ECONOMíA

A favor y en contra

Martin Hourest *.

Emergencia no va más

Estamos en un escenario de normalidad y de estabilización en el reparto del ingreso. Ya no funciona el criterio de que estamos en emergencia para que los sectores subordinados acepten una masiva transferencia de ingresos hacia otros más favorecidos. Hoy existe un producto similar al del año 1998, pero con un 30 por ciento más de desocupación y un 70 por ciento más de pobreza. Un retroceso que tiene como marco una economía que crece al 9 por ciento. Ese nivel de desempleo tiende a cristalizarse y la tasa de generación de empleo cae. Esto significa que, excepto que hubiera un bruto salto de productividad, la distribución de riqueza tiende a empeorar y a crear puestos de trabajo de peor calidad. La intervención del Estado tiende a convalidar y acentuar esa fractura social. Hay una política de ingresos errática sobre los sectores formales y de abandono sobre los informales. Si desde el 2001 se mantuvo el Plan Jefas y Jefes en 150 pesos y no se amplió la cobertura a menores, el resultado es que se convalida la situación de los más pobres. Del Estado dependen casi 8 millones de personas, si se suman planes sociales, jubilados y estatales de todos los niveles y por eso es el principal distribuidor de ingresos. Otro elemento a tener en cuenta es que la tasa de inversión es opuesta a la de los países que se desarrollan bien: en éstos se invierten dos tercios en la fabricación de bienes de capital y sólo un tercio en construcción. Exactamente a la inversa que aquí. Las exportaciones crecen un 15 por ciento contra las importaciones que suben un 64 por ciento. A esto se agrega la notable primarización de nuestras ventas externas, basadas en bienes que no generan empleo. La inversión puede crecer en los próximos dos años por nichos. Pero ni siquiera está garantizado que el capital que retorne se vuelque a actividades distintas a las que hoy muestran más dinamismo. Cuando se tiene un mercado interno de sólo el 30 por ciento y exportaciones muy primarizadas, el capital que retorna no necesariamente se quede. Por todo esto es muy posible que en el mediano plazo haya un estancamiento de la economía.
* Economista de la CTA (Central de Trabajadores de la Argentina).

Leonardo Bleger *.

El motor será interno

Va a seguir el proceso de recuperación en un marco de estabilidad macro y los motores van a ser la inversión y el consumo interno. Tal como ocurrió durante este año, puede haber inversión creciente en compra de maquinarias y equipos, en construcción o en actividades relacionadas al agro. Invierten las pymes y las grandes empresas, según anunciaron. También seguirá recuperándose el consumo interno, en particular de los sectores medios y altos que vieron recomponer sus ingresos. Una prueba de ello es el aumento del crédito personal y prendario.
Desde el punto de vista internacional lo más probable es un escenario relativamente favorable, con un mundo que crece aunque los precios de los commodities argentinos no sean tan buenos como en el 2004. Mucho ayudará el crecimiento de Brasil, hacia donde seguirán aumentando las exportaciones industriales que ya vienen creciendo en forma notoria. Si bien es cierto que las ventas argentinas tienen poco valor agregado y están concentradas en grandes empresas, se ve que paulatinamente las pymes se van sumando al proceso exportador. Algo que ocurre con cueros, textiles o aparatos eléctricos. Todavía Argentina tiene un tipo de cambio lo suficientemente alto como para que su industria esté protegida en una disputa de mercado. Amén que existen salvaguardas contra China, que podrían aplicarse sobre las importaciones desde Brasil.
El problema es que una buena parte de la población aún está excluida de las mejoras globales. Los salarios públicos están muy rezagados, los beneficiarios de planes sociales siguen con la tarifa congelada en 150pesos: una gran proporción de la población está fuera del sistema y padece ingresos muy magros.
El otro riesgo que enfrenta el país es la relación con los organismos internacionales de crédito. Aún en el supuesto de que se solucione el problema de la deuda en manos de los acreedores privados, Argentina seguirá con su política de desendeudamiento con el Fondo, que entraña una transferencia neta de ingresos a esos organismos. El desafío es encontrar un mecanismo por lo cual el país mantenga la autonomía de sus políticas y, al mismo tiempo, evite un drenaje importante de recursos.
* Economista del Banco Credicoop.

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