Los economistas del Plan Fénix se caracterizan por su rechazo a los postulados neoclásicos. Apenas cayó la convertibilidad, esa adscripción parecía suficiente para sellar la identidad del grupo. Sin embargo, a medida que el gobierno de Néstor Kirchner fue distanciándose del Fondo Monetario y de sus recetas, los matices comenzaron a cobrar mayor relevancia. Esas diferencias se expresaron ayer en un acalorado debate sobre los efectos que genera el tipo de cambio alto en los salarios de los trabajadores.

La polémica surgió en la segunda jornada del seminario organizado por el Fénix y el Ceil-Piette en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y tuvo como protagonistas a Mercedes Marcó del Pont, diputada nacional y economista de FIDE; Luis Beccaria, profesor de la Universidad de General Sarmiento, y Mariano Féliz, investigador del Ceil, quienes integraron un panel sobre “Relación salarial, empleo, ingresos, seguridad social y condiciones de trabajo”.

Marcó del Pont dio el puntapié inicial al reivindicar los efectos del tipo de cambio alto que sirvió para “proteger a la industria nacional”, “consolidar un proceso de acumulación productiva” y “recomponer los niveles de empleo”. Los “éxitos” fueron relativizados por Luis Beccaria y Mariano Féliz. El ex director del Indec coincidió en que la recuperación permitió un fuerte aumento del empleo e incluso destacó que el trabajo precario haya comenzado a bajar luego de la suba que sobrevino con la devaluación. Sin embargo, recordó que si bien el empleo se encuentra por encima de 1998, los salarios todavía permanecen 15 por ciento por debajo de 2001.

El planteo fue retomado por Mariano Féliz del CEIL, quien agregó que “la política de expansión que posibilitó las ganancias de las grandes empresas se sostiene en los bajos salarios de los empleados públicos y los no registrados”. En respuesta, Marcó del Pont aseguró que “no hay capitalismo si no hay recuperación de la tasa de ganancia. La discusión es si esa ganancia está concentrada y en qué sectores”.