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El Gobierno frenará la venta de yacimientos secundarios de Repsol

El ministro Julio De Vido adelantó que si no hubo las inversiones exigidas no se permitirá la enajenación y se retirará la concesión. Repsol anunció que quiere desprenderse de 37 yacimientos.

 Por Fernando Krakowiak
Desde Berlín

En esta ciudad, a miles de kilómetros de Buenos Aires, el ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, le envió una advertencia a la petrolera Repsol: “No vamos a permitir que se vendan áreas que no hayan sido debidamente explotadas. Si tienen una concesión y no invierten es porque no les interesa. Por lo tanto, esas áreas pasarán a manos de las provincias”. La multinacional española anunció recientemente su intención de desprenderse de 37 yacimientos considerados “no estratégicos” por su baja o nula producción. En el Gobierno cuestionan la decisión pues consideran que el negocio debe ser visto en términos integrales y no por segmentos de mercado o por yacimientos.

De Vido manifestó esa postura ante los periodistas argentinos que lo acompañan en su visita a Alemania al asegurar que “las petroleras han ganado mucha plata”, más allá de los resultados de algún negocio puntual. “Si pierden con el gasoil, pueden ganar con algún otro producto”, suele decir cuando le mencionan la actitud esquiva de Shell al momento de importar combustible a pérdida para garantizar el abastecimiento interno. La misma lógica expuso para cuestionar a Repsol.

En 2003 el precio del barril de crudo era de 31 dólares. Un año después llegó a 41,4; en 2005 promedió 56,6 y el año pasado batió todos los records al superar los 80 dólares. Más allá de las retenciones a las exportaciones, la rentabilidad de las petroleras es notable porque se calcula que el costo de extracción está por debajo de los 10 dólares por barril. En el caso de Repsol-YPF las ganancias, según constan en su balance presentado en la Bolsa de Comercio, llegaron a 5337 millones de pesos en 2005, 9 por ciento más que el año anterior y se espera que el 2006 también arroje resultados espectaculares. Por eso en el Gobierno reaccionaron cuando esos actores adelantaron su vocación de reducir su exposición en el país o directamente irse si no se les otorgan mayores incentivos para invertir.

“No puedo impedir que pongan en venta las áreas petroleras que quieran, pero si no han sido debidamente explotadas se revocará la concesión. No vamos a permitir que obtengan beneficios de esas áreas como si fueran un activo inmobiliario”, advirtió De Vido ante Página/12. El ministro amenazó con el palo, pero también mostró su lado conciliador al afirmar que si lo que se busca es un socio para incrementar la producción de los pozos el Gobierno no pondrá ningún obstáculo para que la operación se concrete. También dijo que dará luz verde si la empresa que ha venido explotando el área cumplió con sus compromisos de inversión. Pero éste no es el caso, según el ministro, pues los yacimientos que quiere ceder Repsol han sido marginales dentro de la estrategia que viene desarrollando en el país. Por lo tanto descuenta que la inversión ha sido muy baja en esos casos.

El paquete de 37 yacimientos, sobre un total de 104, que puso a la venta la petrolera hispana representa un 4 por ciento de su producción local o 27.800 barriles equivalentes de petróleo por día y reservas probadas o posibles por 164,2 millones de barriles. La compañía encargó al Scotia Waterous, filial del ScotiaBank, que contacte a potenciales interesados, aunque la advertencia del ministro Julio De Vido puede desalentar a varios, entre los que se encuentran algunas pequeñas compañías en ascenso. Al querer sacarse de encima lastre, Repsol busca esquivar la presión que viene ejerciendo el Gobierno sobre las firmas que no invierten lo suficiente, más allá de los rimbombantes anuncios que suelen hacer. Sin embargo, la estrategia no parece haber dado los resultados esperados ya que de todos modos deberá enfrentar los condicionamientos que se les está exigiendo, con bastante demora, a aquellas multinacionales petroleras que recaudan miles de millones de dólares y se niegan a invertir en exploración argumentando que “no es buen negocio”. Cerca de De Vido ahora esperan la respuesta de la multinacional que conduce Antonio Brufau, para ver si da marcha atrás en su decisión y se muestra abierto a negociar una alternativa.

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Julio De Vido, ministro de Planificación, con el dedo en la turbina de la alemana Siemens.
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