Raúl Castro cumple hoy 100 días al frente de la presidencia de Cuba en medio del debate sobre el futuro de la isla que él mismo promueve. Después de anunciar en febrero una serie de reformas largamente esperadas, el mandatario eliminó prohibiciones consideradas absurdas por la población, aumentó jubilaciones y disminuyó su presencia en los palcos, diferenciándose del perfil más personalista de su hermano Fidel. Bajo su gobierno, los intelectuales se animaron a criticar al ministro de Educación (Luis Ignacio Gómez), que luego fue sustituido por Ana Velázquez, y los diarios oficiales ofrecieron mayor espacio a los lectores, que discuten desde el socialismo hasta la corrupción de quienes no respetan la cola para comprar helado.

Cuba parece haber entrado en un nuevo período político. El líder Fidel Castro se retiró de la tribuna para escribir mientras intenta recuperar su salud, y Raúl emprendió ajustes para garantizar, según él, la continuidad de una revolución a casi medio siglo de la caída de la dictadura de Fulgencio Bastista.

El destino final de los cambios previstos son un acertijo para muchos, pero lo cierto es que despertaron expectativas dentro de la isla y en sectores de la comunidad internacional. Desde que Raúl, que hoy cumple 77 años, reemplazó a su hermano, su gobierno interino en 2007 abrió al debate los problemas que todos lamentaban en voz baja. Y luego de ser investido presidente, permitió que los cubanos pudieran comprar computadoras, celulares, alojarse en hoteles y alquilar autos, algo que antes sólo podían hacer empresas, turistas o extranjeros.

No obstante, estas primeras reformas son consideradas secundarias por algunos analistas cubanos, debido a que la mayoría de la población todavía no tiene el poder adquisitivo para acceder a los nuevos bienes y servicios. En todo caso, los académicos reconocen que la importancia de la medida radica en la restauración de derechos perdidos.

Un cambio de mayor peso es la reforma agrícola iniciada por el nuevo presidente, que la declaró un asunto de máxima seguridad. El plan es aumentar la producción agrícola, con mejor pago al campesino, reparto de tierras y descentralización del sector, para reducir la dependencia de la isla, que importa casi el 80 por ciento de los alimentos.

Meses atrás aparecieron en escena los intelectuales que se rebelaron contra la censura y defendieron la diversidad de opiniones en el último congreso de su gremio. Asimismo, la prensa local, acostumbrada al hermetismo –incluso el diario Granma– abrió espacio a quejas por el salario, el transporte, la burocracia y hasta por las filas en la famosa heladería Coppelia. Sorprendidos, los cubanos vieron hace poco en la televisión amores gays y travestis contando sus historias, en una campaña liderada por Mariela, hija de Raúl. Una movida inusitada en un país que arrastra años de marginación contra los homosexuales, promovida décadas atrás por el propio Raúl.

El antiguo jefe de las fuerzas armadas también convocó al esperado Congreso del Partido Comunista, pero recién para el 2009. Eso significa que mientras tanto el rumbo de la revolución será fijado por la conducción. Sin embargo, la lista de reclamos es extensa. Entre ellos se encuentra la abolición del permiso para viajar y de la doble moneda ya que el salario se cobra en pesos devaluados y mucho se compra con divisas.