SOCIEDAD › UNO DE LOS IMPUTADOS POR RAMALLO APUNTO HACIA SUS SUPERIORES
El papel de los jefes en la masacre
El suboficial Parodi, a quien se le atribuye el disparo que mató al gerente del banco, dijo que nunca disparó y denunció que le cambiaron el arma. Sobre la nutrida presencia de jefes de la Bonaerense en el lugar dijo: “Vinieron para la foto y huyeron como ratas”.
Por Alejandra Dandan
El nombre de Claudio Smith volvió a sobrevolar como un fantasma la causa por la masacre de Ramallo. Ayer, durante el tercer día de juicio oral contra los policías procesados por el crimen de dos rehenes del Banco Nación declaró el suboficial Oscar Parodi, cuyo FAL, según las pericias, disparó el tiro letal contra el gerente del Banco. Frente al tribunal, Parodi repitió que a la hora de los disparos él ya había entregado el arma con el cargador completo. Y, como lo hizo un día antes el entonces jefe de la DDI de San Nicolás, Rubén Isaías, cargó contra los “altos jefes de la Bonaerense” y en especial –sin nombrarlo– contra Smith, un antiguo jefe policial del distrito de Eduardo Duhalde: “Había gente que no era de la zona –dijo–, de Lomas de Zamora, ninguno cercano a la nuestra. ¿A qué vinieron todos esos jefes?”. Y agregó: “No fue normal”.
Este es el segundo juicio por el caso, el primero se hizo en septiembre de 2001. Se condenó a siete personas, entre ellos un policía, por el robo al Banco Nación. Ahora, el Tribunal Federal Oral 1 de Rosario indaga la responsabilidad de ocho policías por lo que se conoció como la Masacre de Ramallo, la balacera que comenzó tras más de 20 horas de negociaciones en el Banco, cuando los tres asaltantes se subieron con los rehenes al Polo del gerente para escapar.
Parodi es uno de los ex policías procesados por los dos homicidios y como suboficial pertenecía al Comando de Patrullas de San Nicolás. Al comienzo negó haber estado en la línea de fuego pero poco después, repentinamente, se autoincriminó. Luego, las pericias demostraron que su arma disparó el primer tiro contra el cuello del gerente, Carlos Chaves, desde atrás, a menos de 20 metros de distancia. El arma era un FAL calibre 7.62. Como sucede en estos casos, la había recibido ese mismo día entre las que se repartieron los uniformados para el procedimiento. La FAL quedó bajo su cuidado, presuntamente registrada en un libro de actas y, se supone, que estaba bajo su responsabilidad. Pero ahora el ex suboficial dice que esos hechos no son del todo ciertos.
Ayer llegó a la sala de audiencias vestido como lo estaba el día de la masacre: jean, una camisa, un buzo azul, un par de mocasines y una gorra de cuero. “Lo único que les puedo decir, doctores –dijo–, es que en ningún momento pegué un tiro. No tengo nada que ocultar y me duele en el alma lo que está pasando. Pensé que trabajaba con gente honesta y evidentemente me equivoqué.”
Parodi hablaba de los jefes policiales que se encargaron de la recolección de las armas. Según denunció, las que se usaron en el operativo se devolvieron de forma irregular. Insinuó que hubo jefes –a los que no nombró– que fraguaron actas de procedimientos para que las armas usadas contra las víctimas quedaran a nombre de policías que no las usaron. Y admitió, por ejemplo, que firmó su acta tres horas después de la entrega del fusil. Otros uniformados, agregó, “limpiaron” sus armas y hubo quienes las entregaron 15 o 20 días después o no lo hicieron nunca. “Yo podría haber cambiado el arma –dijo–: hubo gente que no la entregó y otra que, incluso, la limpió. Dejémoslo ahí, quiero justicia.” Y a la hora de explicar por qué está sentado en el banquillo de los acusados pronunció tres hipótesis: “Puede ser que me hayan cambiado el arma, que la dispararan después (para incriminarlo) o que haya una equivocación en la pericia”. Y repitió: “Para mí, después de que se entregaron las armas hubo algo o hay un equivocación en la pericia”, dijo. El perito Néstor Vicent, jefe de la División Balística de la Gendarmería, salió a rechazar esa posibilidad ayer mismo, durante su declaración testimonial.
Si el Tribunal toma por válido los datos aportados por Parodi, que coinciden con el relato pronunciado el martes durante el juicio por el jefe de la DDI, y si la causa sigue sumando pruebas sobre irregularidades y desprolijidades, la causa Ramallo daría más sorpresas. Los camaristas podrían poner en duda si los que hoy están acusados realmente son los únicos o todos los responsables de la masacre. Y si lo hacen, la causa podría volver al punto de partida.
Sobre este tema, Parodi agregó otro detalle en su defensa: que no tuvo la precaución de fijarse si el número del arma que usó era la misma que figuraba en el acta que, según dijo, le hicieron firmar después. Los datos, sin embargo, no logran explicar por qué le perdió el rastro al fusil que quedó bajo su responsabilidad, si es que estuvo realmente allí. En el expediente hay una filmación con las imágenes de la trayectoria de las balas: una de las personas que aparece allí sería supuestamente Parodi. Sin embargo, fuentes de la causa consultadas por este diario aseguran que las imágenes no son nítidas y que los videos no serían una prueba suficiente para justificar la participación del policía en la línea de fuego. Cuando ayer los jueces le mostraron el video, el ex policía se puso la gorra de cuero. Quiso demostrarle al Tribunal que aquel día estaba vestido distinto al hombre de la imagen. Aseguró que no llevaba puesto un chaleco antibalas, como su clon, porque no había más y porque tampoco se lo hubiese podido poner: en ese momento, explicó, “estaba muy gordo”.
La masacre ocurrió entre el 17 y el 18 de septiembre de 1999 a un mes de las elecciones nacionales, cuando Duhalde intentaba alcanzar la presidencia que terminó en manos de Fernando de la Rúa. El gobierno provincial mandó a Ramallo a los jefes más altos de la Bonaerense para monitorear el operativo que terminó con la lluvia de balas. Según Parodi, el Comando de Patrullas de San Nicolás tenía la orden de “no tirar”, pero su fusil fue el primero que disparó y desató la masacre. Cuando su abogado defensor, Jorge Lima, le pidió su opinión sobre los jefes de la Bonaerense que fueron hasta el lugar, respondió: “Para mí vinieron para la foto y huyeron como ratas”.