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Dando la pauta de que la proximidad política no tiene un idéntico correlato en el rubro comercial, el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior de Brasil, Luiz Furlan, advirtió ayer que su país “no tolerará” que Argentina siga imponiendo restricciones al ingreso de productos de la línea blanca. El motivo de la advertencia, formulada esta semana directamente ante Roberto Lavagna vía telefónica, no sólo está inspirada en las distintas restricciones a estas importaciones, sino en el hecho de que ese límite permitió aumentar las compras a Chile y México, en detrimento del socio del Mercosur.
Frente a lo que los industriales argentinos de línea blanca consideraban una verdadera “avalancha” de electrodomésticos brasileños, el gobierno argentino impulsó meses atrás acuerdos entre empresarios del sector privado monitoreados por los Estados o dispuso algunas medidas de emergencia particulares para acotar la provisión de artículos made in Brazil.
Estas restricciones incluyen cupos trimestrales para las cocinas, la autolimitación de los exportadores de Brasil de no vender una cantidad superior a la mitad del mercado argentino, un arancel especial del 21 por ciento para los televisores producidos en la zona franca de Manaos y la fijación de licencias no automáticas de importación para los lavarropas, obstáculo administrativo que ha resultado bastante eficaz para demorar el ingreso de estos productos.
Pero la reactivación de la demanda argentina no sólo permitió que la industria local reaccionara rápidamente, aprovechando a pleno su capacidad instalada, sino que también comenzaran a aumentar las compras de bienes chilenos y mexicanos, lo que motivó una airada protesta de la Asociación Nacional de Fabricantes de Productos Electro-electrónicos de Brasil. Con el aliento de este lobby, también reaccionó el gobierno petista.
En declaraciones televisivas, Furlan advirtió que “Brasil no aceptó reducir su participación en el mercado argentino para favorecer a terceros” y recalcó que, si esto es efectivamente así, “entonces se acabará el juego”. Este presuntamente es el acuerdo de partes que se ha celebrado entre fabricantes de lavarropas ubicados en ambos costados de la fronteras. En la misma nota concedida a O Globo News, el funcionario aseguró que su colega de Hacienda, Antonio Palocci, también hizo un reclamo en este sentido ante Lavagna, alertándole que Brasil podría empezar a poner restricciones a las importaciones que recibe de Argentina.
El planteo no sólo tensa la relación entre los principales socios del Mercosur, sino que genera un debate importante en el seno del propio gobierno de Inácio Lula da Silva, quien avaló la autolimitación de ventas a la Argentina con el propósito de darle oxígeno a la industria local para que pudiera recuperarse. En Argentina, nadie niega que efectivamente haya aumentado el nivel de compras de lavarropas de México o Chile, pero tal repunte no se considera ni demasiado significativo ni lesivo para los intereses brasileños.
“Solamente se está recuperando el nivel histórico”, aseguraba ayer el titular de la Fedehogar, Hugo Ganim, para quien sus colegas de Brasil “dibujan los números” de importación desde terceros países. “Ellos (por los empresarios brasileños) llevan 190.000 unidades al año vendidas y México sólo 3000”, minimizó el empresario local, para quien el problema es que sus colegas del país vecino no quieren cumplir los acuerdos que celebraron a mediados de año para autolimitarse.