ECONOMíA
“El país necesita tener un banco de desarrollo”
Arnaldo Bocco, titular del BICE, descree de los que dicen que la protesta social ahuyenta la inversión. Afirma que el país está en “un proceso de crecimiento incomparable” y ahora el desafío es construir un proyecto nacional.
Por David Cufré
“El recinto de la Bolsa de Shangai es tan grande como el estadio de Boca”, describe Arnaldo Bocco, todavía deslumbrado por las imágenes de China. El presidente del Banco de Inversión y Comercio Exterior (BICE) acaba de llegar de la gira por ese país y se entusiasma contando lo que vio. “Se están levantando 50 torres, este año venderán 5 millones de autos, tienen una corporación con 80.000 millones de dólares para invertir en el exterior”, enumera, para explicar por qué se dice que la sociedad china ocupará el liderazgo mundial a corto plazo. La conclusión, antes de entrar en el análisis de la economía argentina, es que el Gobierno debe promover la integración con misiones permanentes. “Lo peor que podemos hacer es dormirnos y dejar esto en el campo de la retórica. Hay que pasar a los hechos prácticos”, reclama.
–¿El mismo riesgo existe para la economía?
–No, la economía tiene un comportamiento muy interesante. La tasa de crecimiento está consolidada y la proyección es bastante alentadora. Este año la expansión del PIB será fuerte y la inversión crecerá 50 por ciento respecto de 2003.
–Los voceros de la derecha dicen que la inversión no puede crecer a raíz de la presencia de los piqueteros.
–Los piqueteros son la herencia de los años previos a la devaluación. Son una sumatoria de capas geológicas que la economía y la sociedad argentina no quisieron ver durante años. El modelo que impulsa el Gobierno no resolverá el problema en 24 horas, pero el proceso de crecimiento los irá reabsorbiendo. De hecho, la desocupación se redujo y seguirá bajando.
–¿La protesta social influye en la decisión de un empresario a la hora de programar una inversión?
–La inversión está creciendo, las exportaciones están creciendo y lo peor que puede hacer un dirigente político o empresario es ignorar la realidad y llevarse por las tapas de los diarios. La Argentina está en un proceso de crecimiento incomparable con lo que hemos vivido en los últimos años. Hay inversión industrial, generación de proyectos, creación de empresas. No voy a “comprar” dos semanas de titulares de los diarios que muestran que la Argentina está en una hecatombe cuando la economía muestra una realidad muy distinta.
–¿Qué sectores invierten?
–La mayoría de las empresas que han tenido ganancias. Hay inversiones en maquinaria agrícola, silos, en la industria, en la construcción. Es decir, el excedente está volviendo. Es un proceso que no ocurría en la Argentina desde la década del ’60. Durante el gobierno de Illia la economía creció al 8 por ciento anual durante los tres años.
–¿Cuál es la razón, el tipo de cambio?
–El tipo de cambio competitivo es crucial, pero ha cambiado un paradigma. El modelo de los ’90 emborrachó a mucha gente y le hizo pensar que vivía en Manhattan. Lo grave es que hubo una clase política que lo pudo haber frenado y no lo hizo. Ahora el Gobierno está procurando dar vuelta esa situación. Es costoso y llevará tiempo. El gran desafío es construir un proyecto nacional, con una economía soberana, un aparato industrial, desarrollo tecnológico y con equilibrio social.
–Falta mucho para eso.
–Estamos en los comienzos. Hay problemas graves no resueltos, pero que se resolverán en un plazo relativamente corto.
–Desde sectores progresistas se le cuestiona al Gobierno la falta de velocidad para producir cambios de fondo en la distribución del ingreso. Se dice que Lavagna es demasiado gradualista. ¿Cuál es su opinión?
–Siempre hay críticas por la velocidad con que se toman las decisiones. Lo más importante de la gestión económica es que está orientada a mejorar la vida de la gente. No hay una sola decisión del Ministerio de Economía que no haya estado pensada desde la gente. Cuando hablamos de la deuda externa, de la política industrial, del Mercosur, siempre está la gente adentro.
–¿A pesar de la flexibilización en la propuesta de la deuda o el acuerdo con Aguas Argentinas muy favorable para la empresa?
–Son procesos de ajuste y en este proceso el 90 por ciento de las decisiones que se tomaron fueron altamente positivas. No encuentro motivos para criticar la política económica por más que haya hechos aislados, que se dan dentro de un marco de posibilidades.
–¿Qué pasa con el crédito?
–Está volviendo lentamente. Buena parte de la recuperación se hizo con autofinanciamiento y repatriación de capitales. Eso puede seguir todavía un tiempo. Hay una gran cantidad de personas que depositaron capitales en el exterior y que descubrieron que aquí había oportunidades de inversión. Entonces ampliaron sus empresas, construyeron edificios, invirtieron en distintos negocios porque vieron que la tasa de retorno sobre el capital cuadruplicaba lo que estaban recibiendo afuera. En segundo lugar, hay una parte de los beneficios de las empresas que se están reinvirtiendo. Y hay sorpresas: un 30 por ciento de crecimiento en las empresas que exportan, de las cuales el 90 por ciento son pymes.
–¿Por qué no se aprecia un salto en las exportaciones?
–Porque todavía exportan por volúmenes bajos. Hay unas 12.000 empresas argentinas que exportan. De ellas, 3000 se incorporaron el último año.
–¿Hay una acción del Estado orientada a consolidar el crecimiento de las exportaciones industriales?
–Es desarticulada, pero existe. Lo hacen las provincias, la Fundación Exportar, la Subsecretaría Pyme, lo hacemos desde el BICE. Hay mucha gente trabajando en esa dirección. Tal vez nos faltan incentivos más fuertes. La Argentina debe duplicar sus exportaciones. Es la garantía de tener moneda dura sin aumentar la deuda externa. Una acción coordinada durante cinco años nos dejará a los piqueteros como un recuerdo.
–¿Por qué Argentina no tiene un banco de desarrollo?
–El país lo necesita. Lo tienen Estados Unidos, China, Canadá, Brasil. El más grande del mundo es el alemán, con 500 mil millones de euros en activos. Necesitamos sepultar el Banade (Banco Nacional de Desarrollo), que era un lugar adonde se iba a tomar créditos políticos para nunca pagarlos y recrear un sistema de financiamiento transparente.
–¿El BICE es un banco de desarrollo?
–Todavía no lo somos, pero pretendemos serlo. Y lo lograremos porque así lo quieren el Presidente y el ministro de Economía. Nuestra misión debe ser estimular la acumulación de capital en la forma que se necesite, desde la construcción de industrias hasta proyectos aeroespaciales y el desarrollo en biotecnología, pasando por inversión en hotelería y turismo y otros rubros. Lo que no se hizo en 15 años, no se puede hacer en uno. Hace falta tiempo. En cinco años podemos tener el germen de una entidad sólida que esté prestando más de 500 millones de dólares por año.
–¿Cuánto presta en este momento?
–En seis meses, desde que podemos prestar directamente a empresas sin pasar por otros bancos, colocamos casi 70 millones de dólares para inversión. El 95 por ciento fue a compañías medianas. La demanda está resurgiendo. Es cierto que no hay crédito a largo plazo. Por eso muchos vienen a nuestro banco, porque tenemos créditos hasta 10 años. El sistema bancario todavía está en un proceso de reestructuración y le llevará un tiempo completarlo, pero que será mucho menos cruento del que vivieron Chile o México.