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La ministra de Industria, Débora Giorgi, viajó anoche a Brasilia, donde hoy se reunirá con su par brasileño, Mauro Borges, para tratar de acelerar un acuerdo automotor con Brasil que permita recomponer las exportaciones hacia el país vecino en el corto plazo. La participación de los autos argentinos en el mercado brasileño en los últimos años estuvo en torno al 11 por ciento, pero en la actualidad se redujo al 7,5 por ciento, casi un tercio. Los vehículos brasileños, por su parte, suelen tener una participación en el país de entre 46 y 47 por ciento, pero ahora cayeron levemente y están en el 44 por ciento. La intención oficial es que Brasil vuelva a garantizar a los autos argentinos un 11 por ciento de su mercado, a cambio de que se le mantenga ese 44 por ciento en la plaza local. Un esquema similar se negocia para las autopartes.

El automotor es uno de los pocos sectores industriales con una estrategia de integración a nivel regional, que se plasma en la Política Automotriz del Mercosur (PAM), concebida en la década del ’90 a partir de la necesidad de las multinacionales de actuar en un mercado ampliado. La PAM establece un comercio de autos libre de aranceles, siempre que las terminales cumplan con el mínimo del 60 por ciento de integración de partes fabricadas a nivel regional. La importación de autos de extrazona tiene un arancel del 35 por ciento, mientras que la compra externa de autopartes paga 16 por ciento en promedio. A su vez, hay un coeficiente “flex” que limita el desbalance comercial. Si el comercio es deficitario para la Argentina, las importaciones no pueden ser más del doble de las exportaciones, mientras que si Brasil sufre el déficit, ese rojo se puede ampliar un poco más. Cuando se superan esos márgenes, comienzan a regir los aranceles.

En las últimas semanas, las partes consensuaron prolongar la vigencia de la PAN hasta que se firme un nuevo acuerdo sectorial, pero mientras tanto negocian un pacto provisorio que alivie la tensión bilateral. La Argentina busca revertir la caída que sufrieron sus ventas al país vecino en el primer cuatrimestre. Fuentes oficiales aseguraron a este diario que en ese período se exportaron a Brasil unos 30 mil autos menos por un valor FOB promedio de 17 mil dólares. Lo que supuso una pérdida de 510 millones de dólares que se hizo sentir en la balanza comercial. Si finalmente Brasil acepta incrementar sus compras para que los vehículos argentinos vuelvan a alcanzar el 11 por ciento del mercado vecino, el objetivo de corto plazo estará cumplido. Una negociación similar involucra a las autopartes que en términos generales replicaron en los últimos meses lo ocurrido con los autos.

La negociación no es fácil. De hecho, ya hubo varias reuniones bilaterales en los últimos meses. No obstante, en el Gobierno son optimistas. Junto a Débora Giorgi hoy estarán Horacio Cepeda, secretario de Planeamiento Estratégico; Mariana González, subsecretaria de Coordinación Económica, y Carlos Bianco, secretario de Relaciones Económicas Internacionales.

Al mismo tiempo que se negocia con Brasil, el Gobierno trabaja en una batería de medidas para recomponer la demanda interna de autos, afectada en los últimos meses en parte por la suba de precios que aplicaron las terminales. El objetivo es que las ventas aumenten de la mano de Brasil y del mercado local, los dos dinamizadores que llevaron a la industria automotriz a batir su record de producción el año pasado, alcanzando las 790 mil unidades. Este año no se va a poder alcanzar esa cifra, pero el sector apuesta a producir 670 mil, lo que servirá para garantizar el empleo.