Martes, 2 de junio de 2009 | Hoy
EL MUNDO › DOS PROYECTOS EN DANZA SOBRE LA REINCORPORACIóN DE LA ISLA AL ORGANISMO, PESE A LAS OBJECIONES DE LA HABANA
EE.UU. estudiaba la posibilidad de sumarse a una propuesta que facilitaría un eventual reingreso de La Habana a la institución interamericana. Anoche, a horas del comienzo del encuentro, continuaban las negociaciones entre los diplomáticos.
Hoy comienza en Honduras una nueva Asamblea anual de la Organización de Estados Americanos (OEA) y todo parece indicar que el debate sobre si Cuba debe o no tener las puertas abiertas para reincorporarse monopolizará la agenda del encuentro. Por lo pronto, Lewis Amselem, representante norteamericano ante el organismo, anunció ayer que su país estudiaba la posibilidad de sumarse a una propuesta que podría facilitar un eventual reingreso del país caribeño al organismo interamericano y que, además, contaría con un apoyo mayoritario. Sin embargo, y frente a la inexistencia de un consenso sobre la materia, al cierre de esta edición las negociaciones secretas entre diplomáticos continuaban en pos de una fórmula que obtenga el visto bueno de la totalidad de los países miembros. De este modo, en la ciudad hondureña de San Pedro Sula, donde se celebrará durante hoy y mañana la cita hemisférica, existen actualmente dos propuestas sobre la mesa respecto de qué hacer con el gobierno de La Habana, expulsado del seno del organismo hace más de cuatro décadas: un proyecto mayoritario que contaría con el apoyo de al menos 26 de los 32 países miembros y uno minoritario, sostenido por Bolivia, Nicaragua y Venezuela. El primer texto pide la derogación de la llamada resolución VI que en 1962 suspendió a Cuba como país miembro del organismo, luego de que el gobierno de la isla hiciera público el carácter socialista de la revolución, al tiempo que resalta que la decisión de un eventual regreso a la OEA depende de las autoridades en La Habana. Dicho de otro modo, no por anular la resolución se decide la reincorporación.
Carlos Sosa, embajador de Honduras ante la OEA, explicitó un poco más el asunto. El diplomático señaló que de derogarse la histórica resolución, el proyecto prevé un diálogo con la isla a través del Consejo Permanente del organismo interamericano. Y, en ese caso, si las autoridades cubanas decidieran solicitar formalmente su reingreso, sería la Asamblea General, como máximo órgano decisorio, la que tomaría una decisión. “Eso sí, basándose en los principios, propósitos, procedimientos y la práctica del consenso”, precisó Sosa, quien, a su vez, resaltó que si bien el texto no menciona condiciones para un posible regreso de Cuba, recordó que los procedimientos y principios a los que se refiere esta iniciativa incluyen las cartas e instrumentos democráticos y de respeto a los derechos humanos firmados por los países miembros de la OEA.
A su turno, el representante estadounidense remarcó que para su gobierno lo importamte es que el proyecto de resolución sea transparente, sin ambigüedades. “Queremos que no necesite explicaciones, que sea fácil de entender y no contenga referencias abstractas o palabras con un doble sentido”, pidió Amselem. “En una palabra, queremos que sea clarísimo”, agregó, aunque no por ello dejó de mostrarse optimista acerca de la posibilidad de llegar a un acuerdo.
Frente a esta alternativa, Bolivia, Nicaragua y Venezuela proponen, en su lugar, que sencillamente se derogue la resolución que supuso la suspensión de Cuba como miembro de la OEA sin ninguna clase de condicionamientos, como si se tratase de un acto de justicia y rectificación histórica para enmendar lo que consideran un error que nunca debió cometerse.
Sin embargo, y más allá de los matices y alternativas de cada uno de los proyectos en pugna, existe también la propia postura cubana sobre el asunto. Y ésta es, según lo expresó invariablemente el gobierno de La Habana en las últimas semanas, su negativa a reincorporarse a un organismo que consideran no sólo vetusto cual resabio de la Guerra Fría sino, además, sujeto a los intereses de Washington en la región.
Los embajadores, a través de sus cancillerías, estudian a su vez propuestas de procedimiento en caso de que no hubiera un consenso, ya que es por ese método que suelen tomarse las decisiones en el organismo. El propio representante estadounidense, Lewis Amselem, lo puso de este modo: “Nadie tiene ganas de votar, por lo que no creo que se llegue a este punto”. El objetivo sería evitar confrontaciones espinosas sobre un tema que, se sabe, divide aguas en el continente.
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