Viernes, 6 de enero de 2006 | Hoy
En Economía están presionando a la cadena cárnica para que la rebaja sea transferida al consumidor. Sospechan de maniobras en el Liniers. Trabajan para extender todos los acuerdos de precios.
“Acá nadie se toma vacaciones”, dicen en el Ministerio de Economía para ratificar que a lo largo del mes se trabajará intensamente en la renovación de los acuerdos de precios. Lisandro Salas, el funcionario encargado de las negociaciones, tendrá definida hoy la agenda de encuentros con empresarios para la próxima semana. Una de las prioridades es conseguir que los supermercados y las carnicerías terminen de trasladar a los consumidores las rebajas en la carne que ya se produjeron en el Mercado de Liniers. La demora generó malestar en las filas de Felisa Miceli, que advierten que no aceptarán que los comercializadores se sigan quedando con la diferencia entre la caída de sus costos, del orden del 15 por ciento, y la disminución al público, de sólo el 4.
La respuesta que dieron los supermercados y los representantes de los carniceros fue que el fuerte consumo de las Fiestas les generó un problema de stock, pero prometieron que “en los próximos días” los consumidores verán mayores descuentos. El compromiso será auditado por la oficina de Salas, quien asumió el control de la Subsecretaría de Defensa del Consumidor. “No vamos a tolerar que nos acusen de fracasar con los acuerdos de precios porque un sector quiere hacer una ganancia fácil”, insistieron en Hacienda.
Alberto Williams, titular de la Asociación de Propietarios de Carnicerías de Capital Federal, respondió que “en algunos casos puede que (Miceli) tenga razón y en otros no”, en referencia a la afirmación de la ministra sobre que el precio de la carne cae en Liniers pero no en los mostradores. “No hubo una baja de los frigoríficos para que nosotros bajemos la carne”, se justificó el directivo, quien afirmó que “cuanto más barata esté, el carnicero venderá más y mejor”.
Los productores ganaderos, por su parte, destacaron su cumplimiento en los convenios, ya que aumentaron los envíos de hacienda a Liniers y empujaron los precios hacia abajo. “No puede ser que el mercado funcione cuando los precios van para arriba y no cuando bajan”, se había quejado Miceli. Los encuentros con supermercadistas continuarán la semana que viene, no sólo para que la caída de la carne se refleje en las bocas de expendio sino también para discutir la continuidad de las rebajas en productos de la canasta básica.
La intención del Gobierno es agrandar la oferta de bienes con descuentos, especialmente de alimentos. El objetivo es que haya más de una marca de primera línea que abarate sus mercaderías. Es decir, que el público pueda encontrar varias opciones de cada producto a menor precio. Uno de los problemas de los acuerdos es la falta de reposición de los bienes rebajados. Así lo denunciaron las asociaciones de consumidores. Por lo tanto, el paso de 228 a 500 productos en oferta intentará resolver esos cuellos de botella.
¿Cómo hará el Gobierno para extender la duración de los acuerdos frente a la probable resistencia empresaria? La respuesta a esta altura es que “el Estado tiene todas las herramientas de política económica a su disposición para convencer a quien haga falta”. Pero luego aclaran que “recién estamos en una etapa de diálogo y búsqueda de consensos”. Recién la próxima semana se empezará a discutir seriamente sobre la renovación de los convenios.
En principio, la mayor predisposición que notaron en Economía fue de los proveedores de insumos básicos: Techint, Aluar, Acindar y las petroquímicas. Todas ellas accedieron a cobrar precios preferenciales en las mercaderías que entregan para la fabricación de envases para alimentos. La mayoría de esas cartas de entendimiento vencen el próximo día 31. A esas grandes empresas los convenios no les resultaron demasiado costosos, ya que se comprometieron a rebajar nada más que la producción destinada a las mercaderías que se ofrecen con descuento en los supermercados. Para su nivel de facturación, se trata de cifras mínimas.
Más difícil resultará para el Gobierno lograr la adhesión de la industria de la alimentación. El jefe de Gabinete, Alberto Fernández, envió un mensaje al empresariado al pedir “racionalidad”. “La Argentina está creciendo como ningún país en el mundo”, enfatizó, y sostuvo que “cuando la expansión tiene esta magnitud, todos tienen que actuar con responsabilidad para evitar un desmadre no querido. Así que hay que ser muy cuidadosos, muy prudentes, y la racionalidad debe ser la regla”. Luego destacó la efectividad que tuvieron los acuerdos de precios durante diciembre. “El trabajo que hemos hecho ha surtido efecto”, afirmó Fernández, quien recordó que la canasta básica alimentaria bajó el mes pasado 0,1 por ciento. “Evidentemente no es un trabajo final, hay que seguir haciéndolo, hay que estar muy atentos, hay que ver cómo evolucionan las cadenas de valor que conforman los precios”, concluyó.
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