Miércoles, 12 de septiembre de 2007 | Hoy
Cuando el Gobierno intenta frenar la suba del tubérculo, el precio del tomate se disparó. Estudian extender los subsidios.
Por Fernando Krakowiak
Las verduras no le dan tregua al Gobierno. Mientras la Secretaría de Comercio Interior formalizaba ayer un subsidio a supermercados y autoservicios para bajar el precio de la papa, el valor del tomate se disparó, llegando a venderse a diez pesos el kilo en algunos comercios. Al igual que en el caso del tubérculo, la suba responde a una restricción de la oferta y a maniobras especulativas de productores y minoristas que aprovechan la escasez para acelerar las remarcaciones.
Entre agosto y noviembre, más del 90 por ciento de los tomates que se consumen en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano provienen de Salta, Jujuy y Corrientes, provincias que han sido duramente afectadas por las heladas. En el noroeste las plantaciones a campo abierto fueron arrasadas, salvo algunas localidades puntuales como Orán. En Corrientes, la mayor parte de la producción proviene de cultivos bajo cubierta que también sufrieron serios daños.
El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria informó además que el intenso frío registrado en esas zonas durante julio y agosto retrasará la formación de frutos nuevos en las plantas que quedaron. La producción de Buenos Aires no es una opción porque recién comienza a ingresar con fuerza en diciembre. Esta situación crítica se potencia con el aumento del consumo que suele registrarse en primavera y verano.
Frente a la escasez, los productores que salvaron su mercadería comenzaron a remarcar los precios sin freno. Hace un año, el tomate redondo de mejor calidad, proveniente de Corrientes, se vendía en el Mercado Central a poco más de 2 pesos el kilo. Ahora los puesteros lo ofrecen a 5 pesos. Los supermercados y las verdulerías también quieren aprovechar el momento y están vendiendo el kilo entre 8 y 10 pesos, repitiendo las prácticas especulativas que vienen llevando adelante con la papa. El prosecretario de la Federación Nacional de Productores de Papa, Mario Raiteri, denunció ayer a las cadenas por aplicar márgenes “de hasta un 400 por ciento”.
La suba del tomate genera preocupación porque su incidencia en el segmento verduras del índice de precios que elabora el Indec es apenas inferior al de la papa (15,8 contra 18,3 por ciento). En el Gobierno están evaluando subsidiar su precio, con un sistema similar al anunciado para la papa, pero empresarios y especialistas del sector desconfían de la efectividad de la medida para frenar la suba de ambas verduras. En el caso de la papa, los productores, que estaban vendiendo el kilo a más de 1,60 en el Mercado Central, se comprometieron a bajarlo a 1,35 peso.
Las grandes cadenas de hipermercados y los autoservicios de origen chino acordaron, por su parte, poner la mercadería a 1,40 peso, un precio sustancialmente menor al actual (llegaron a vender a 4 pesos en las últimas semanas). Para garantizar este valor, se anunció que las cadenas recibirán una compensación de 30 centavos por kilo. Comercio Interior informó ayer que ya se consigue la papa a ese precio en algunos comercios. El interrogante pasa por saber qué alcance tendrá la oferta. Los productores, quienes pareciera que no van a recibir nada a cambio de la baja, dejaron trascender a través de sus representantes que sólo ofrecerán 2400 toneladas a 1,35 peso, una cifra equivalente a apenas un día de consumo.
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