ECONOMíA › NUEVAS PRESIONES DE LOS ACREEDORES EXTERNOS
Prólogo a la renegociación
La presión de los sectores que defienden los intereses de los acreedores de la Argentina se manifestó ayer en la autoexclusión de un banco alemán que formaba parte de un “grupo consultivo” para la refinanciación de la deuda. Por su parte, la calificadora de riesgo Standard & Poor’s puso en escena un clásico de la ortodoxia: la demanda de un superávit fiscal muy superior al pactado con el Fondo Monetario Internacional. En Alemania también se lamentaron por la incapacidad del FMI para imponer mayor ajuste a la Argentina, debilidad que se traduciría en una “pérdida de credibilidad” para el organismo.
El alemán Deka Bank anunció que abandonó el grupo consultivo para analizar las próximas negociaciones con los poseedores europeos de bonos argentinos. “El motivo de esta decisión –adoptada en agosto, pero comunicada recién ayer– responde a las diferencias de opinión que mantenemos con el gobierno argentino sobre los objetivos del grupo”, justificó Nicolas Schlotthauer, analista de riesgo para América Latina del banco. El grupo consultivo, integrado por el Deutsche Bank, el DZ Bank y el Deka Bank, se reunió el pasado 24 de julio en Francfort con el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, en la sede del banco Lazard Freres, el asesor de Argentina en las negociaciones.
“El gobierno argentino interpreta que el grupo consultivo es un grupo de negociación, lo que contradice el objetivo original de realizar un intercambio informal de opiniones, entre otros temas, sobre escenarios macroeconómicos”, sostuvo Schlotthauer.
Los principales bancos alemanes calificaron el acuerdo alcanzado por Argentina con el FMI de triunfo para el gobierno del presidente Néstor Kirchner y de derrota para el organismo multilateral. Oliver Stoenner, analista del Commerzban, sostuvo que “parecen confirmarse los temores de una serie de economistas que han cuestionado la semana pasada la credibilidad del FMI”.
El temor de los banqueros parece ser que el país se “envalentone”. “El hecho de que Argentina impusiera su voluntad en la meta del 3 por ciento para el superávit primario de 2004 y no se haya acordado ningún otro objetivo para los años subsiguientes, afectará la voluntad de pago de Argentina”, se quejó Schlotthauer. Con este acuerdo, “las autoridades argentinas se sentirán ahora más alentadas a hacer grandes quitas de capital o a prolongar a muy largo plazo su amortización”, agregó.
Sin embargo, los poseedores de bonos argentinos “no están dispuestos de ninguna manera a perder más dinero del que ya han perdido” y “desde ya podemos adelantar que Argentina dará que hablar por mucho tiempo todavía”, amenazó el economista.
Por su parte, para la calificadora de riesgo Standard and Poor’s, Argentina deberá hacer un ajuste fiscal mayor al jamás realizado por algún país latinoamericano luego de llegar a un acuerdo con los acreedores privados de su deuda, si es que quiere lograr un crecimiento económico sostenible. En otras palabras, el ahorro pactado con el FMI y una renegociación estarán lejos de ser suficientes para estabilizar el problema de la deuda. “Sin importar lo que haga, Argentina seguirá luchando bajo una fuerte carga de la deuda, a menos que reciba una condonación de deuda mucho mayor que la recibida recientemente por otros países que declararon moratorias soberanas, como Rusia, Ecuador o Pakistán”, concluyó.