El gobierno colombiano de Alvaro Uribe salió ayer a de-sautorizar por completo al vicepresidente Francisco Santos, que había asegurado que el Plan Colombia ya no era necesario. “Hay que continuar con el Plan Colombia. El plan se necesita para poder consolidar los resultados en la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. La continuidad de la iniciativa es absolutamente fundamental para estos fines”, aseguró Jaime Bermúdez, ministro de Relaciones Exteriores, a través de un comunicado emitido ayer por la Cancillería de Bogotá.

Uribe eligió responderle así a su vice. De manera indirecta y a través de un ministro. El texto oficial rechazó de plano las manifestaciones de Santos y aseguró que la ayuda financiera de Washington no debe cesar.

Pero las críticas no vinieron solo del gobierno de turno. Ayer, Andrés Pastrana, ex presidente de Colombia (1998-2002) y responsable de la puesta en marcha del ahora cuestionado plan, en conjunto con la administración del estadounidense Bill Clinton, fustigó las declaraciones de Santos. “Nosotros producimos la droga que consumen los norteamericanos. Entonces ¿por qué les vamos a regalar nosotros una plata que tienen que poner? Ellos deben poner parte de la solución del problema. Les recuerdo que esto se llama corresponsabilidad en el combate contra el narcotráfico”, exclamó Pastrana a la emisora de radio bogotana La FM.

Además, el ex mandatario calificó de parricidio el hecho de que algunos funcionarios pongan en duda la continuación del plan y señaló que le preocupan las ambivalencias en el discurso del gobierno. “No puedo sino inquietarme frente a este doble lenguaje que se percibe en el gobierno. ¿Cómo puede ser que el presidente Uribe y el vicepresidente Santos piensen cosas distintas respecto de un tema tan importante?”, se preguntó.

El escándalo se desató el domingo tras la publicación de las declaraciones del vicepresidente en el diario bogotano El Tiempo, a la sazón propiedad de su familia.

En la entrevista, Santos había dicho que ya era tiempo de acabar con la iniciativa, puesto que ésta ya no tendría sentido, tras haber cumplido con sus objetivos. “El Plan Colombia cumplió su función. Ya no es necesario”, había señalado el vicepresidente, y se aventuró más lejos y desafió abiertamente al jefe de Estado. “Sé que esto va en contra de lo que dicen el presidente y el ministro de Defensa (Juan Manuel Santos, su primo), pero creo que es hora de que midamos el costo político de la iniciativa con efectividad”, sostuvo.

Según el vicepresidente colombiano, el plan implicaría para su país una humillación frente al gobierno estadounidense, colocándolo en una posición servil. “El plan ha sido utilizado por un pequeño sector político para pedir a nuestro país un sometimiento injurioso y una inclinación reverencial”, aseguró en la entrevista, para concluir que la finalización de la cooperación financiera y militar de Washington no conllevaría un problema en las relaciones bilaterales sino una reconfiguración de las mismas. “Es el momento de evolucionar en nuestras relaciones bilaterales hacia un plano donde el Plan Colombia ya no esté, para así diseñar una política distinta con Estados Unidos, buscar un replanteamiento que lleve a que seamos aliados, pero con respeto mutuo”, insistió.

El Plan Colombia se activó en el año 2000. Tiene un componente militar y otro de orden social, con un costo anual de 600 millones de dólares girados por Washington en su totalidad.