El ministro de Hacienda de Brasil, Guido Mantega, se refirió a la devaluación del real, que ayer tuvo la depreciación más pronunciada en lo que va del año, del 2,01 por ciento, y cerró en 2,39 por dólar. La moneda estadounidense quedó de ese modo en el mayor nivel desde 2009. “Este es el nuevo tipo de cambio, nadie puede decir hacia dónde va”, afirmó Mantega, quien pidió a la Reserva Federal de Estados Unidos aclarar sus políticas monetarias para “evitar la volatilidad” en las monedas nacionales frente al dólar. La aceleración de la devaluación brasileña tiene como reflejo un acomodamiento del dólar también en la Argentina (ver aparte).

Frente a la volatilidad, Mantega dijo que el gobierno brasileño tiene “armas” para enfrentarla, como las reservas internacionales de 372 mil millones de dólares. La moneda estadounidense avanzó a 2,39 reales pese a la intervención del Banco Central por segundo día consecutivo en el mercado futuro, para evitar una disparada más grande, un precio que es reclamado por el sector exportador. En lo que va del año, la devaluación del real fue del 17 por ciento y en agosto del 5. “Este tipo de cambio tiene que ver con la Fed y con nuestra balanza comercial (deficitaria en el primer semestre). La economía brasileña está yendo razonablemente bien y en el segundo semestre seguiremos en ese camino”, dijo el ministro.

El diagnóstico de Mantega sobre la evolución de la economía brasileña contrasta con los datos de crecimiento económico. Según un informe del Banco Central de ese país, que anticipa el dato oficial del PBI, el nivel de actividad creció 0,89 por ciento en el segundo trimestre de 2013 en relación con el mismo período del año pasado. El país vecino registra bajas tasas de expansión desde hace dos años.

En tanto, la Bolsa de San Pablo subió ayer 1,2 por ciento y completó ocho días consecutivos de alzas gracias a la apreciación de los papeles de las empresas exportadoras y ante la convicción de los inversores de que el dólar permanecerá en los niveles actuales durante algún tiempo. La apreciación del dólar favorece a los exportadores, que ganan mayor competitividad en el mercado externo y pueden ofrecer sus productos a menores precios. Además, los papeles de las compañías exportadoras, principalmente las de materias primas, se favorecieron por las declaraciones de Mantega respecto de que el gobierno no hará mayores esfuerzos por defender el real y esperará a que el cambio se normalice. En 2009, Brasil también tuvo una abrupta devaluación, que se fue corrigiendo en los años siguientes hasta este nuevo episodio.