EL MUNDO › UN CORONEL POPULISTA ARRASARIA EN LAS ELECCIONES DE HOY
Cuando Ecuador gira a la izquierda
El coronel retirado Lucio Gutiérrez, quien encabezó una efímera rebelión cívico-militar con fuerte participación indígena contra la dolarización y el ajuste en enero de 2000, es el amplio favorito para el ballottage de hoy en Ecuador, un país acosado por la pobreza y por la deuda externa.
Por Mercedes López San Miguel
En Ecuador hoy el electorado ecuatoriano está convocado a decidir su voto entre los dos candidatos que dejaron fuera de la contienda a nueve presidenciables en la primera vuelta del 20 de octubre: el populista de izquierda coronel retirado Lucio Gutiérrez y el multimillonario bananero, también populista pero del ala opuesta, Alvaro Noboa. La campaña de ambos fue deslucida, de acusaciones mutuas y, a falta de consenso, no hubo debate televisivo, que hubiera sido en la noche del miércoles. Esa noche sorprendió una explosión a un polvorín militar en la sureña ciudad de Riobamba, que provocó la muerte de siete personas y 140 heridos, por lo que se aplazaron los comicios para el 1º de diciembre en el casco urbano. El favorito es Gutiérrez, con el 55 por ciento según la última encuesta de Cedatos-Gallup, frente a Noboa con un 44 –aunque un sondeo anterior arrojaba un 53 y 25 por ciento respectivamente–. Ninguno plantea salirse de la receta de la dolarización, implementada hace dos años: mientras Gutiérrez hace énfasis en la lucha contra la corrupción, recorte de parlamentarios, disciplina en el gasto fiscal y renegociación de la deuda externa, Noboa pretende bajar a un 10 por ciento el impuesto a la renta -confite para la inversión extranjera– y promete trabajo y viviendas populares.
Ecuador, un país rico en petróleo y producción de bananas y flores, no se caracteriza por su estabilidad política y económica. Su pasado más reciente ha calado hondo en la incertidumbre política y a su vez en el deterioro económico. El presidente saliente Gustavo Noboa restauró el orden institucional en Ecuador tras la sublevación cívico-militar protagonizada en enero de 2000 por indígenas y oficiales liderados por el coronel Gutiérrez y mantuvo la dolarización de la economía, aunque sin recuperar la confianza del FMI. Antes, el binomio Jamil Mahuad y Noboa habían sido elegidos presidente y vicepresidente respectivamente, para un período de cuatro años y cinco meses (hasta enero de 2003), tomando posesión el 10 de agosto de 1998. Un año después, la popularidad de Mahuad se desmoronó a causa de sus políticas de ajuste económico y la peor crisis bancaria en la historia del país, para terminar de ser derrocado el 21 de enero de 2000 por la rebelión indígena-militar. Noboa asumió el poder al día siguiente de la efímera revuelta, durante la cual pasaron por el Palacio de Carondelet, sede del gobierno nacional en Quito, una autodenominada Junta de Salvación Nacional y un triunvirato de civiles y militares.
El analista político ecuatoriano Rafael Quintero subrayó a Página/12 las raíces del actual apoyo del movimiento indígena y los militares a Gutiérrez en este momento de inflexión política, consecuencia de la crisis financiera que padeció el país en 1999, con el congelamiento de fondos que antecedió al corralito argentino. “La crisis bancaria transparentó la ruptura entre los organismos de representación política y la política económica que decidían el FMI y otros organismos internacionales. Las instituciones como las Fuerzas Armadas y la policía vieron afectadas sus inversiones. Luego apoyaron el golpe contra Mahuad. Actualmente se identifican más con Gutiérrez.” Quintero ve en el salto político de Lucho Gutiérrez el fenómeno que define como “un nacionalismo ligado a la defensa del aparato militar y de reafirmación étnico-electoral del movimiento indígena y multiétnico”. Sobre éste, señala al principal aliado de Gutiérrez, el Pachakutik, “un movimiento con una gran articulación nacional y que tiene peso étnico-cultural, actor que no desafía el sistema liberal democrático, pero pide una democracia más participativa”. Pachakutik es el brazo político de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE).
