Martes, 23 de enero de 2007 | Hoy
A horas de la llegada de los 3200 soldados de Estados Unidos, se produjeron ataques devastadores en un mercado de Bagdad y Baquba que apuntaron a los civiles de la mayoría chiíta.
Por Leonard Doyle *
Una renovada campaña de asesinatos sectarios se cobró la vida de un centenar de personas en Irak ayer. En un mercado de ropa de segunda mano de Bagdad murieron al menos 88 y 166 resultaron heridas, un día después de la llegada al país del primer contingente de tropas adicionales ordenado por el presidente de Estados Unidos, George Bush, quien dará hoy su discurso anual sobre el estado de la Unión. Fue el ataque más mortífero en lo que va del año en Irak y las víctimas eran en su mayoría trabajadores chiítas.
Mientras el sonido de los proyectiles y las bombas se oía en la ciudad durante el feriado religioso de Ashura de ayer, los soldados estadounidenses comenzaron a abandonar la seguridad de sus bunkers para establecer nuevas bases en algunas de las áreas más violentas. Los primeros en llegar a Bagdad fueron 3200 soldados del Regimiento 82º Aerotransportado, parte de la “escalada” de las tropas con las que el presidente Bush espera pacificar la ciudad. Poco después del mediodía, dos coches bomba estallaron y destrozaron los kioscos en los que vendedores de DVD y de ropa de segunda mano se ganan la vida en el mercado de Bab al Sharqui, en uno de los lugares más transitados de Bagdad. Segundos después un terrorista suicida con un auto bomba se dirigió hacia la muchedumbre y se detonó, llenando toda el área con denso humo ácido. Según testigos, las fuerzas de seguridad iraquíes y las estadounidenses aislaron por completo la zona, ubicada en el centro de Bagdad.
La masacre dejada atrás por los terroristas fue filmada por un insurgente que fue visto por miembros del ejército iraquí, quienes corrieron detrás de él y lo mataron. Según un oficial de la policía iraquí, el que filmaba era egipcio y la película era para hacer propaganda en DVD para los insurgentes sunnitas. Las explosiones devastadoras dejaron pedazos de cuerpos tirados en el destruido mercado que estaba en su apogeo cuando los terroristas atacaron. El mercado es también una estación de transportes y estaba lleno de gente que iba y venía del trabajo.
Un fotógrafo que trabaja con la agencia de noticias AFP describió cómo vio cuando apilaban los cuerpos de las víctimas sobre los mostradores de madera de los kioscos del mercado. Cinco horas después, tuvo lugar un segundo ataque en Baquba, en el noroeste de la capital. La policía describió como una bomba oculta en un carro de verdura que había explotado en el corazón del mercado. Unos pocos minutos después, un misil fue lanzado al área, causando aún más muertes.
Ali Hussein de 47 años, un biólogo que se dirigía a su casa, fue levantado en el aire por la explosión de Bagdad. “Las botellas de perfumes y desodorantes volaban por el aire como pequeños cohetes”, le dijo a un periodista del New York Times. “Me hirieron en mi pierna derecha, y después de 15 minutos los guardias me llevaron al hospital”. Por todos lados ayer los insurgentes continuaron con los ataques contra las fuerzas de seguridad y otros funcionarios. El alcalde sunnita de Baquba fue secuestrado y su oficina, volada en pedazos.
La administración Bush está convencida de que un aumento rápido de la fuerza militar hará huir a los insurgentes, alentará los acuerdos políticos y pondrá paños fríos en la guerra civil entre los musulmanes chiítas y los sunnitas. El primer ministro Nouri al Maliki, condenó los ataques, diciendo: “Aquellos terroristas que cometieron este crimen creen que asesinando a un gran número de ciudadanos quebrarán la voluntad del pueblo y romperán su unidad”.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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