Viernes, 5 de junio de 2009 | Hoy
EL MUNDO › LA SALIDA DEL TITULAR DE TRABAJO COINCIDE CON UN DIA ELECTORAL
Después de cinco renuncias en el gobierno británico, el líder laborista está bajo una fuerte presión. Quizás el electorado de su país ya selló el futuro del premier al votar en las elecciones europeas y municipales.
El cerco alrededor de Gordon Brown se cerró más ayer al saberse que James Purnell, ministro de Trabajo y Pensiones, presentó su renuncia para forzar al premier a dimitir y ceder el paso a un nuevo líder al frente del Partido Laborista y del gobierno británico. Su dimisión se une a la presentada esta semana por otros cuatro funcionarios, aunque sin pedir expresamente la renuncia de Brown. Los británicos quizás ayer sellaron el futuro del premier al votar en las elecciones europeas y municipales.
La renuncia de Purnell, un político joven y ambicioso que asegura que no aspira al cargo de Brown, sino sólo a forzar al primer ministro a marcharse, se suma a las de las ministras del Interior, Jacqui Smith, y de Comunidades, Hazel Blears, esta misma semana, y aumenta la presión sobre Brown, cuya autoridad se cuestiona tanto dentro como fuera de su partido. Estos tres ministros, más otros dos miembros del Ejecutivo de menos rango, han anunciado su marcha día antes de que Brown dé a conocer –seguramente el lunes– su esperada remodelación ministerial.
El gesto de los ministros, que se ha interpretado como un desafío directo a Brown para que abandone el cargo, se suma a la maniobra de un grupo de diputados laboristas que intentan recabar apoyos para promover un cambio de líder. Ese grupo de diputados anónimos busca el apoyo de 72 miembros del grupo parlamentario laborista para forzar la marcha del premier. En contra de los rebeldes, sin embargo, juega el factor de que no parece realista pensar que el laborismo pueda entronizar a un tercer líder en esta legislatura sin convocar elecciones anticipadas.
Antes que eso están los resultados de la jornada electoral de ayer. Hoy se sabrá cómo resultaron los comicios locales y el domingo, o quizás el lunes por la mañana, los europeos. Un sondeo de YouGov publicado ayer por The Daily Telegraph no era demasiado alentador para los laboristas, a los que otorgaba el 16 por ciento de los votos y cuestionaba la deshonrosa tercera plaza que le atribuían anteriores sondeos al desvelar un repunte de los liberales demócratas (15 por ciento). El sondeo daba la victoria a los conservadores (26 por ciento), por delante de los nacionalistas del UKIP (19%). De confirmarse, esos números serían una catástrofe para el laborismo pero constituirían también un fenomenal voto de castigo a los tres grandes partidos de Westminster.
Los expertos creen que el futuro de Brown depende de estas elecciones pero también de la autoridad que sea capaz de proyectar en la remodelación de su Gobierno. En el análisis electoral contarán factores como el porcentaje de voto obtenido por los laboristas, su comparación con el que obtengan los tories, el puesto que ocupen –no es lo mismo ser segundo que cuarto– o incluso el hecho de que el fascista BNP obtenga o no un escaño en Europa.
El futuro de Alistair Darling, canciller del Exchequer y durante años un dócil aliado de Brown, puede dominar el análisis de la crisis de Gobierno. Si Darling sigue al frente del Tesoro o si abandona el Gabinete se interpretará como una señal de debilidad de Brown. Si el primer ministro lo convence para que acepte otra cartera, quizás Interior, se leerá como un signo de fortaleza del jefe del Gobierno.
Ante un pronóstico tan incierto, un eventual adelanto de las legislativas británicas sería especialmente catastrófico para la Unión Europea porque permitiría al Partido Conservador llegar al poder y dar marcha atrás en la ratificación del Tratado de Lisboa porque este, pendiente todavía de un segundo referéndum en Irlanda, aún no habría entrado en vigor.
Además, abriría las puertas a una crisis sin precedentes del proceso de construcción europea porque el Reino Unido podría verse presionado no tanto a decidir sobre si acepta o no el Tratado de Lisboa sino a debatir su pertenencia misma a la UE. Pero por ahora Brown se aferra al cargo. Insiste en que él es la persona adecuada para sacar al país de la recesión económica y superar la crisis parlamentaria desatada con el escándalo del abuso de las dietas de los diputados.
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