Sábado, 15 de octubre de 2016 | Hoy
ECONOMíA › PANORAMA ECONOMICO
Por David Cufré
El jueves al mediodía en el centro comercial de Laferrere los clientes no tuvieron que esperar para ser atendidos. Ni en la panadería La boutique del pan, de Luque y Andrade, ni en la carnicería Ké carne, de Soberanía Nacional y Gutiérrez, ni en la verdulería que está también sobre la calle Luque, ni en la zapatillería de Luro y López May, ni en la casa de electrodomésticos Grupo Márquez, ni en Blues Shoes, ni en la librería y juguetería Topo Gigio, ni en Bravo Jeans, ni en la tienda Winners, todos sobre la ruidosa avenida Luro, ni en la pizzería Big Muzza, ni en la granja y carnicería que está a su lado, ni en la ferretería Roselli. La afirmación del ministro Alfonso Prat Gay del día anterior sobre que la economía dejó de caer, o la que había entregado a principios de agosto su par de Interior, Rogelio Frigerio, respecto a que “ya pasó lo peor en términos de actividad económica”, no se verifica en esos negocios ubicados en uno de los centros neurálgicos de La Matanza. Para quien no conozca, las diez manzanas que empiezan en la estación Laferrere del ferrocarril Belgrano Sur constituyen un polo comercial al estilo de Once o Liniers en la Ciudad de Buenos Aires, con cientos de locales, puestos callejeros, manteros, camiones de reparto, numerosas líneas de colectivos y personas yendo y viniendo de acá para allá. La mayoría son de la zona, de González Catán, de San Justo, de Virrey del Pino, de Rafael Castillo, de Ciudad Evita. “El año pasado vendía entre siete y ocho medias reses por semana. Ahora estamos en cuatro, cuatro y media. De julio para acá se siente una caída muy fuerte. Y no está levantando mucho los primeros días del mes, es como que pasa de largo”, describe Sergio, de Ké carne, quien de todos modos guarda esperanzas en que la crisis revierta y vuelvan los días de buenas ventas. “Yo aposté por el cambio porque me cansé de que robaran”, explica, y se ríe cuando se le hace notar que a su pequeña carnicería le puso un nombre con K.
Sergio y su tocayo de la ferretería Roselli, con treinta años en la misma esquina, responden con amabilidad a la consulta de Páginað12 sobre la marcha del consumo en el inicio del último trimestre del año, cuando supuestamente ya deberían apreciarse los beneficios de la devaluación, la quita de retenciones, la desregulación financiera y los aumentos de tarifas de servicios públicos que sinceraron la economía, de acuerdo a la versión y a las promesas oficiales. Acompañan a este diario en la recorrida por Laferrere los dos conductores del programa de radio Nada es Casual, de FM Fribuay, conocedores del barrio. El mediodía, antes que los chicos salgan del colegio, es un momento de plena actividad. Más aún en la recta final hacia el Día de la Madre, que los comercios esperan con ansiedad para recomponer un poco de caja y descargar stocks que han ido acumulando en largos meses de recesión. Sin embargo, en cada uno de los negocios visitados la imagen que se repite son locales vacíos, a lo sumo con una o dos personas comprando algo, y los vendedores de tiendas de ropa o calzado, que son mayoría, parados en la puerta. Es el caso de Martín, de Blues Shoes, que comenta mientras fuma que las ventas “están muy flojas, 20 o 30 por ciento menos que el año pasado”. Por suerte, se consuela, no tuvo que despedir a nadie. Esa también es una constante en las respuestas. La mayoría de los comercios son atendidos por sus dueños, con uno o dos empleados o familiares que los ayudan, y en ningún caso achicaron la dotación de personal. De todos modos, reconocen con preocupación que no saben cómo seguirán las cosas. “Esto es mucho peor que 2014, no tanto como 2001, pero van pasando los meses y no se mueve. Está muy planchado. El que te diga lo contrario miente”, asegura Sergio, el de la ferretería, afectado por la caída de la construcción.
