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Las tasas de interés cortaron la tendencia bajista que se inició con el final de la crisis y ahora se están yendo para arriba. Empezaron a subir los costos para las empresas, tanto para las líderes como para las medianas o chicas. A todas les cuesta más caro pedirles financiamiento a los bancos, aun cuando se trate de una transacción a uno o dos días de plazo. La razón hay que buscarla en la fuerte política contractiva ejecutada por el Banco Central, que “secó” de pesos la plaza financiera en las últimas jornadas.
El primer impacto se dio sobre los costos de los préstamos de corto plazo, que les sirven a las compañías para su funcionamiento diario. Los financistas consultados por Página/12 admitieron que, aun en el caso de que el mercado se descomprima en las próximas semanas, las tasas de interés se establecerán en un escalón más arriba del que estaban. Un ejemplo: el adelanto en cuenta corriente, que tenía un costo del 5 a 5,5 por ciento anual hasta hace un par de semanas, ahora se consigue al 6,75/7,00 por ciento. En una compañía de primera línea comentaron a este diario que ayer le cobraron un 7 por ciento anual por un préstamo hasta pasado mañana. Hace una semana le habían facturado dos puntos menos. Otras empresas tuvieron menos suerte: ni siquiera consiguieron financiamiento porque, frente a la falta de liquidez, los bancos privilegiaron a los clientes que pactan ese tipo de préstamos en forma regular.
El recalentamiento del mercado se debió a que el Banco Central hizo una fuerte absorción de pesos, durante las últimas semanas, para cumplir con el programa monetario. Para ello tomó diversas medidas:
u Por un lado, esterilizó a través de la emisión de Letras (Lebac) el dinero que emitió para la compra de dólares y así sostener la cotización en torno de los 2,88/2,90 pesos.
u Por otro, y para mantener la base monetaria en torno a los 52.000 millones de pesos –tal cual lo exige el programa monetario–, Martín Redrado les pidió a las entidades financieras que saquen sus fondos de las cuentas en el BCRA y se los preste al 4,25 por ciento anual (pases pasivos). Para aspirar todos los pesos que se propuso, el Central debió pagarles tasas más altas a los bancos y éstos trasladaron inmediatamente ese mayor costo a sus préstamos mayoristas. Así fue el circuito.
La pregunta que ayer se formulaban en la city era si la suba de las tasas se contagiará a los préstamos al consumo, que vienen creciendo a un ritmo importante, y a las líneas destinadas a la inversión. Los bancos líderes consultados descartaron un traspaso inmediato pero, al mismo tiempo, coincidieron en que estos retoques empezarán a dejar atrás la época de las tasas reales negativas (por debajo de la inflación).
Más allá de la velocidad de la tendencia, lo que parece claro es la inmediata correlación entre el aumento de las tasas de interés con la bicicleta financiera. Si bien parecía improbable convivir con tasas negativas, el abrupto cambio de tendencia amenaza con frenar la dinámica de la economía.
Atentos a este peligro, en Economía siguen la evolución financiera con suma atención. En el Palacio de Hacienda creen que el costo del dinero se mantendrá en los actuales niveles, que no habrá subas adicionales. En el Central, mientras tanto, tomaron algunos recaudos. El más importante fue que les pidieron a los bancos traspasar más fondos de sus cuentas en la autoridad monetaria y los otorguen como pases pasivos. De esa manera, la denominada “base monetaria” se desinfla sin presionar sobre las tasas. En las últimas horas, los bancos pasaron nada menos que 2500 millones de pesos. El stock de pases pasivos ya alcanza a 8320 millones de pesos. Este instrumento es un negocio fácil para los bancos: por tener inmovilizado el dinero cobran el 4,25 por ciento anual. Este traspaso supone que el próximo martes, cuando vencen 1200 millones de pesos en Lebac, el BC no tendría que subir las tasas.