Lunes, 18 de diciembre de 2006 | Hoy
Sin intervención del Estado, ambas partes pudieron consensuar la política aduanera. El acuerdo, que hubiera sido impensable en otro tiempo, se basa en el buen momento que disfruta el sector. El Gobierno se limitará a garantizar el cumplimiento a través de la Secretaría de Industria y la Aduana.
La Cámara Argentina de la Industria del Juguete y los importadores del sector consensuaron el viernes pasado un listado de valores de referencia para los artículos provenientes de China, Taiwán, Corea y otros países de la región. Es la primera vez que ambas partes se ponen de acuerdo sin la intervención del Estado, que acompañó las negociaciones, pero en esta ocasión se limitará a garantizar su implementación a través de la Secretaría de Industria y la Aduana. La clave del acuerdo consiste en elevar las restricciones para los juguetes importados que cuentan con competencia local y disminuirla para aquellos artículos que no tienen contraparte en el país. Además, el convenio propone que se reduzca de sesenta a treinta días el promedio que demora la Dirección Nacional de Importaciones para conceder las licencias no automáticas, lo cual le permitirá al importador disponer más rápidamente de su mercadería.
Norberto García, presidente de la cámara del juguete, señaló ayer a Página/12 que “el convenio es histórico, porque nunca antes nos habíamos puesto de acuerdo, pero el buen momento que atraviesa el sector nos permite ganar a todos y también beneficia al consumidor”. García aseguró que “los nuevos valores consensuados van a reemplazar a los derechos específicos obligatorios que les había fijado el Estado a algunos juguetes importados para proteger a los productores locales”.
Además agregó que el convenio prevé una revisión semestral que podría adelantarse en caso de que se sucedan “cambios bruscos” en el mercado, lo cual en principio parece difícil, pues seguirá vigente el régimen de licencias no automáticas establecido en agosto del año pasado por el ex ministro Roberto Lavagna. Ese instrumento obliga al importador a presentar un expediente cada vez que desea ingresar una partida de productos y, si la importación viene creciendo mucho, el Estado puede aminorar el ritmo demorando el trámite de autorización, que en este convenio se propuso reducir de sesenta a treinta días.
El acuerdo mantiene la protección sobre un conjunto de juguetes con producción local verificada, fijándole valores de referencia, iguales o mayores a los actuales, a su contraparte extranjera proveniente de China, Taiwan, Filipinas, Emiratos Arabes, Indonesia, India, Hong Kong, Israel, Malasia, Pakistán, Tailandia, Singapur, Vietnam y las dos Corea. El convenio enumera de manera taxativa los productos protegidos y garantiza que las posiciones arancelarias que no se encuentren incluidas “no serán afectadas ni le serán de aplicación las recomendaciones consensuadas”. Eso significa que los juguetes excluidos, aquellos que no tienen competencia local, podrán entrar con menos restricciones que las vigentes hasta ahora. A comienzos de la década del ’90, apenas el 25 por ciento del mercado era abastecido por juguetes importados, pero la sobrevaluación del peso hizo crecer las importaciones de manera acelerada hasta captar en 2001 el 80 por ciento de la plaza local. La devaluación provocó un derrumbe de las importaciones, posibilitando una fuerte recuperación de la industria nacional, que llegó a absorber el 50 por ciento del consumo, pero una vez superada la crisis las multinacionales volvieron a copar las góndolas de jugueterías y supermercados con productos chinos. Entonces el límite lo puso el Estado con la fijación de derechos específicos de importación y licencias no automáticas.
Ahora, el 65 por ciento del mercado es importado y el 35 por ciento restante es provisto por cerca de 90 fabricas nacionales que emplean a 1500 personas. A diferencia de los ’90, ambas partes se encuentran relativamente conformes porque el consumo crece, lo que las llevó a dejar de lado sus diferencias para aprovechar la prosperidad que ofrece la coyuntura. En 2005 el sector facturó 300 millones de pesos y para este año se espera un crecimiento del 30 por ciento, que se terminará de precisar cuando pase la Navidad, una de las fechas clave de la industria junto con el Día del Niño y Reyes. Los fabricantes aseguran que esa mayor protección de la industria local no generará un aumento de precios y para reafirmarlo recuerdan que se comprometieron ante el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, a no aumentar hasta el próximo 6 de enero. Luego afirman que dependerá de la evolución de sus costos, pero esa es otra historia.
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