ECONOMíA
“No quiero que la ayuda financiera se marche hacia cuentas en Suiza”
El secretario del Tesoro, Paul O’Neill, negó que su visita a la Argentina significara destrabar automáticamente la asistencia del FMI.
“Deben poner en marcha políticas económicas que aseguren que, cuando llegue la asistencia, produzca algo bueno y no simplemente se marche del país hacia cuentas de bancos suizos.” Así, brutal, el secretario del Tesoro norteamericano, quien viajará entre el 5 y 7 de agosto a la Argentina y Brasil, descartó que vaya a negociar durante su gira la ayuda financiera del Fondo Monetario que solicitan ambos países. Aunque nadie le preguntó, es imposible disociar la mención a las “cuentas de bancos suizos” con el hecho de que la semana pasada The New York Times publicó en su tapa que el ex presidente Menem habría cobrado una coima millonaria, a través de una cuenta en Suiza, para desviar la atención en la investigación del atentado a la embajada de Israel. Además, el polémico funcionario de Bush volvió a hablar con soltura de la situación argentina: exageró los montos que el Fondo prestó el año pasado al país y confesó que él personalmente había trabajado “detrás de las bambalinas” para que el organismo cortara la asistencia financiera a la Argentina, porque “no estaba tomando los pasos necesarios para asegurar que el dinero no se perdiera de nuevo”.
Hay una regla práctica, surgida este año al calor de las negociaciones entre el Gobierno y Washington. Cada vez que O’Neill abre la boca, algún funcionario importante de Duhalde tiembla. Durante las últimas semanas, sin embargo, a partir del último viaje del ministro Roberto Lavagna a Estados Unidos, las declaraciones del jefe del Tesoro fueron moderándose y hasta dejaron entrever una luz de esperanza. Más aún, la administración Duhalde se ilusionaba con la idea de que el viaje de O’Neill fuera el broche de oro de un inminente acuerdo con el Fondo.
Pero ayer, el inefable secretario del Tesoro volvió a hablar sin ataduras. Cuando en un reportaje de la cadena televisiva Fox le preguntaron si su viaje significaba apurar un paquete de ayuda financiera a la Argentina o Brasil, lo negó enfáticamente varias veces. Y fue más allá, apelando, como es su costumbre, a una ácida ironía: “Se trata de unos amigos y aliados importantes de EE.UU. y, sobre todo, deben poner en marcha políticas económicas que aseguren, que cuando llegue la asistencia, produzca algo bueno y no simplemente se marche del país hacia cuentas de bancos suizos”, disparó.
O’Neill representa a todo un sector de Washington que está convencido de que buena parte de la asistencia financiera del Fondo a los “países emergentes” en los noventa terminó en manos de los especuladores, en estrecho vínculo con funcionarios corruptos. Pero la mención de las “cuentas de bancos suizos” puede no parecer ser casual. Es difícil desvincularla de la tapa publicada la semana pasada por el New York Times, que denunciaba que el ex presidente Menem había cobrado un supuesto soborno depositado en una cuenta de un banco suizo.
Puesto a definir el objetivo de su viaje, O’Neill describió una agenda típica de los funcionarios norteamericanos en sus visitas a Africa: “Quiero reunirme con la gente en esas economías, en las fábricas, las escuelas y las clínicas de salud, para comprender mejor lo que está ocurriendo en sus sociedades”, explicó. También aclaró que se reuniría con funcionarios de la Argentina, Brasil y Uruguay, no para negociar paquetes de ayuda financiera sino para “conocer los pasos que están tomando”. En este sentido, insistió con el argumento de que las negociaciones con los respectivos gobiernos por la eventual asistencia financiera están siendo manejadas por el FMI, y no el gobierno norteamericano, un mensaje directo al gobierno de Duhalde de que deberá respetar las condiciones impuestas por los economistas del Fondo.
Consultado específicamente por el caso argentino, afirmó que “seguimos trabajando de cerca con la Argentina”. Y recordó los préstamos que el Fondo había aportado al país sin resultados favorables. “Cuando el presidente (Bush) llegó a la Casa Blanca, la Argentina acababa de recibir 20.000 millones de dólares por un programa apoyado por la Administración Clinton y aprobado por el FMI, creo que fue en noviembre de 2000, y, en abril de 2001, necesitaron otros 20.000 millones”, relató. En realidad, la asistencia financiera concedida por el Fondo al país mediante el llamado “blindaje” en abril de 2001 fue de 12.000 millones de dólares, de los cuales el organismo desembolsó la mitad. En tanto que en agosto del año pasado se aprobó una ayuda adicional, para fortalecer al sistema financiero, por 8000 millones de dólares.
Sea como fuera, para acentuar su perfil de duro, O’Neill se acreditó ser uno de los responsables de que el Fondo Monetario le cortara el chorro a la administración De la Rúa, precipitando su caída. “Finalmente, a fin del verano del año pasado, después de que nosotros trabajáramos estrechamente detrás de las bambalinas, el FMI decidió que no podía apoyar otro programa porque la Argentina no había tomado los pasos necesarios”, aseguró.