ECONOMíA › LAVAGNA ASUMIO LOS ARGUMENTOS DEL FMI QUE CULPAN A LA CLASE POLITICA POR LOS DESACUERDOS
Si no pudiste vencerlos, es hora de parecer uno de ellos
El ministro cambió de estrategia: fue al Congreso buscando frenar dos proyectos que afectan a los bancos privados. Días atrás, promovió un ajuste en la banca pública y ayer justificó a “los hombres del Fondo que sienten que cada vez que se acercan a un acuerdo, Argentina les corre el arco”.
Por David Cufré
Roberto Lavagna decidió cambiar de estrategia para negociar con el FMI. De pronto asumió con fervor los argumentos del organismo de crédito para justificar la demora en la firma de un acuerdo y comenzó a presionar en distintas direcciones para cumplir con las últimas demandas de Washington. La semana pasada envió una carta a los bancos Nación, Provincia y Ciudad para reclamarles el cierre de sucursales y su apertura al capital privado, en línea con el reclamo del FMI de achicar la participación de la banca pública. Ayer fue al Congreso a pedir a los legisladores que se abstuvieran de votar leyes que contradigan el marco de negociación con el Fondo. Pero lo más sorprendente fue la forma en que dio vuelta el significado de una expresión que hasta ahora se venía utilizando para recriminar al FMI por su actitud hacia la Argentina: “Los hombres del Fondo –explicó– sienten que cada vez que se acercan a un acuerdo, es Argentina la que les corre el arco”.
Hasta el momento, Lavagna había intentado negociar con el FMI desde una posición distinta a la de su antecesor, Jorge Remes Lenicov, evitando decir que sí a todo lo que le reclamaba el organismo. Por citar un par de ejemplos, se opuso a la inmunidad de los directores del Banco Central y defendió su plan monetario contra la opinión de los técnicos de Washington, al punto de conseguir que viniera una comisión de “notables” a laudar en la disputa. Pero cuando parecía que se acercaba al acuerdo, tras la visita del secretario del Tesoro, Paul O’Neill, el Fondo encontró nuevos motivos para dilatar las discusiones. El ministro, entonces, empezó a mostrarse más ortodoxo, en lo que parece un intento final por revertir una negociación que se encamina al fracaso.
Ayer fue a reunirse con los senadores para “establecer una instancia de diálogo más fructífera”, según definió a Página/12, con diplomacia, uno de los operadores políticos del ministro. Dicho de un modo más directo por un senador justicialista, “vino a apretar para que no se voten leyes que vayan en contra de lo que pide el Poder Ejecutivo”. En la propia bancada oficialista reconocen que con el actual gobierno el Congreso se mueve de manera mucho más independiente que en el pasado de los deseos de la Casa Rosada y el Palacio de Hacienda. La responsabilidad, afirman, es compartida. Un ejemplo de la falta de interés que mostró Lavagna por lo que ocurre en el Congreso es que dejó que la estratégica comisión de Presupuesto y Hacienda de Diputados quede bajo mando de un radical, luego de que Jorge Matzkin abandonó su presidencia para pasar al Ministerio del Interior.
Lavagna expresó claramente cuales son los proyectos que más le molestan en este momento. “Uno hace responsables a las casas matrices de los bancos por los depósitos que tomen sus filiales en Argentina y el otro crea una comisión sindical que va a verificar la reestructuración bancaria”, enumeró en una entrevista con radio Nacional. El ministro recibió presiones del FMI para que el Gobierno rechace aquellas iniciativas y otra que crea una tasa de 2 por ciento sobre las operaciones bancarias en favor del sindicato del sector. Antes de ir al Congreso, Lavagna había estado reunido con el jefe de una nueva misión del FMI que llegó ayer a Buenos Aires, John Thornton. El economista inglés le reiteró la preocupación por el proyecto que obliga a las casas matrices de bancos extranjeros a garantizar los depósitos que tomen sus filiales en Argentina.
Carlos Ruckauf también escuchó quejas de la Embajada de Estados Unidos por esas iniciativas. Lavagna, en tanto, recordó que el clima de imprevisibilidad que transmite el país se debe a las actitudes que toma el Congreso y la Justicia. En este último caso, mencionó el fallo de la Corte Suprema que restableció el 13 por ciento en los salarios de empleados públicos y jubilados y que “eventualmente” se exprese (en contra) de lapesificación. Todas estas acciones “generan afuera una especie de shock”, describió Lavagna.
“Existe la sensación de que en Argentina no hay suficiente consenso político”, añadió, repitiendo el argumento que expresó la semana pasada el portavoz del Fondo, Thomas Dawson, al anunciar que la concreción de un acuerdo todavía está lejos. El ministro insistió en que “hubo una serie de decisiones que se tomaron en una semana que le crearon a los funcionarios del Fondo y a los representantes de los países grandes un fuerte desconcierto”. En ese sentido, precisó que fueron medidas “introducidas por los poderes Legislativo y Judicial, como fue la prórroga del CER”. En conclusión, “nosotros no somos las víctimas y ellos los que negocian”, sino que “el cambio de metas es recíproco”.
El plan de Lavagna es mostrarse dispuesto a cumplir con los reclamos del Fondo, pero a la vez reforzar las defensas para que no se dispare el dólar (ver aparte). En el equipo económico empieza a discutirse cómo se deben afrontar los vencimientos con los organismos de crédito hasta fin de año. Hay que pagar cerca de 2000 millones de dólares al Banco Mundial, al BID y al propio FMI. Algunos sugieren endurecer la posición para conseguir algún crédito puente que permite compensar esos desembolsos, mientras otros sugieren pagar y tratar de aguantar el chubasco sin que se escape el dólar. Lavagna, mientras tanto, hace un esfuerzo final por conseguir la ayuda de Washington.