ECONOMíA › LA FUTURA CONDUCCION DISCUTE ALTERNATIVAS PARA MOVER LA PARIDAD
Sabores de la cocina económica de Duhalde
Un dólar a 1,30 o 1,40 pesos, con desdolarización de tarifas y masiva refinanciación de deudas en divisas de particulares. Es el escenario sobre el que trabaja el equipo de Remes Lenicov y que el viernes sería anunciado como parte del nuevo plan económico.
Por Cledis Candelaresi
El futuro ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, anunciará el viernes un nuevo programa económico, que tendría como punto central una devaluación del peso, producto de la fijación de un nuevo tipo de cambio entre 1,30 y 1,40 pesos, preámbulo de un futuro régimen de flotación. Para evitar que esa corrección desate una carrera inflacionaria y provoque una masiva cesación de pagos de quienes tienen deudas en dólares, los economistas próximos a Eduardo Duhalde piensan dos cosas: contener el precio de las tarifas públicas desdolarizándolas y promover la refinanciación masiva de las deudas en divisas de los particulares. Aún no están precisados los costos del nuevo esquema monetario, empezando por los que debería afrontar el Estado que recauda en pesos y debe en dólares. Las peores noticias, sin embargo, están reservadas para los asalariados y los ahorristas: los primeros, indefectiblemente, perderían parte de su remuneración real; los segundos seguirán sin disponer de sus depósitos por un tiempo aún indefinido, aunque con el aliciente de que podrían recuperar algún día su dinero en la moneda pactada.
La devaluación que tanto Remes como el propio Eduardo Duhalde objetaron hasta hace poco parece haberse impuesto por las circunstancias. “Ninguno de nosotros ve la devaluación de un modo jubiloso, pero debemos sincerar la situación”, comentaba anoche a este diario un colaborador duhaldista, que participa en la génesis del plan económico. “La propia esencia del modelo terminó con la convertibilidad”, sentenciaba anoche el propio Eduardo Duhalde al término de la Asamblea Legislativa.
Nadie próximo a aquel tándem justicialista le reconoce alguna sobrevida a la relación de un peso por cada dólar. Pero la idea de dejar flotar el peso de inmediato, tal como anhela Remes, fue perdiendo consenso por el riesgo de que el dólar se catapulte a la estratosfera y, tras él, los precios. Hasta última hora, los técnicos próximos al futuro equipo discutieron entre la aplicación de una banda cambiaria para que el peso oscile, con el riesgo de que el Central no disponga de las suficientes reservas como para defenderla, y la aplicación de entrada de un nuevo tipo de cambio con control de cambios.
Finalmente, habrían optado por la alternativa de devaluar y dejar para un futuro no precisado, cuando la situación fiscal se estabilice y la confianza se recupere, el esquema de flotación, ligando el peso no sólo al dólar sino a una canasta de monedas que incluiría el euro y el real.
Pero la definición monetaria será sólo el punto de partida de un complejo programa económico basado en los siguientes puntos:
- Presupuesto equilibrado. El esquema de flotación está ligado a un presupuesto muy austero, con equilibrio e, inclusive, superávit fiscal. Es otro de los ambiciosos objetivos que anoche los técnicos oficialistas imaginaban cómo podrían alcanzar a partir del año que recién se inicia.
- Desdolarización de las tarifas públicas. La apuesta consiste en renegociar los contratos de las empresas públicas privatizados para desengancharlos del dólar y evitar, así, que la devaluación encarezca el precio de estas prestaciones esenciales, que forman una parte sustancial de los insumos industriales y del gasto familiar.
Del mismo modo, podría aplicarse un impuesto (retenciones) sobre las ventas al exterior de gas y petróleo, con un supuesto doble efecto: el Estado recaudaría más y se fijaría un precio neto de exportación más bajo, evitando que se dispare el valor del combustible en el mercado interno.
- Inflación contenida. Una apuesta tan endeble como esta última es que la recesión frenará cualquier desborde generalizado en los precios y, a raíz de esto, la inflación sería inferior a la corrección cambiaria.
- Refinanciación de las deudas en dólares. Hasta hace pocos días, Remes Lenicov especulaba con la pesificación de las deudas en dólares al tipo de cambio actual (1 a 1), que luego se indexarían por la variación de precios. Pero esta eventual compensación para quienes asumieroncompromisos en divisas habría sido descartada, entre otras razones porque resultaría injusto para quienes aceptaron endeudarse en pesos, pagando por ello mayores tasas de interés. Desde el Estado se impulsaría una renegociación de las deudas en dólares, a mayor plazo de pago y menor tasa de interés. Un punto aún no resuelto es si se haría una distinción entre deudores chicos y grandes, y si habría algún auxilio fiscal a las empresas que tienen deudas en divisas contraídas con proveedores o entidades financieras extranjeras.
- Depósitos. Serán mantenidos en la moneda original, de modo tal que quien tenga depositados dólares pueda recuperarlos en un futuro aún no definido. La intención es eliminar progresivamente el corralito bancario, pero aún no hay modo de desmantelarlo de una vez. Tampoco, una definición acerca de si habrá un tratamiento discriminado para plazos fijos o cajas de ahorro, ya que muchos de aquellos fueron transferidos a cuentas a la vista.
u Aumentar la emisión de Lecop para financiar seguros de empleo y formación. Es imprescindible para darle liquidez a la economía, para lo cual el Estado ampliaría la emisión de estos bonos. Los recursos así generados podrían ser utilizados para costear parte de programas sociales, en particular uno que permita auxiliar a los actuales desocupados. La promesa de Duhalde fue transformar el propósito de Rodríguez Saá de crear un millón de puestos de trabajo, en otros tantos seguros de empleo y formación.
- Renegociación de la deuda pública. El nuevo equipo ratificaría el default declarado por el ex efímero presidente, Adolfo Rodríguez Saá. La renegociación de la deuda externa se encarará con intención de aplicar una quita sobre el capital y obtener un período de gracia nunca inferior a un año. Esta sería la prioridad.
Pero la revisión también incluiría al tramo local, ya renegociado por la anterior gestión. La intención es disminuir la tasa, pactada en 7 por ciento. Según especulan los técnicos próximos al nuevo oficialismo, bajar sólo dos puntos el costo de la deuda local significaría un ahorro anual de 1000 millones de dólares, con lo cual el estímulo para sentarse nuevamente con las AFJP y los bancos locales es verdaderamente muy poderoso.
Salvo el seguro de desempleo, paliativo al que se refirió expresamente Duhalde después de su designación, y el aliciente para los exportadores que significa la devaluación, el plan duhaldista carece de elementos reactivantes. La prioridad, dicen los allegados al presidente electo, es “estabilizar la economía”. Es decir, apagar el incendio.