Martes, 22 de abril de 2008 | Hoy
EL MUNDO › EL PREMIER BRITáNICO ANUNCIó UN PAQUETE DE 100 MIL MILLONES DE DóLARES
La medida adoptada favorece a la clase media, a costa de empobrecer a más de cinco millones de británicos de bajos recursos.
Por Marcelo Justo
Desde Londres
Entre los bancos y los pobres, Gordon Brown, fiel al “Nuevo Laborismo” que creó con Tony Blair en los ’90, se inclina por el poder del dinero. En el mismo día en que el Banco de Inglaterra anunció un gigantesco plan de rescate de los grandes bancos con la emisión de bonos del Tesoro británico por valor de unos 100 mil millones de dólares, el primer ministro británico enfrentó una rebelión parlamentaria liderada por su propio partido contra una reforma impositiva que favorece a la clase media a costa de empobrecer a más de cinco millones de británicos de bajos recursos. “Esta reforma va en contra de nuestros principios como partido”, subrayó el líder de la revuelta, Frank Field. A diez días de la elección del alcalde de Londres y de unas municipales que amenazan con reflejar la creciente impopularidad de Brown, el debate se ha convertido en un espectacular gol en contra del laborismo, que viene cayendo en picada en las encuestas de opinión pública.
El plan de rescate de los bancos británicos no sorprendió a nadie. Luego de la clara intervención de la Reserva Federal en Estados Unidos y de las conversaciones de Brown con George W. Bush y banqueros la semana pasada, sólo permanecían secretos los detalles del anuncio. El director del Banco de Inglaterra Mervyn King especificó que el Tesoro británico emitirá bonos a un año –renovables hasta tres años– a cambio de paquetes de hipotecas potencialmente riesgosas por la debacle de las “subprime” en Estados Unidos. Se trata de una solución similar a la que implementó Bush para rescatar a las reaseguradoras de créditos inmobiliarios en Estados Unidos.
El objetivo es reactivar los préstamos interbancarios, que están paralizados por el temor de los mismos bancos a prestar a otras entidades que pueden estar más expuestas de lo que se sabe a la crisis hipotecaria estadounidense. “Queremos que haya suficiente liquidez en la economía, de modo que los bancos puedan seguir prestando dinero a las empresas para que inviertan y a la gente para que pueda acceder a la vivienda”, dijo el primer ministro Gordon Brown.
La crisis hipotecaria estadounidense, que ya se cobró la cabeza de un banco en el Reino Unido –el Northern Rock–, ha puesto en entredicho el modelo de crecimiento económico británico de los últimos quince años. Al igual que Estados Unidos y en menor medida España, la economía el Reino Unido ha crecido gracias al consumo, sostenido por el crédito barato y un galopante endeudamiento personal que hoy supera holgadamente el millón de millones de libras (varias veces el PIB argentino).
Con la contracción crediticia, este modelo ha entrado en crisis: el plan de rescate es un intento de poner la máquina otra vez en funcionamiento. Pero según algunos analistas no será suficiente. “Esto va a ser positivo en términos de liquidez para los bancos, pero es improbable que el impacto alcance al mercado de préstamos hipotecarios”, dijo Lena Komileva, de Tullet Prebon, una financiera británica.
En todo caso, la coincidencia de este anuncio y la feroz polémica por la reforma tributaria tiene un claro costo político para el gobierno. En su último presupuesto como ministro de Finanzas el año pasado, Brown anunció la eliminación de la escala más baja del impuesto sobre la renta para poder reducir el umbral impositivo de 22 a 20 centavos por cada libra que se gana.
Gracias a un complicado sistema de compensaciones, el paquete favorece a trabajadores con familia y jubilados, pero perjudica a los jóvenes solteros de pocos ingresos que tributan más para que la clase media, objetivo político de la medida, tribute menos. Unos 48 diputados laboristas han firmado una enmienda que pide ayuda adicional para ese grupo, calculado en más de cinco millones de personas.
La enmienda se debatirá toda esta semana y será votada el lunes próximo. Consciente de que una derrota podría dejar al gobierno contra las cuerdas, el ministro de Economía, Alistair Darling, prometió ayer analizar futuras compensaciones para los afectados por la medida. El primer ministro parece consciente de que se acercan días claves.
Según la prensa británica, enfurecido por la cobertura mediática del tema y perdiendo la clásica flema británica, el primer ministro arrojó en estos últimos días un par de celulares contra la pared y pateó de paso alguna que otra silla. Ayer, ante un congreso sindical aseguró que “hemos hecho más que cualquier otro gobierno en los últimos cincuenta años para eliminar la pobreza”.
No es lo que resaltan hoy los sindicatos. “Nos preocupa que en muchos temas este gobierno sólo escuche a los ricos y las corporaciones”, señaló al dominical The Observer Brendan Barber, secretario general de la Central de Trabajadores. Por primera vez desde su asunción han surgido voces en el mismo laborismo que empiezan a decir públicamente que las cosas estaban mejor con Tony Blair.
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