EL MUNDO
La socialdemocracia que volvió de la inundación
El desempleo parecía haber convertido al conservador bávaro Edmund Stoiber en el futuro canciller alemán, pero las inundaciones y el rechazo de Berlín a participar en una invasión a Irak han repuesto al actual canciller Gerhard Schroeder a la cabeza de los sondeos rumbo a las elecciones del 22.
Por Ciro Krauthausen
Desde Berlín
Tras meses de andar a la zaga de los conservadores en las encuestas, Gerhard Schroeder y su Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) parten ahora con una ventaja de tres puntos sobre Edmund Stoiber y su alianza conservadora a la recta final de la campaña para las elecciones del próximo domingo, según coincidieron en señalar ayer tres institutos de opinión. Junto a la mala impresión que dejó el candidato democristiano en el segundo debate televisivo, la razón para este avance radica sobre todo en el generalizado temor a una guerra en Irak. El canciller rechaza con tanto énfasis esta posible intervención que las relaciones con Washington y los socios europeos se están resintiendo, según critica la oposición.
El Grupo de Investigación Electoral, equidistante entre el gobierno y la oposición, pronosticó ayer que el SPD alcanzaría un 40 por ciento (una suba de dos puntos) si las elecciones se realizasen este domingo, mientras que la Unión Demócrata Cristiana y la Unión Social Cristiana (CDU/CSU) tan sólo obtendrían un 37 por ciento (una caída de un punto). Junto a las estimaciones sobre la intención de voto a favor de Los Verdes (7 por ciento), los liberales del FDP (7,5 por ciento) y los ex comunistas del PDS (4,5 por ciento), ello supondría que la actual alianza gubernamental rojiverde podría volver a obtener una mayoría el próximo 22 de setiembre. Otros dos institutos de opinión presentaron resultados similares.
Aunque las “encuestas, encuestas son”, en las cautelosas palabras de uno de los líderes parlamentarios de Los Verdes, Rezzo Schlauch, la noticia supone un duro golpe para la CDU/CSU, que durante meses lideró holgadamente la intención de voto y sólo comenzó a perder terreno hace cuatro semanas, cuando la emergencia nacional causada por las inundaciones en el este del país permitió a Schroeder recuperar protagonismo.
Posteriormente, el domingo pasado, durante el segundo y último de los debates televisivos programados, Stoiber dejó una pésima impresión entre muchos televidentes por su recurrente y muchas veces inoportuna alusión al fracaso del gobierno en la lucha contra la desocupación y el catastrofismo con el que describe la situación económica (la CDU/CSU “confunde la economía más poderosa de Europa con un país en desarrollo”, observaba el Süddeutsche Zeitung).
“Salvo el debate sobre Irak, no veo qué puede haber ocasionado un cambio tan drástico en los sondeos”, complementó ayer, en una reunión con periodistas Wolfgang Schäuble, responsable de Relaciones Exteriores en el equipo de Stoiber. La amenaza bélica: esa misma que Schroeder ya invocó en la apertura de su campaña, el 5 de agosto, y que, desde entonces, recuerda casi a diario, también ayer durante el último debate parlamentario previo a las elecciones, junto a la negativa alemana de participar en un ataque a Irak, incluso si éste fuese respaldado por las Naciones Unidas.
“Con su posición, usted está aislando a Alemania en el mundo y, sobre todo, en Europa”, replicó ante el Parlamento el candidato conservador Edmund Stoiber, antes de volver a caer en su habitual letanía sobre la crisis económica, aderezada esta vez con un mayor énfasis en que es necesario restringir la inmigración. También los conservadores sostienen que no quieren una participación alemana en la guerra, pero subrayan que el tono combativo y populista usado por el canciller –“es en Berlín y en ninguna otra parte donde se deciden las cuestiones existenciales”, dijo Schroeder ayer– supone una grave ruptura con la tradicional política exterior alemana y su fuerte énfasis en la coordinación europea y las buenas relaciones con Washington.
Alemania, además, previsiblemente será elegido como miembro por rotación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas el próximo 27 de setiembre y como tal asumirá, a inicios del próximo año y durante un mes, la presidencia de este organismo. “El viraje de 180 grados que entonces tendrá que dar un eventual gobierno de Schroeder será como para alquilar balcones”, ironizó en conversación con este periódico el ex ministro liberal de Relaciones Exteriores Klaus Kinkel.