Quien crea que el modelo neoliberal que puso en marcha Cambiemos tendrá mejores resultados para los sectores populares que el menemismo o la dictadura debe saber que en el arranque, luego de diez meses de gestión de Mauricio Macri, Prat Gay y Federico Sturzenegger, la realidad de Laferrere es comparable a la que atravesó durante aquellas experiencias. A 440 kilómetros de allí, en el hotel Sheraton de Mar del Plata, el jueves al mediodía los ejecutivos del establishment económico que participaron del Coloquio de IDEA también hicieron rememorar aquellas etapas, con definiciones como las del presidente de Fiat, Cristiano Rattazzi, quien dijo al diario La Nación: “La única regla que hay que mantener siempre es que si hay huelga no hay que pagar los sueldos”. “Tampoco se puede arreglar el país en un año, va a llevar tiempo. Las cosas que se hicieron hasta ahora son notables”, agregó, y advirtió que en este período de transición “algunos van a sufrir y otros van a crecer”, según la crónica del diario oficialista. Es un modelo de ganadores y perdedores, como reflejan también los datos consignados en este espacio la semana pasada sobre un crecimiento del 50 por ciento en las ventas de autos de lujo (380 por ciento en el caso de los BMW), con la pick up Hilux liderando de manera inédita el ranking de cero kilómetro más demandados en lo que va del año, por arriba del Volkswagen Gol. Sergio, el de la carnicería, se sorprende al conocer esa información en la charla con este diario.
“Tenemos que esperar a Navidad y Reyes, que mejore ahí, porque si no no sé cómo vamos a hacer para llegar a agosto, el Día del Niño, que es la otra fecha fuerte. Cada vez nos cuesta más juntar la plata para el alquiler. Ya el 20 del mes caen mucho las ventas. Se terminó eso de las primeras y segundas quincenas. Igual no bajamos los brazos, sacamos promociones, inventamos cosas. Ahora para el Día de la Madre estamos ofreciendo moños, papel de regalo, bolsitas, a ver si agarramos algo”, cuenta Graciela, de la librería y juguetería Topo Gigio. Más desanimado luce el joven de aro en la oreja que atiende y cocina en Big Muzza, que ofrece la grande de muzzarela a 59,99 pesos. Está solo cerca de la una del mediodía, con la barra y la media docena de mesas del local vacías. “Mal, muy mal. Qué se le va a hacer”, responde, aunque no se anima a dimensionar la contracción de las ventas porque eso debería decirlo el dueño, justifica. En la carnicería de al lado, una clienta se anticipa a quien atiende en la caja y responde con enojo a la pregunta de cómo va el consumo. “Un desastre, mirá”, señala la señora, de unos sesenta años, con una bolsita con un trozo pequeño de falda para un guiso. Unas cuadras más allá, el dueño de la verdulería que está sobre la calle Luque asegura que el año pasado traía unos treinta cajones de mercadería, y que ahora son entre quince y veinte. “El zapallo anco ya no se puede comprar, está imposible. Lo que más vendemos ahora es papa y cebolla. Ayer traje ese cajón de frutillas y está intacto”, menciona. El Indec confirmó el mismo día que el zapallo anco fue el producto que más aumentó en septiembre, con 34,1 por ciento. En uno de los puestos callejeros de Luro, la vendedora dice igual que el resto de los consultados que las ventas bajaron mucho y que no hay ningún indicio de recuperación. Pasó de vender unas quince camisetas de fútbol por día a ocho, precisa. En la panadería La boutique del pan sostienen que la demanda de facturas y pastelería se redujo de manera notable. “Yo hace seis años que estoy acá y este es el peor momento. Septiembre fue horrible”, agrega el vendedor del Grupo Márquez. El único comercio que transmite un panorama diferente es Yunior, un supermercado mayorista que vende pan dulces a 20 pesos y tiene un largo pasillo de góndolas, que son estantes de madera, repletas de fideos, los más baratos a seis pesos. Clientes que antes iban a supermercados como Wall Mart se han inclinado a su negocio, con mejores precios, atribuye Héctor.
La economía en Laferrere no ha dejado de caer. Si en algún momento de 2017 rebota, después del desplome de este año, seguramente no será por un cambio de modelo económico, cuyas consecuencias de aumento de la desigualdad social se reproducen a lo largo y ancho del planeta y también en la historia nacional. Domingo Cavallo supo tener sus años de gloria entre 1992 y 1994, justo antes de que lo peor de la transformación neoliberal que se producía mientras tanto estuviera por venir. La CGT haría bien en recordarlo si no quiere volver a ser cómplice en ese proceso.
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