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La actividad industrial creció en agosto 10 por ciento y en los primeros ocho meses del año acumula un incremento de 9,4 por ciento, en ambos casos con respecto a igual período de 2009, según informó ayer el Indec. La industria automotriz y la producción de acero y aluminio volvieron a liderar las subas con 49,8 y 21,6 por ciento, respectivamente. También se registraron buenos desempeños, aunque a un ritmo mucho más lento, en la producción de textiles (7,3), metalmecánica (6,9) refinación de petróleo (6,6), caucho y plástico (6,4), minerales no metálicos (4,6), tabaco (3,8), edición e impresión (3,4 por ciento) y alimentos (2,1). Los otros dos sectores que completan el anticipo del Indec cayeron: papel y cartón (-1,6) y sustancias y productos químicos (-5,3).

El dinamismo del mercado interno y la recuperación de las exportaciones son los principales motores del despegue manufacturero luego de un año de amesetamiento provocado por la crisis económica internacional. El repunte que refleja el Indec coincide con las estimaciones de las cámaras empresarias, salvo la de los industriales siderúrgicos que el mes pasado informaron una desaceleración que derivó en un crecimiento de “apenas” 8,3 por ciento por el conflicto sindical que mantuvo Siderar, un tercio de lo que reflejaron ayer las estadísticas oficiales.

En el caso de la industria automotriz, en lo que va del año acumula una suba de 49,8 por ciento, el mismo porcentaje que tuvo ahora en agosto. La Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa) informó el mes pasado un aumento aún mayor que el registrado por el Indec (52,6 por ciento). La entidad anticipó que este año las terminales esperan fabricar 700 mil vehículos en el país e incluso dejó planteado en su comunicado que “la producción de un millón de autos en la Argentina es un horizonte cercano”. Este sector no sólo lidera ampliamente la recuperación, sino que también tracciona a otros segmentos, como las industrias metálicas básicas, la producción de neumáticos o las partes plásticas. Además del mercado interno, el principal destino de la producción es Brasil, que concentra el 46,9 por ciento de las exportaciones.

La industria textil, por su parte, creció en todos los sectores: hilados de algodón, fibras sintéticas y artificiales y tejidos, pero el mayor impulso proviene de la fabricación de fibras que mejoró 14,3 en el mes y 67,7 por ciento en el acumulado. La industria alimentaria, que logró sortear la crisis de 2009 con elevados márgenes de rentabilidad, mejoró 2,1 por ciento en el mes, pero continúa mostrando un saldo negativo en el año (-1,8), fundamentalmente por la caída en la producción de carnes rojas que retrocedió 28,5 en agosto y 18,5 por ciento en lo que va del año. De hecho, entre enero y agosto, sólo otro rubro dentro de alimentos cae: azúcar y productos de confitería (-3,5). Los demás suben o al menos se mantienen: carnes blancas (4,1), lácteos (0,7), molienda de cereales (0,5), yerba mate y té (7,2) y bebidas (2,6 por ciento).

La encuesta cualitativa industrial, que mide expectativas de las firmas, prevé estabilidad en el sector. El 82,4 anticipó un ritmo estable de la demanda para septiembre, un 12,3 prevé una suba y sólo el 5,3 por ciento restante una baja. En cuanto a sus exportaciones, el 75,1 por ciento no prevé cambios. Lo mismo ocurre con el personal. El 97,5 por ciento opinó que seguirá con el mismo plantel y el 92,3 por ciento dijo que incluso mantendrá un ritmo estable en la cantidad de horas trabajadas. Esas respuestas hacen prever que el límite de la capacidad instalada no se convertirá en un cuello de botella, al menos en el corto plazo. El mes pasado, el porcentaje utilizado subió del 75,2 al 79,1 por ciento, sin demasiado disparidad entre los sectores. El dato más preocupante es el informado por las empresas que producen metales básicos, como el acero y el hierro. Allí el porcentaje de capacidad instalada trepó de 86,8 a 93,0 por ciento en apenas un mes. No obstante, son sectores con una estructura de propiedad concentrada donde las firmas periódicamente van invirtiendo gracias a los incentivos que reciben por parte del Estado.