Noboa le dio impulso a la dolarización de la economía propuesta por su antecesor, que recibió luz verde del Parlamento en marzo de 2000, parafrenar las carreras desbocadas de la inflación, la devaluación monetaria y las tasas de interés. Según analistas, el aire se descomprimió en pocos indicadores: la inflación, que de 91 por ciento anual en 2000 pasó al 22,64 en 2001 y al 11 en 2002 (8,23% de enero a octubre) y en las tasas de interés anuales de 5,17% (pasiva) y 10,04% (activa) para esta semana, aunque todavía son índices altos para una economía dolarizada. Pero éste es sólo un costado de la historia: los mayores desafíos para el próximo gobierno serán lidiar contra la pobreza, siendo que un 79 por ciento de los 12,1 millones de ecuatorianos es pobre, que el desempleo roza el 10 por ciento y el subempleo el 60 por ciento; la caída de los salarios es de un 50 % –desde enero de 2000 hasta hoy, el salario mínimo es de 120 dólares, desfasado de la canasta familiar básica de 404 dólares–. Se suma una política fiscal difícil de manejar por la ausencia de un Estado con capacidad para emitir moneda y la camisa de fuerza de la abultada deuda externa de más de 12.000 millones de dólares. El gobierno de Noboa pudo cumplir un acuerdo “stand by” que firmó con el Fondo. En 2001, Ecuador cubrió los compromisos por unos 287 millones de dólares, pero Noboa no pudo concretar este año otro acuerdo por 240 millones que negociaba desde diciembre pasado, chocando con las elecciones generales del 20 de octubre último. La administración de Noboa sostuvo que se negó a las condiciones del FMI, como nuevos reajustes y la reducción de salarios en el sector público.
Ninguno de los candidatos habla de salirse de la dolarización, pero tampoco dice mucho de reformas. Gutiérrez, de 45 años, quien obtuvo un 20, 64 por ciento en primera vuelta con su púber partido Sociedad Patriótica 21 de Enero –en alusión al día en que saltó a la arena política–, propone renegociar la deuda externa, aunque priorizará la reestructuración de la deuda pública. “Hay que establecer una política de disciplina en el gasto fiscal y volver más productivo el sistema económico”, señaló. Además, propondrá la creación de empresas de economía mixta y puestos de trabajo. Su principal oferta de campaña ha sido la lucha contra la corrupción; ya anunció que llamará a un referéndum para reducir el Congreso unicameral de 100 a sólo 28 legisladores. Por su parte, el magnate del banano Alvaro Noboa, de 52 años y dueño de la mayor fortuna de Ecuador, quien disputó la presidencia en 1998 a Mahuad y el 20 de octubre pasado obtuvo un 17,39 por ciento con el Partido Revolucionario Institucional Acción Nacional (PRIAN), dice esta vez que su plan es “hacer del país una zona libre, sin impuesto a la renta”. Según él, tributará sólo el 10 por ciento a los inversionistas nacionales y extranjeros que creen empleo. Además, pretende impulsar la obra pública para crear puestos de trabajo y promoverá la construcción de viviendas populares. Ambos prometieron reforzar el control policial y militar en la frontera con Colombia y respetar el acuerdo con Estados Unidos para el uso de la base aérea de Manta (suroeste) en actividades de lucha antinarcóticos.
Quienquiera que gane deberá tejer alianzas en el Congreso, dominado por dos partidos tradicionales que mantienen sus distancias con ambos candidatos. Durante la primera ronda electoral se eligieron 100 diputados, en la que los partidos tradicionales reconfirmaron su mayoría: el derechista Partido Socialcristiano con 26 bancas, el Partido Roldosista Ecuatoriano con 15 escaños y la izquierda democrática con 14. Quien gane tendrá el mayor desafío de mantener la gobernabilidad de su mandato, contrario a los dos últimos presidentes que no duraron más de 18 meses en el poder.