluación, va a haber más oportunidades de producir y exportador, y en consecuencia se va a crear empleo. Es decir, vuelve a aparecer la teoría del .goteo., del .derrame., que en Argentina ha quedado demostrado que no ocurre hasta tanto no se produzcan modificaciones estructurales muy importantes. Hoy se corre el riesgo de que los únicos beneficiarios sean los exportadores y los que tienen una posición oligopólica de mercado. Estos mismos sectores son los que están afectando el plan en tres dimensiones. Son sectores que transfieren a precios mucho más que proporcionalmente el impacto que tuvo sobre sus costos la devaluación. En segundo lugar, son los sectores más renuentes en liquidar dólares de exportación. Tercero, son los más beneficiados de la pesificación de las deudas.
–Simultáneamente se licua el salario de la gente.
–Inevitablemente, al no tener políticas consistentes se licuan los salarios. Pero por políticas consistentes quiero decir no sentar a una mesa como gesto de buena voluntad a los supermercadistas, con los minoristas y los proveedores. Sino tener una política agresiva de los instrumentos del comercio exterior para poder manejar mediante oferta externa (importaciones) los casos evidentes de sobredimensionamiento de los precios internos. O utilizar sin contemplaciones la ley de Defensa de la Competencia.
–Todavía no está claro cómo se va a encender el motor de la economía, porque el sector exportador es apenas el 10 por ciento del producto. Y decíamos recién que la devaluación ya empezó a licuar el poder de compra de los asalariados y que esta tendencia se puede profundizar en poco tiempo. ¿La devaluación fue un remedio peor que la enfermedad de la convertibilidad?
–Cuando nosotros hablábamos de una salida ordenada de la convertibilidad, decíamos que no era sólo cuestión de devaluar el peso, sino fundamentalmente tener una política de ingresos y una política fiscal, con un papel significativo de las retenciones. Acá se ha producido una desgracia: a quienes les tocó instrumentar la salida de la convertibilidad son personas que hasta pocas semanas antes eran fanáticos encendidos de la convertibilidad.
–¿Por ejemplo?
–El ministro Remes (Lenicov) llegó a decir, pocas semanas antes de ser ministro, que antes de devaluar preferiría ir a la dolarización. Paradójicamente, estas personas toman una decisión inicial de establecer un tipo de cambio oficial fijo muy alto (1,40), que de hecho se convirtió en un trampolín de la evolución posterior del tipo de cambio flexible.
–¿Le fijaron un piso muy alto a la devaluación inicial?
–Le fijaron un piso muy alto, con lo cual estamos pagando un costo mucho mayor del que hubiéramos pagado si empezábamos desde la flotación, acompañada de otras medidas como las retenciones y el gravamen a las rentas extraordinarias que se crean con la devaluación.
–¿Por qué el Gobierno no obligó a los exportadores a liquidar los más de 2000 millones de dólares de exportaciones de diciembre y enero que todavía retienen sin ingresar al país a la espera de más devaluación?
–No lo sé. Las declaraciones del presidente del Banco Central, reproducidas por Página/12, en su momento, fueron muy correctas. Dijo que existían los instrumentos y las normas para que se liquiden las divisas. Pero no sé porque la autoridad monetaria no exige el cumplimiento de losplazos fijados legalmente para liquidar las divisas. Esto es muy importante, porque este año Argentina, a causa de la recesión, podría tener un fuerte superávit comercial, y como el país ha dejado de tener crédito externo, el superávit comercial es imprescindible que ingrese al país para afrontar todos los compromisos en dólares.
–¿Por qué un gobierno que sabe lo que les pasó a los ex presidentes De la Rúa y Rodríguez Saá hace un primer planteo para atender los reclamos de la gente y después empieza apresuradamente a arriar banderas, frente a todos los sectores: bancos, petroleras, laboratorios, etc.?
–Yo quiero aclarar que lo que se hizo con la pesificación fue correcto, era inevitable. Fue un error provocar un descalce entre depósitos y préstamos, todo debió haberse pesificado 1 a 1. Y también fue un severo error decir que se iban a poder devolver los depósitos en dólares...
–Pero pesificar uno a uno depósitos y préstamos significaba transferir una gran masa de ingresos de los depositantes a los deudores, de depositantes pequeños y medianos –que son los que quedaron atrapados en el corralito– a deudores no sólo pequeños y medianos sino también grandes grupos económicos locales y multinacionales...
–Así es. Por eso le decía que mi planteo hubiera sido: voy a buscar alguna forma de compensar a los depositantes, si bien creo que era difícil porque la mayoría de los dólares en los depósitos eran virtuales, nunca existieron. Pero si los grupos de la cúpula van a ser beneficiados con la pesificación -.situación que en la mayoría de los casos creo que es necesaria porque su situación de deudores en el exterior los pone muy vulnerables–, entonces voy a pedir cosas a cambio: la política de exportaciones de la empresa; le voy a exigir un aumento de los dólares que aporta al país en función del gran premio que es la devaluación; le voy a plantear cuál será la política de radicación de capital en los próximos años; y cuántos puestos de trabajo adicional va a crear. Esto hubiera sido realmente una concertación que le hubiera dado un rumbo firme al gobierno. Una cosa es sentarse, vuelvo a repetir, para discutir con las petroleras sobre niveles de retenciones o de impuestos para que no aumenten precios, y otra cosa es plantear desde el principio a cambio de qué va a dar el Gobierno incentivos como la pesificación. Porque otra cosa que se advierte hoy es que no termina nunca la ronda de los reclamos sectoriales. Esta es la manifestación más fuerte de cómo se fueron frustrando lo que, creo yo, eran buenas intenciones al inicio.
–Los reclamos de la gente después terminan manifestando de manera más explosiva. Es una olla que va tomando presión, hasta que estalla, como le pasó a De la Rúa...
–Ese es el riesgo de este tipo de situaciones de fuerte inequidad como las que se han ido creando. El problema de inequidad parece que el Fondo Monetario no lo termina de entender, pero la dirigencia argentina tiene la obligación de advertir esta situación.