Viernes, 21 de septiembre de 2007 | Hoy
“Volvería a la política, pero la gente no me vota, no me cree”, dijo. Se descargó contra la economía de Kirchner: crecimiento, superávit, estabilidad monetaria, “todo mentira”. “Ya se verá la luz”, profetizó.
“Claro que volvería a la política. Pero la gente no me vota. Cuando vuelva a creerme y votarme, volveré”, sentenció el ex ministro Domingo Cavallo, cómodo en un escenario que sabía de antemano amigable. Los asistentes, participantes del festejo del trigésimo aniversario de la Fundación Mediterránea, celebraron la ocurrencia. Cavallo hizo ayer su primera aparición pública en mucho tiempo, en terreno conocido y en la misma semana que recibió elogios del ex titular de la Reserva Federal, Alan Greenspan, que lo calificó como uno de los técnicos más capaces del continente sudamericano. Automarginado de las contiendas políticas, de todos modos Cavallo ya hizo su segunda opción: apoyará la candidatura de Alberto Rodríguez Saá.
El creador de la convertibilidad, que en 2001 la sostuvo contra toda evidencia hasta su propia explosión, ayer se colocó en la postura de detractor de la actual política económica. Descalificó el crecimiento económico, del que dijo que no es genuino por falta de inversión. Del superávit, opinó que resulta ficticio sin los ajustes previsionales ordenados por ley. Ajustes ordenados, justamente, para corregir las consecuencia de la nefasta reforma previsional que Cavallo diseñó en 1994. Ni siquiera se salvó su ex compañero de ruta Martín Redrado: dijo que la política monetaria actual convalida una “espiralización” de la inflación.
De Néstor Kirchner, con quien alguna vez se dijo que mantenía una cordial relación, señaló que hoy muestra “una ignorancia supina” en Economía, pese a que en el pasado “demostrara ser un dirigente bien ilustrado”. “Se reeducó mal, cambió. Habría que ir a los archivos y ver qué decía hasta el 2002, cuando no quiso integrar el gabinete de (Eduardo) Duhalde porque se oponía a la devaluación y a la pesificación.”
Cavallo fue el elegido para amenizar el almuerzo de ayer en la Mediterránea, la fundación creada por el fallecido empresario Piero Astori en 1977 y que le otorgó a Cavallo el rol de formador de un instituto de estudios económicos que formaría equipos técnicos, primero aprovechados por la dictadura y más tarde para extender la oleada neoliberal en el país.
Cavallo ayer dio una versión endulzada de su acceso a la política en democracia –previamente había ocupado cargos en la dictadura–, al señalar que José Manuel de la Sota lo convocó en 1987 para ocupar un cargo en la lista de diputados por el PJ cordobés “en función de sus méritos como director del Ieeral”, brazo académico de la Mediterránea. La historia política y económica cuenta otra versión: el establishment representado en la Fundación lo “ubicó” en la lista para proyectar políticamente a uno de los suyos. Y eligió hacerlo en acuerdo con De la Sota.
Si bien la Fundación Mediterránea conserva los buenos lazos y el respeto hacia Cavallo como su principal cuadro técnico, al punto de convocarlo como atracción principal en este festejo, no deja de lado sus intereses políticos y económicos, para los cuales las furibundas críticas del ex ministro no le resultan convenientes. Sergio Roggio, actual titular de la Mediterránea, puso distancia del discurso del ex ministro. “No comparto necesariamente el análisis acerca de estos últimos cinco años: este gobierno hizo cosas muy buenas, como bajar la desocupación a menos del 10 por ciento y la pobreza al 30 o 35. No necesitamos el Indec para saber que la economía ha crecido”, avaló el miembro del clan constructor que lleva su apellido.
De todos modos, aunque incomodara a sus anfitriones y ex mandantes, Cavallo insistió. En una improvisada conferencia de prensa, afirmó que “estamos absolutamente a oscuras, la gente no sabe cómo son las cosas realmente. Pero yo acá, adentro del país, no hablo. No estoy en condiciones de prender la luz porque luego me dicen que soy agorero o resentido. Sin embargo, creo que la luz se va a encender pronto y la gente sabrá que la estuvieron engañando”, vaticinó cual si fuera un gurú, pero no en el figurado sentido económico.
Se verá la luz, según Cavallo, cuando el crecimiento al 8 por ciento no pueda sostenerse por falta de inversiones, cuando el superávit fiscal se licue con la actualización de las jubilaciones o cuando los salarios exhiban su deterioro con el “sinceramiento” de las tarifas (aumento, sin eufemismos). “Luego me dicen que soy agorero o resentido”, se había quejado Cavallo. Pero no se privó de señalar los riesgos de una “estanflación”, combinación letal de estancamiento con inflación, “similar a la de los años ’80”.
No fueron esos pasajes, sin embargo, los que iban a provocar más temor.
Cavallo aseguró que, en caso de repetirse una situación como la del ’90, volvería a aplicar la receta de la convertibilidad.
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