EL MUNDO › GIANFRANCO PASQUINO HABLA DE LA CRISIS ITALIANA

“Falta un líder de izquierda”

Ex senador del poscomunista PDS, el politólogo italiano Gianfranco Pasquino señala en este reportaje de Página/12 las debilidades y puntos fuertes de la izquierda italiana bajo el gobierno de Silvio Berlusconi, defiende restricciones a la inmigración y habla de la presencia de Al-Qaida en su país.

Gianfranco Pasquino está con el castellano como juguete nuevo. Estuvo aprendiéndolo en el último tiempo, trata de usar las palabras exactas para cada respuesta y le pide al entrevistador que lo corrija si no lo logra, aunque haya poco que corregir. Pasquino es uno de los politólogos más reconocidos de Italia y fue senador de los Demócratas de Izquierda (DS, ex comunistas) cuando el Olivo estaba en el poder. Vino a la Argentina para dictar un curso sobre el rol de la oposición frente al premier Silvio Berlusconi en la sede argentina de la Universidad de Bologna, de la que es investigador y profesor en Italia. Pasquino habló con Página/12 sobre cómo se rearma la izquierda luego del avance de Berlusconi.
–Usted critica a la izquierda italiana por no haber aprendido las lecciones de otras izquierdas, como la laborista británica o la socialdemócrata sueca, que cambiaron para llegar al poder. Sin embargo, ¿no lo hicieron a costa de casi perder su condición de izquierda?
–El laborismo británico efectivamente se desplazó hacia el centro, lo cual no es lo mismo que la derechización. El gobierno de Tony Blair ha hecho políticas públicas que son de izquierda. En un sistema bipartidario como el británico, conquistar el centro es esencial para ganar.
–¿Cómo entender, entonces, la postura británica frente a la inmigración?
–Bueno, lo que hizo el laborismo es encarar un problema que realmente existe. Pero no hay solución nacional para la inmigración en Europa. Hay mucha gente que quiere inmigrar a Europa, pero no por eso hay que cerrar las fronteras; porque no está bien, y porque las fronteras europeas son muy fáciles de vulnerar. Sin embargo, tampoco se puede recibir a todos los inmigrantes porque si lo hiciera, sus propias condiciones de vida en Europa serían miserables. Esto es una cuestión de negociación entre la Unión Europea y los países de donde proceden los inmigrantes.
–En Italia, la inmigración es un tema sensible para la derecha de Berlusconi. ¿Cómo enfrenta la izquierda este problema, dado que es real?
–La izquierda tiene un discurso para contrarrestar el de Berlusconi. Subraya la necesidad de controles, de sostener cuotas y límites para los inmigrantes. Creo que muchos italianos piensan que la izquierda, cuando estuvo en el poder, hizo poco por tratar el problema de la inmigración. Así se dio que en el sur como en otras regiones del norte, el centroizquierda obtuvo muy pocos votos en las elecciones.
–¿Cómo ve la aparición de personajes considerados “revitalizantes” para la izquierda, como el líder sindical Sergio Cofferati? ¿Puede la izquierda renacer en los sindicatos o en los movimientos sociales, por fuera de los partidos y las coaliciones?
–Los movimientos no partidarios son importantes porque señalan temas y despiertan a la sociedad. Pero eso no exime a la izquierda partidaria de buscar revitalizarse ella misma. Los sindicatos son una izquierda dentro de la izquierda. Y está muy bien que así sea. Pero Cofferati no puede hacer nada con la fragmentación y la falta de líderes de la izquierda a nivel de partidos y coaliciones. El mismo Cofferati es más un líder de la oposición que una opción para llegar al gobierno. Lo mismo ocurre con Fausto Bertinotti (líder de Refundación Comunista, que se negó a aliarse con el Olivo en las elecciones que ganó Berlusconi): es bueno para confrontar, pero no para construir. El Olivo llevó como candidato a premier a un hombre que no es de izquierda (Francesco Rutelli, ex candidato a premier y ex alcalde de Roma), con lo cual se espantó a muchos votantes que de otro modo hubieran votado a la izquierda. En suma, no hay líderes para el poder, pero sí mucha estructura partidaria. La derecha sí tiene un líder.
–La derecha tiene un líder pero no estructuras partidarias.
–Más o menos. Forza Italia tiene alguna estructura partidaria en sus alcaldes, consejeros provinciales y comités electorales. Alianza Nacionales claramente un partido; la Liga Norte también, aunque sea regional. Y no se olvide que los democristianos aportan sus estructuras a la derecha.
–¿Quién sería el líder para la izquierda?
–Romano Prodi. Cuando vuelva de Bruselas en el 2004 (es actualmente presidente de la Comisión Europea, y fue el primer ministro del gobierno del Olivo), puede hacerse cargo tranquilamente de unir a todos los partidos. Es el mejor candidato de la izquierda, puede unirla y atraer al centro. Y está haciendo un buen papel en la Unión Europea.
–Sin embargo, eso parece no importar tanto: Berlusconi por ahora tiene éxito en su prédica antieuropeísta. ¿Tiene carta libre para avanzar en su postura?
–Berlusconi hizo un gran despliegue para mostrarse como estadista en los foros europeos, pero no tiene el respeto de la Unión Europea. Lo cual no importa, porque la legitimidad se la dan los votos dentro de Italia. Berlusconi es un eurocínico y prefiere ser legitimado por Bush que por la Unión Europea. Berlusconi busca acuerdos bilaterales con Estados Unidos y no le interesa una política europea común. Y por ahora puede avanzar, pero hay que remarcar que algunos aliados de Berlusconi, como Gianfranco Fini (líder de Alianza Nacional) y los democristianos no quieren destruir la Unión Europea. Tendrá que hacer una suerte de equilibrio.
–Teniendo en cuenta que la izquierda llegó al poder luego de que se cayera el sistema político entre socialistas y democristianos en Tangentópoli, y que luego de su gestión vuelve al poder otro grupo claramente corrupto como el de Berlusconi, ¿hasta dónde hay errores de la izquierda, o hasta dónde el poder en Italia se maneja de manera mafiosa?
–En Italia la mafia y la corrupción siempre fueron parte de la política. Pero a principios de los ‘90, la institución específica de la mafia sufrió algunas derrotas políticas importantes. Y creo que la corrupción en la política no es tan fuerte como antes, a pesar de tener a alguien como Berlusconi en el poder. Yo creo que no hay que subestimar la capacidad de articulación política de Berlusconi: es un empresario, un líder populista moderno, pero supo crear un espacio para que confluyan la Liga Norte, la Alianza Nacional y la derecha democristiana.
–¿Cómo interpreta el recrudecimiento de la violencia en Italia? ¿Hay una vuelta a algo parecido a la época de las Brigadas Rojas?
–No. Hay algunos grupos que piensan en reorganizarse, tienen contactos con personajes de los viejos grupos de los ‘70, y que piensan que con atentados aislados pueden demostrar que volvieron. Creo que la policía aún no acertó a identificarlos.
–¿Y qué pasa con Al-Qaida? Se ha dicho que hay células de Bin Laden en Italia.
–Sí. Hay grupos en Milán, Turín, Génova y Roma. Son todas grandes ciudades, donde es fácil ocultarse, y hay muchos musulmanes en Italia, que además es un país que puede ser infiltrado con mucha, demasiada diría, facilidad. Pero la policía italiana está haciendo un buen trabajo y hasta ha desbaratado algunas células.

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“Hay un discurso de izquierda contra Berlusconi.”
 
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