Martes, 19 de abril de 2016 | Hoy
ECONOMíA › LA MEGAEMISIóN IMPLICARá UNA FUERTE ALZA DE PASIVOS EN MANOS PRIVADAS
La deuda pública neta trepará del 17 al 23,5 por ciento del PIB con la emisión de bonos para pagar a los buitres. Bajos niveles de endeudamiento heredados y un ordenado perfil de vencimientos han facilitado esta inmensa operación con la banca internacional.
Por Tomás Lukin
La colocación de 15 mil millones de dólares de nuevos bonos realizada por el gobierno de Mauricio Macri representan un aumento de 37,5 por ciento en los pasivos en dólares con acreedores privados y organismos multilaterales. Cuando se suman esos fondos destinados a cancelar el apresurado acuerdo con la mayor parte de fondos buitre la deuda pública neta trepa del 17,0 al 23,5 por ciento del PIB. Los bajos niveles de endeudamiento heredados y un ordenado perfil de vencimientos han facilitado la emisión de bonos más abultada en los últimos quince años para un país emergente. La operación representa para el equipo económico un paso fundamental en el proceso de reinserción plena en la lógica del sistema financiero internacional. Así, a los dos nuevos pilares de la política económica, la liberalización financiera y apertura comercial, se sumó ayer el acceso al financiamiento externo.
La decisión política de reducir los niveles de deuda externa redundó en una ampliación del margen de maniobra para la política económica argentina. En 2002, después del estallido de la convertibilidad más del 95 por ciento de la deuda pública estaba en manos del sector privado y agencias multilaterales. Fue a partir de 2005 cuando ese lastre comenzó a perder relevancia como resultado del proceso de regularización de pasivos en default –los canjes de 2005 y 2010– y la política de desendeudamiento. Al concluir el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner el nivel de los pasivos externos había caído hasta el 17 por ciento del PIB.
Entre 2005 y 2015, el país desembolsó casi 200.000 millones de dólares para el pago de vencimientos de intereses y capital. Ese excesivo esfuerzo requerido por la política de desendeudamiento no sólo permitió capear con mayor holgura episodios como la crisis internacional sino que garantizó los grados de libertad necesarios para sostener crecientes niveles de demanda interna e impulsar el proceso de redistribución del ingreso. Esa misma plataforma facilitó ayer el regreso al mercado financiero internacional.
De la mano del HSBC, Deutsche Bank, JP Morgan, Santander, BBVA, Citigroup y UBS, el gobierno emitió bonos por 15 mil millones de dólares que serán utilizados para financiar un acuerdo judicial en Estados Unidos con una porción significativa de los buitres.
Antes del inicio del proceso de globalización financiera Argentina presentaba indicadores de deuda bajos y estables. Los investigadores del Cedes, Roberto Frenkel, Mario Damill y Martín Rapetti, explican que hasta entonces la deuda externa total, pública y privada, contraída fundamentalmente con organismos multilaterales y gobiernos, osciló en un rango de 10 a 15 por ciento del PIB. Uno de los factores determinantes que impulsaron los procesos de endeudamiento externo (y un cambio en su configuración) fue la escalada del precio internacional del petróleo a comienzos de la década del setenta.
Esos flujos de esos petrodólares fueron facilitados en el plano interno a través de la profunda reforma de liberalización financiera de 1977 llevada a cabo durante la última dictadura militar por el ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz. Esa reforma estuvo acompañada por el progresivo levantamiento de los controles cambiarios a las operaciones privadas por cuenta de capital, entre 1978 y 1980. El proceso de apertura financiera irrestricta y endeudamiento se aceleró a partir de 1990 con el Plan Brady y los programas de “estabilización” del FMI. El 69 por ciento de los títulos de deuda externa en poder de los fondos buitres que cobrarán el viernes fueron emitidos durante el Megacanje en 2001. El 31 por ciento restante corresponde a emisiones regulares entre 1996 y 2001, en pleno auge del modelo de valorización financiera.
La dinámica de sobreendeudamiento que comenzó a mediados de la década del setenta constituyó desde entonces en una restricción para el crecimiento económico y una fuente de fragilidad financiera para el país. Al mismo tiempo, el modelo de valorización financiera que garantizó esa dinámica tenía como condición necesaria la pauperización de los sectores populares que se expresó en las elevadas tasas de desempleo y la precarización de las condiciones laborales.
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